¿Será un divertimento?
Cada día, a través de la prensa, recibimos sorpresas. La de esta semana, cuando se debate entre los pormenores de la maleta -que no tiene origen, ni destino, ni razón de ser- y la audaz propuesta de modificación de la Constitución, aparece que se quiere modificar la hora legal de Venezuela.
Como escribe Jeanette Herrera en El Universal del pasado martes, desde 1965 se fijó la actual relación de la hora de Venezuela con la del resto del mundo optando por la determinación del tiempo con base en el meridiano correspondiente a los sesenta grados de longitud oeste. Esto quiere decir que la hora legal para todo el territorio nacional antecede en cuatro horas a la correspondiente al meridiano de Greenwich.
La propuesta presentada el pasado domingo a través del órgano oficial de comunicación “Aló Presidente” consiste en agregarle treinta minutos a la hora legal actual.
No somos dogmáticos a la hora de tratar este tema. De hecho, en abril de 1995, publicamos en estas mismas páginas –entonces no eran digitales- una nota que titulamos “Integrar la hora” donde escribíamos sobre la conveniencia de hacer coincidir la hora legal venezolana con la de Colombia, dado que para entonces el comercio entre ambos países era auspiciosamente elevado.
Decíamos hace doce años: “Decidir si conviene adoptar la hora de Venezuela o la de Colombia solo tiene que ver con la conveniencia del ahorro de energía en función del amanecer y del ocaso en las ciudades extremas, Cartagena y Medellín por el Oeste y Cumaná y Porlamar por el Este”.
Dar el paso propuesto nos parece una insensatez por varias razones.
Tener la hora legal con medias horas de diferencia con el resto del mundo nos coloca nuevamente en una situación que no se repite. Entendemos que existe un acuerdo internacional, firmado hace muchísimos años, mediante el cual todas las diferencias horarias entre países se expresan en horas completas, es decir, que los trescientos sesenta grados de la circunferencia terrestre, para fines horarios se dividió en veinticuatro husos de quince grados de longitud, cada uno.
Actualmente, la hora legal de Venezuela coincide con la de Santo Domingo y Puerto Rico, con la de la parte occidental de Brasil, con la de Bolivia, con la de Paraguay y con la de Chile y solo difiere en una hora, en exceso o en defecto, con las que tiene el resto de los países suramericanos. Al mover media hora, de acuerdo a lo propuesto, no coincidiríamos con nadie, tendríamos hora y media de diferencia con Colombia, con Ecuador y con Perú. La situación con Centroamérica también empeoraría.
Si fuera sincera la propuesta y lo que se persigue es hacer nuestros horarios más humanos, bastaría con modificarlos. Nosotros nunca hemos entendido, aunque comprendemos la justificación, porqué los niños tienen que acceder a sus colegios a las siete de la mañana. En todas las familias somos testigos de cómo los menores salen de su casa en actitud cercana al sonambulismo.
Creemos que la propuesta se debate entre dos opciones: O se quiere consagrar una huella personalista o se quiere propagar un divertimento o punto de distracción que cambie los focos de la atención pública. De lo contrario, es un monumento a la ignorancia.