Señales inútiles
Queremos referirnos hoy, en primer lugar, al poco cuidado que ponen quienes tienen la función y la responsabilidad de colocar las señales que regulan el tráfico en las distintas zonas de la ciudad. Evidentemente, solo podemos hacer uso de nuestra experiencia en los limitados espacios que usamos en la capital de la República.
Primero nos ocuparemos de los semáforos que con poco criterio se colocan en muchas intersecciones. La industria que ha desarrollado los semáforos, en tiempos recientes inventó colocarle un reloj de colores que va anunciando, segundo a segundo, el tiempo que tiene que transcurrir antes de que el aparato cambie de señal. Es impresionante experimentar cuanto se abrevian los tiempos de reacción de los conductores y cuanto, esta sencilla medida, mejora las condiciones del tráfico de la ciudad.
Pues resulta que en días recientemente pasados se había instalado uno de estos maravillosos equipos en la intersección de la Avenida Francisco de Miranda y la avenida que viene desde la Autopista del Este hacia Los Dos Caminos. Por muy pocos días constatamos la mejoría producida.
Con el mismo sigilo conque fueron colocados los modernos equipos y sin que mediara opiniones ni adversas ni favorables, los relojes desaparecieron y volvimos al sistema antiguo, esperar que cambien las luces.
En la misma zona, frente a la entrada principal del Parque del Este, colocaron unos semáforos sobre la misma Avenida Francisco de Miranda, tanto en la vía que conduce al este como en la que viene de esa dirección. La función de dichos equipos es la de proteger el paso de los peatones, peeeero, la realidad es que casi siempre, por falta de peatones, los conductores hacen caso omiso de las luces protectoras y en consecuencia, si algún conductor quiere respetar la señal roja, corre el riesgo de ser chocado por los conductores de la casi totalidad de los vehículos que irrespetan la señal emitida por el semáforo. Hace el papel de tonto.
Cuanto se solucionaría la posibilidad de infracción y se le daría importancia a la función del semáforo si el equipo estuviera dotado de un botón a cada lado de la vía, que pudiera ser activado por el peatón que quisiera atravesar la avenida. Así, se le quitaría el remordimiento a quienes no hacen caso de las luces rojas y se disminuirían las interrupciones del tránsito que produce una señal inadecuada.
Desde nuestro punto de vista, también existen muchísimas señales, del catálogo de señales internacionales de tránsito, que se ubican con poco o ningún criterio. Solo un ejemplo.
Sobre la primera transversal de La Castellana, al llegar a la urbanización Altamira, existe un cruce que, cuando hay una afluencia importante de vehículos, se transforma en un nudo gordiano.
Algún burócrata de a pié llegó a la conclusión de que impidiendo, a los vehículos que vienen del oeste, cruzar a la izquierda, se solucionaría, o mejor dicho, se aliviaría la situación. Resulta que si se acata la señal y se continúa hacia el este, no se puede seguir hacia la parte alta de Altamira ni continuar en la dirección este, pues al llegar a la Avenida Don Bosco es obligatorio cruzar hacia el sur. La consecuencia es que todo conductor que quiere continuar al este o a la parte alta de Altamira…tiene que violar los dictados de la señal.
Cuando extrapolamos, en segundo lugar, las observaciones de las señales que nos emite el régimen que oprime a la sociedad venezolana, que no nos parecen inútiles, lo que observamos es que la ciudadanía y muy especialmente quienes respaldan a la oposición, tiene reacciones inútiles o inexistentes, es decir, NO PASA NADA. El espacio es insuficiente para hacer ejemplos.
Es necesario que, cuando las señales son producidas o colocadas por gentes de poco criterio, la colectividad reaccione con los mecanismos que la misma sociedad les dota.