Siete años
¡Miente, miente que algo queda!
Siete años de una mentira repetida pero que ya nadie cree.
Siete años desde que inculpó, a través de sus lamesuelas mendaces, a los Comisarios Forero, Somonovis y Vivas, que pagan la que tal vez haya sido la más injusta condena legalmente disfrazada en este país.
Siete años en los que la ruina de Venezuela es ya palpable en todas las ciudades, campos y sectores de la vida nacional.
Siete años de sumisión por el miedo, la estolidez y la complicidad de esos muchos a quienes más les importan «espacios», buenas rentas y comodidades por sobre la dignidad de ser libres.
Mientras, el orate, como jugador de rugby que se hace del balón, sigue casi solo su desesperada carrera hacia delante: y hará el tanto si no se le detiene.
Después del tiempo transcurrido –más de cuatro meses- en los que ha acontecido de todo aquello que ningún país serio hubiese tolerado, pareciera que, en verdad, fue pírrica la tan cacareada «victoria» del 2 de diciembre.
Se burlaron entonces del mal empleo que creyeron hizo de esa palabra, ¿fue así? Lo sabremos después de la concitación de noviembre, cuando las smartmatics (ojo: smart) darán su postrer veredicto.
Será cuando se convencerán los pusilánimes y mentecatos de que la salida es la salida.
