Sí es posible
Desde que la Constituyente aprobó la Ley Especial del Distrito Metropolita-no de Caracas, dijimos que se trataba de un auténtico esperpento que poco ayudaba a alcanzar la ansiada gobernabilidad de nuestra maltratada capital. Pero también dijimos que no por ello estaba todo perdido: el haber creado la fi-gura del Alcalde Metropolitano abría una posibilidad real si en él y los cinco al-caldes municipales se manifestaba la voluntad política de construir ciudad. La-mentablemente, con independencia del comportamiento de los otros actores, esa posibilidad no se dio ni con Peña ni con Barreto: al primero no le interesaba la AM y el segundo ha confesado que llegó allí para destruirla (y despilfarrar una fortuna que no era suya sino del pueblo caraqueño).
El panorama cambió a raíz de las elecciones de noviembre de 2008: a la Alcaldía Metropolitana y cuatro de las cinco alcaldías municipales llegaron per-sonas que no sólo han expresado la disposición a trabajar en equipo, sino que entienden que ese es el único camino posible para satisfacer las postergadas ex-pectativas de los caraqueños. Quizá la manifestación más evidente del nuevo espíritu sea la integración de la Junta Directiva del Instituto Metropolitano de Ur-banismo: al Alcalde Metropolitano corresponde la designación de cinco de sus seis integrantes; sin embargo, en aras de facilitar la gobernabilidad tan necesaria para poner en marcha a Caracas y asumiendo riesgos inocultables, en la prácti-ca cedió esa competencia a los alcaldes municipales, quienes propusieron a las personas que consideraron más idóneas. Sin embargo, después de un mes hay una silla que sigue vacía: la del director que debería designar el alcalde del Mu-nicipio Libertador; un vacío no indiferente si se considera que representa la mitad de la población del Distrito Metropolitano. Las autoridades de media ciudad han demostrado sobradamente su voluntad de concertar esfuerzos para avanzar hacia el futuro y no cejarán en su voluntad de incorporar a la otra media. Si la gestión fracasara será fácil encontrar al responsable. Sin embargo, no tendrá la ocasión de exhibirse como mártir de una revolución tan dudosa; en todo caso aparecerá como otro de los peones de una disparatada ambición de poder.