Opinión Nacional

Se puede ser marxista y bolivariano

Su Simón Bolívar es el mismo de Marx

Para el hombre de la calle, hay dos maneras de recibir las afirmaciones de un dirigente del país, según sus simpatías: o creerle o no creerle. Un historiador profesional no procede así, o no debería hacerlo.

Lo primero es recibir esa afirmación sin prejuicios: sólo se sabrá si el susodicho miente o dice la verdad luego de un examen detallado de la sentencia y su contexto, o sea lo que los historiadores llaman crítica interna.

Cuando el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela afirma ser marxista, no hay que ver allí sólo su infantil deseo de imitar a Fidel Castro, creyendo que como aquel lo hizo después de Playa Girón, declararse marxista le ganaría a él también los titulares de toda la prensa en el universo mundo. No fue así, pero la profesión de la fe queda, como desde hace milenio y medio expresan con voz gutural la suya los muecines desde sus minaretes.

Qué significa «asumir»

Queda sólo averiguar si quien dijo aquella frase mentía a sabiendas, o sin saberlo, o decía la verdad. Y para ello, se debe comenzar por precisar si lo dijo, qué cosa dijo, y cómo. Su frase exacta no fue «yo soy marxista», sino»yo asumo el marxismo». Para el Diccionario de la Real Academia, asumir es»tomar para sí, aceptar, adquirir».

Como al mismo tiempo, el susodicho se proclama bolivariano, lo primero debe precisarse entonces qué cosa sea lo que él toma para sí, acepta, adquiere.

Karl Marx escribió muchísimo y, en la medida de sus posibilidades actuó, un tanto menos; tuvo algunos aciertos y cometió no menos errores. Simón Bolívar escribió menos y actuó mucho más, tuvo algunos aciertos y cometió no menos errores. Como suele suceder con semejantes personajes históricos, tienen sus partidarios y sus adversarios, quienes los adoran y quienes los aborrecen.

Pero eso no es lo más importante, sino el hecho de que dentro de un mismo campo, hay quienes sienten atracción por un aspecto y otros por el contrario, del mismo modo que, en la cultura cristiana, hay quienes actúanobedeciendo el mandato de Dios y otros que adoran al Diablo.

Seguir el modelo

Pero no es sólo cosa de palabras, sino de una actitud permanente. En su acción diaria, quien se declara a tambor batiente que su modelo es éste o aquel grande hombre, se supone que actúe como él, o como la imagen que le ha llegado a través de sus lecturas o de la palabra de alguien a quien considera de un intelecto superior al suyo, a quien trata como «su hermano mayor o su padre» (sic).

Vayamos por partes. Cuando el teniente coronel se proclama bolivariano, habría que preguntarse si puede llamarse tal un hombre que ha demostrado en diversas oportunidades que frente al peligro se le enfría el guarapo, para decirlo con esa elocuente expresión coloquial. Hacerlo una vez, como le sucedió el 4 de febrero de 1992 pase; pero hacerlo de nuevo en abril del 2002, lloriqueando y pidiendo la absolución a un cura que siempre ha jurado detestar, eso pasa la raya.

Un hombre así es lo que en el mismo venerable DRAE citado más arriba se llama «cobarde»; pero no por eso deja de ser bolivariano, según cierta visión del Libertador.

Sólo en su imaginación

El mismo personaje, temblando ante las posibilidad de un atentado que parece existir sólo en su afiebrada imaginación, casi como primera acción de su gobierno «estableció un escogido cuerpo de tropas bajo el nombre de guardaespaldas y se rodeó con el aparato de una corte». Sus decisiones de gobierno son fruto de la improvisación, pues «es incapaz de todo esfuerzo de largo aliento». Su gobierno, buscando por todos los medios transformarse en dictadura, pronto ha degenerado «en una anarquía militar, en la cual los asuntos más importantes han quedado en manos de favoritos que han arruinado las finanzas públicas y luego han recurrido a medios odiosos para reorganizarlas» (devaluación, expropiaciones) .

Ha consagrado como héroes internacionales a personajes impresentables como Idi Amin o al-Bashir, y en Venezuela a cuatreros (Maisanta) o simples bandidos como «el Chacal» y los pistoleros de Puente Llaguno. Usa en sus interminables alocuciones públicas el lenguaje de los porteros de burdel. En una palabra, ha glorificado lo que en buen español se llama «la canalla», donde así se incluye.

Yo digo que sí

Volvamos a la pregunta inicial: ¿puede considerarse bolivariano un hombre así? Me pronuncio por responder que sí: depende del cristal con que se mire.

Él mismo acaba de declarar que asume, acepta, adquiere, el marxismo. Como un viejo principio del derecho penal reza que a confesión de parte, relevo de pruebas, está pues diciendo que acepta, y toma como modelo una determinada percepción de Simón Bolívar, la misma que Karl Marx expresara en la New

American Ciclopedia y en su famoso texto Herr Vogt, y que copiamos a la letra: [Bolívar] … estableció un escogido cuerpo de tropas bajo el nombre de guardaespaldas y se rodeó con el aparato de una corte. Pero como la mayoría de sus compatriotas, era incapaz de todo esfuerzo de largo aliento Y su dictadura degeneró pronto en una anarquía militar, en la cual los asuntos más importantes quedaban en manos de favoritos que arruinaban las finanzas públicas y luego recurrían a medios odiosos para reorganizarlas. [Bolívar esel]  «canalla más cobarde, brutal y miserable».

 

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