Opinión Nacional

Simonovis el 11 de Abril

El 11 de Abril del 2002, un camarógrafo de Venevision venia caminando desde Miraflores cuando estalló cerrado tiroteo. Tuvo la suerte de encontrar abierta la puerta de un edificio, entró y desde la mezzanina transmitió en vivo lo que sucedía en Puente Llaguno.. Un grupo de hombres, visiblemente armados, con pistolas de alta potencia, desde lo alto del puente disparaban una y otra vez, frenéticamente, sobre la multitud que marchaba por la avenida Baralt.

El video grabado por aquel audaz camarógrafo despareció. Tal escamoteo se explica porque constituye prueba irrefutable de que los muertos del 11 de Abril no son imputables a los comisarios Simonovis, Vivas y Forero, ni a los policías que los acompañaban. Lo comprobará la Comisión de la Verdad que algún día se nombrará para realizar investigación imparcial y objetiva de aquellos acontecimientos.

Quienes gobiernan saben que la tramoya urdida contra Simonovis y sus acompañantes carece por completo de fundamento. Además, no han olvidado que los venezolanos fuimos testigos presenciales del desarrollo de los acontecimientos gracias a aquel camarógrafo de Venevision. Sin embargo, a sabiendas de que aquel día a Chávez se le enfrió el guarapo; y en vez de ponerse al frente del pueblo y la tropa leal para defender su gobierno, mansamente se trasladó de Miraflores a Fuerte Tiuna a parlamentar con los Generales y Almirantes insurrectos. Les reiteró su disposición a firmar la carta de renuncia, tal como le había expresado al General Rincón Romero (“ Se le pidió la renuncia la cual aceptó”)

Ante el apremio de Chávez de que se habilitara el avión que lo trasladaría a La Habana, unos Generales sin visión política se opusieron al viaje, alegando que él tenía cuentas pendientes con la justicia. Fue detenido momentáneamente y un helicóptero, que hizo escala en la Base Naval de Turiamo, lo trasladó a La Orchila, donde a petición del propio Chávez lo esperaban el finado Cardenal Velasco y el Arzobispo de Mérida, Monseñor Baltazar Porras. En la compañía personal de estos dos ilustres prelados, permaneció Chávez hasta que, dado el vacío de poder, el General Baduel, su íntimo amigo y compadre, lo trasladó a Miraflores y lo restableció en la Presidencia. Esto no es cuento, es historia.

Este episodio, nada glorioso, había que borrarlo a como hubiese lugar. Los creativos de Miraflores se pusieron en acción. De ellos nació la leyenda de “que el pueblo enardecido, no el General Baduel, fue el que lo restableció en la Presidencia, y que los muertos del 11 de Abril fueron causados por Simonovis y sus compañeros y no por los pistoleros de Puente Llaguno. Ésta es la razón del ensañamiento contra Simonovis, y que ni la Conferencia Episcopal y el Papa pudieron lograr su indulto.

 

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