Sin engañar a nadie
Aunque nuestro Presidente, en ocasión reciente, dijo que no había que hacerle caso a sus tantas intervenciones públicas sino a sus acciones, queriendo así restarle importancia a su discurso agresivo y pugnaz , la verdad es que no siempre puede ignorarse la palabra presidencial. Sobre todo cuando insiste en ciertas cuestiones que desnudan sus intenciones y propósitos. Aunque el Presidente y Comandante en Jefe, en ocasión reciente, comunicó a su homólogo de Brasil que no había que hacerle caso a sus tantas intervenciones públicas sino a sus acciones, queriendo así restarle importancia al discurso agresivo, belicista y pugnaz de todos los días, la verdad es que no siempre puede ignorarse la palabra presidencial. Sobre todo cuando insiste en ciertas cuestiones que desnudan sus intenciones y propósitos, en particular si es con referencia al acariciado proyecto político de refundar la República mediante la adopción de una nueva carta constitucional.Un ejemplo sobresaliente de lo apuntado es la declaración que el jefe del Estado concediera a un periodista español en relación con el tema de la reelección. Sin esperar los resultados de la tarea constituyente y la posterior consulta al soberano respecto al texto constitucional, cuyo examen en la ANC aún no ha concluido, el primer mandatario adelantó que se propone ejercer la elevada magistratura que le confió la mayoría del electorado, por un lapso no menor de 12 años. Esto quiere decir que el alto funcionario ejecutivo ya da por descontado que le será extendido el período presidencial por un año más (de cinco a seis, pese a que fue electo por un quinquenio y no por un sexenio) y que su reelección será inmediata, no se sabe bien si bajo esa novísima figura electoral que privilegia las encuestas sobre los votos o a través de un proceso tradicional de sufragios.
¿Preocupación por la legitimidad? Para nada. A partir del entronizamiento del sistema de consultas periódicas a la población a través de encuestas se garantizará el ejercicio de la participación democrática y no será necesario destinar ingentes recursos para la realización de costosas justas electorales.
En la medida que avanza el proceso constituyente y el jefe del Estado se pronuncia sobre el mismo, va quedando en claro que todo el proyecto político presidencial gira alrededor de dos o tres cuestiones que para algunos pudieran no tener mayor significación, si se quiere, pero que son de innegable trascendencia para el futuro institucional del país.
Sin que nadie pueda llamarse a engaño, el Presidente y Comandante en Jefe, no ha perdido oportunidad que se le haya presentado, aquí y en el exterior, para dejar claramente expuesta su aspiración a que el período para el que fuera electo (cinco años) le sea prorrogado uno o dos años más (todo indica, hasta ahora, que será uno en vez de dos), eso sí y en esto no se prevé retroceso alguno, con reelección inmediata. Si se desecha la relegitimación, como parece ser de acuerdo con las opiniones que se han exteriorizado desde el oficialismo, ya el mandatario disfruta del privilegio, nada democrático por cierto, de considerarse debidamente ratificado en su elevada posición ejecutiva, gracias a los resultados de un sondeo de opinión pública. Lo demás viene por añadidura: el clientelismo partidista será sustituido, como ya está ocurriendo, por otro de diferente signo, nada inédito en Venezuela, como que ha sido una constante en nuestra historia patria (clientelismo militar, como debe ser, para garantizar y asegurar el retorno de las fuerzas armadas al ejercicio del poder) donde el paréntesis democrático, como lo fue el vilipendiado y mal llamado puntofijismo, no se prolongó más allá de cuatro decenios.
Sin embargo, en este contexto, será necesario aguardar por el final de las deliberaciones de la ANC, para comprobar si todo lo anteriormente señalado se concretará, como es predecible, o si se producirán cambios que, en todo caso, no afectarán los propósitos hegemónicos del jefe del Estado.
Periodista y Diplomático venezolano.
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