Sí me miras, te quemo
Los delincuentes del patio han hecho célebre esta frase pretendiendo con ello ocultar la identidad frente a sus víctimas. Miles de venezolanos desde usuarios de busetas hasta habitantes en barrios y urbanizaciones han escuchado alguna vez este fatídico grito mientras los asaltantes blandían sus armas y despojaban a pacíficos ciudadanos de sus pertenencias.
Lo curioso es que las autoridades gubernamentales a imagen y semejanza de aquellos también han puesto de moda sus propias frases: “si lo fotografías te multo” o si lo publicas te cierro”. Las dos actitudes con claro trasfondo de maleantes llevan un idéntico mensaje: sométete y saldrás ileso.
A la revolución no le importa la inseguridad fruto de la violencia. Más bien la propicia. O es que no la origina cuando se desarma a las policías regionales y municipales. O cuando el presidente en sus peroratas televisivas predica el odio entre venezolanos y hace su apología.
Lo que preocupa al gobierno es que se conozca que la violencia cercena la vida de 16.000 venezolanos al año, por armas de fuego ilegalmente en manos del hampa organizada. O que se sepa de los 400 muertos anuales fruto de la violencia carcelaria responsabilidad de funcionarios inescrupulosos que negocian la entrada a esos recintos de armas y drogas.
Le que preocupa es la denuncia ya venga del extranjero como el caso del reportaje de periodistas españoles divulgado por CNN que deja al descubierto la hipocresía de la revolución, como también le molesta las fotos publicadas por la prensa nacional cuando de manera descarnada presenta la triste realidad de cadáveres en las morgues del país.
La revolución está atrapada en sus contradicciones: siembra odio y cosecha violencia y destrucción de vidas humanas en su mayoría los más jóvenes, pobres y desasistidos.
