Opinión Nacional

Si no tienes perro, caza con el gato

“ De cuando en cuando ocurría algo llamado revolución:
los esclavos se hacían matones, y viceversa”
Vladimir Nabokov
La verdadera vida de Sebastián Knight

Implacable y veloz es el olvido de los venezolanos. O quizá debemos afirmar que el recuerdo es lábil y acomodaticio en este país. Esa natural cualidad mental de los ciudadanos se manifiesta en ciertos aplausos ante los contados logros de la Misión Milagro y el cierre de ojos ante los pacientes asfixiados por la (%=Link(«http://www.alcaldiamayor.gov.ve/portal1/»,»Alcaldía Mayor de Caracas»)%) en días recientes. Es una maravilla esta negación automática de lo terrible, ese desplazamiento de las expectativas hacia los micro logros del régimen.

Familias enteras azotadas por el desempleo y forzadas a buscar dinero en los linderos de la dignidad, sonríen ante la misericordia presidencial ganada por el “amigo de un amigo” en “(%=Link(«http://www.alopresidente.gob.ve/»,»Alo Presidente»)%)” y sueñan con ese bingo político para mantenerse en la base de la (%=Link(«http://es.wikipedia.org/wiki/Pirámide_de_Maslow»,»pirámide de subsistencia»)%). Ese ejército amansado por el Poder de Chávez comparte el territorio con quienes escudriñan las grietas del sistema para arrastrarse hasta una licitación o un cargo anodino, pero bien pagado. Empresarios de hace una década, hoy son “lobbystas” profesionales a la búsqueda de dólares baratos o el perdón por haber cometido el máximo pecado del tercer milenio venezolano: firmar en el Referendo Revocatorio Presidencial.

928146 hogares venezolanos vivían en pobreza extrema en el 2002, según (%=Link(«http://www.ine.gov.ve/pobreza/menupobreza.asp»,»cifras oficiales»)%), y hace apenas unas horas quedó al descubierto en la Asamblea Nacional un intento del Presidente (nuevamente sí firmó) por aplicar un aciago IVA de 8% a la mortadela, margarina, queso blanco y pollo, últimos reductos de alimentación de los pobres. Pero ese ejército de hambrientos, que podría incendiar el país, está quieto, y asegura Teodoro Petkoff (Dos izquierdas, 2005) que es por las misiones, que “generan en mucha gente la opinión de que existe un gobierno que piensa en los pobres, que los tiene en lugar prioritario de su agenda”, lo cual es cierto, ya que los pobres son el activo electoral del oficialismo y su estrategia es cambiar hambre e intemperie por expectativas de un futuro pleno de dádivas y rentas, otra venta religiosa de bonos del más allá.

La Administración Chávez, lo evidencian sus propias cifras, es ineficiente, (%=Link(4162793,»corrupta»)%) y segregacionista, pero ha logrado operar, apoyada en los crecientes precios del petróleo, con atributos menores como el derroche exhibicionista, el escándalo y la seducción de sus vecinos regionales con petróleo, fuentes de empleo y discursos nacionalistas. El oficialismo no tiene al perro (hombres éticos y capacitados), pero sabe moverse con sus gatos (gente de izquierda con hábitos rentistas, que bailan al son de la retórica de “primero los pobres” y una oposición torpe, avariciosa e incapaz de unificarse), que lo han soldado al Palacio de Miraflores.

¿Cómo derrumbar este espejismo de revolución social? ¿Cómo hacer que despierten los venezolanos que votan a favor de “la revolución” o quienes se abstienen para combatirla? ¿Se puede relevar al chavismo con el “estilo indiferente” de gobierno practicado por adecos y copeyanos en los últimos tiempos de la democracia puntofijista? ¿Quién tiene un programa de gobierno que enlace la eficacia del libre mercado con instituciones democráticas fuertes y un claro sentido de soporte y educación para la mayoría pobre del país?

Hasta ahora, la oposición-rostro ha salido a cazar poder con la soberbia del amo y sin otro argumento que su linaje acuñado con el mismo saqueo petrolero del régimen chavista. Otras veces, esta oposición actúa como payaso en un circo de menudencias, criticando leyendas en el librito del CNE, reclamándole al Presidente de la Asamblea un retardo de veinte minutos o recitando en televisión las alocuciones presidenciales. Ansiedad, ceguera y muy poco tacto político son las características que definen a esta primera ola, ya derrotada, opositora. No obstante, sabemos que hay gente preparada, con sensibilidad social, sin ansias de escalada y con el carisma necesario para comunicar estas buenas nuevas al colectivo. Cabe entonces preguntarle a los «caudillos» que han hundido a sus partidos y al país con igual impericia, ¿ tendrán el coraje y la ética para apartarse del escenario político? La respuesta llegará en las elecciones parlamentarias de diciembre 2005.

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