Ser venezolanos

Cuando uno piensa que ya vio todos los exabruptos lo que ha tenido que ver de esta revolución “bonita”, siempre ocurre algo que nos devuelve a la realidad de que no lo hemos visto todo. Y muchos piensan que ahora es cuando falta para verlo “todo”.

 
El exabrupto al que me quiero referir en esta ocasión, es la propuesta de la diputada Iris Varela de revocarle la nacionalidad a Marta Colomina, Norberto Mazza, Napoleón Bravo y a Gustavo Cisneros. Tan exabrúptica fue la propuesta, que algunos de sus compañeros del Bloque de Cambio ni siquiera la suscribieron.

 
La pregunta es: ¿qué es ser venezolanos?… Porque ser venezolanos por haber nacido en Venezuela no es una escogencia personal. Por supuesto, el hecho no desmerita a quienes nacimos aquí y asumimos nuestro gentilicio con orgullo y dignidad. Pero el hecho eleva  a quienes eligieron serlo. Ser venezolanos por elección, venezolanos porque así lo quisieron, es algo que los venezolanos por nacimiento debemos agradecer de corazón.

La semana pasada me sentí muy orgullosa de ser venezolana, cuando escuché a Marta Colomina conmovidísima por la radio, porque una señora le había escrito que ella era “más venezolana que las arepas”. Y estoy segura de que Marta se siente así.

 
Y es que ser venezolano es sentir que esta tierra es lo suficientemente grande para acoger y acobijar a quienes la necesitan. Es tener la certeza de que aquí cabemos todos, porque somos lo suficientemente amplios no sólo para hacer espacio, sino para respetar el espacio de los demás. Es tener el orgullo de que nos quieran al país como se quiere a los progenitores. Es saber que nuestra patria es tan generosa, que se convierte en patria para quienes nacieron en otras tierras.

 
Ser venezolanos es estar conscientes de que a pesar de los defectos que tenemos, nuestras virtudes nos convierten en un país en el que se vive a gusto, donde se puede surgir a través del trabajo, y donde la sociedad es permeable porque no existen grandes diferencias.

 
Ser venezolanos es comer hallacas en Nochebuena, degustar del pabellón con barandita como se degusta cualquier otra exquisitez, y enorgullecernos de que poseemos el mejor cacao del mundo, mientras queremos y nos esforzamos por insertarnos en un mundo globalizado.

 
Ser venezolanos es querer defender nuestra imperfecto pero siempre perfectible sistema democrático. Ser libres de sentir, hacer y decir lo que queramos, como la mayoría de nosotros lo aprendimos, porque nacimos en democracia. Es sentir en la piel cuánto nos duele el país.

 
Por eso, ser venezolanos no es cuestión de haber nacido o no aquí. Es cuestión de sentirlo. Y quien lo ha sentido, no va a permitir que le revoquen su nacionalidad. Y la casi totalidad de los que hemos nacido aquí, que lo sentimos, tampoco lo permitiremos.