Sobre ‘correr sangre’
Hay una figura que se ha hecho presente los últimos años, particularmente cuando el momento es tenso en la vida nacional. Es el espectro de la violencia, del enfrentamiento, de los ataques cuerpo a cuerpo para evitar que el contendor avance un centímetro. Es la consecuencia de la siembra de odio, el cultivo de resentimiento, el fruto de la tirria. Es el peor de los males que nos agobian. El mal que se ve, se huele, se siente. La epidemia que se propaga entre grupos sociales, entre políticos ubicados en diferentes aceras, entre religiosos que perciben la justicia social en plegarias distintas. Es el odio. Ese odio que ha hecho a alguno decir que para que este país se arregle deberá ‘correr sangre’. El odio traducido en una frase que he escuchado en varias oportunidades tanto de opositores como de chavistas. Me casusa horror, me angustia, me espeluzna.
Nunca, a pesar de lo obvio que parezca, quise preguntar qué se quería decir con ‘eso’ por temor a que las respuestas fuesen aterradoras. Sin embargo, hace unos días una persona que conozco dijo lo mismo: ‘Tendrá que correr sangre’. Esta vez, sin pensarlo dos veces, respondí que yo no sabía que se pretendía diciendo esto. Y argumenté enfurecida: ‘El día que tú salgas a la calle a caerte a tiros con tus hijos y tu esposa, y esperar que te maten después de haber matado a cientos de personas, dejando un país desolado, hundido en la miseria y en el resentimiento, entonces habré entendido que para ti, y para otros como tú, la violencia y la guerra son el camino que escogieron para que Venezuela desaparezca.’ Y agregué: ‘¿Tú sabes lo que significa una guerra civil? ¿Has leído, escuchado, visto imágenes de países cuyos habitantes se enfrentaron pensando que esa era la solución para derrocar a personas o eliminar de un todo políticas inadecuadas?’ No recibí respuesta. Quién sabe si por mi indignación o porque no tuvo argumento para rebatirme.
La política del odio, jamás, en toda la historia de la humanidad, ha traído buenos resultados, y mucho menos ha resuelto conflictos ni entre naciones ni dentro de países cuyo pueblo se enfrenta por razones diversas. Basta con repasar la historia de una Europa pobre y devastada después de las Guerras Mundiales, el asesinato de más de seis millones de judíos, la Guerra Civil que desoló España y la hundió en una dictadura. La historia de Cuba que aisló a su pueblo en un régimen de fuerza, la tragedia en Centroamérica con El Salvador y Nicaragua hace apenas dos décadas. La historia de segregación racial vivida por la población surafricana por más de medio siglo, el genocidio de Ruanda, el hambre que azota Darfur consecuencia de una guerra intestina. ¿Eso es lo que queremos? ¿A eso se refieren los que dicen con desparpajo que ‘deberá correr sangre’ para que se acaben los problemas que los venezolanos padecemos? ¡Por favor!
No se trata de ser demasiado ‘comeflor’ porque nadie en su sano juicio puede querer la muerte y buscar la muerte. Se trata de pensar el país con madurez. Se trata de querer a Venezuela con paz y en paz. Se trata de hablar con menos ligereza, y hacer más por la democracia. Se trata, en definitiva, de cambiar el odio y el ‘correr sangre’ por buscar el voto de diez millones de personas por el NO. NO al resentimiento NO la violencia y SI a la paz.