Se murió el loquero
Uno de los artículos más lúcidos de estos últimos años lo escribió el embajador e historiador Santiago Ochoa Antich y fue publicado el 22 de agosto de 2005 en Venezuela Analítica. Se llamaba «¿Volverá el loquero?».
En una interesante disertación, Ochoa Antich refiere que a pesar de que el general Gómez ha sido el «loquero» más conocido de nuestra historia, tal vez por la frase atribuida a Laureano Vallenilla Lanz cuando se enteró de la muerte de Gómez, «se murió el loquero de Maracay», Gómez no tiene la exclusiva. Ha habido varios «loqueros» que nos han gobernado: el primero fue el tirano Lope de Aguirre, quien trató de detener el bochinche en que se había transformado la conquista.
El segundo fue Bolívar. La Guerra a Muerte fue en contra de personajes como Domingo Monteverde y José Tomás Boves hasta que termina la dominación napoleónica en España y la figura del pacificador Pablo Morillo cambia la forma de la Guerra de la Independencia. Años más tarde, ante el fracaso de Bolívar de instaurar el orden, sobre todo el administrativo, Páez es el «loquero» que evita males mayores al separarse de la Gran Colombia. Después de la muerte de Páez, los locos siguen sueltos hasta el fin del gobierno de Cipriano Castro.
Gómez tuvo éxito en amarrar bien a sus locos durante 27 años, pues como Bolívar, «sabía que lo importante era fabricar riqueza y esa no se logra sin orden administrativo». Santiago Ochoa ve un nuevo período de locos sueltos a partir de los años 70 en «el espíritu que busca cosechar entre el bochinche… la Gran Venezuela, la del Miami tá barato, dame dos, los cero cupón de Pedro Tinoco y la gran crisis bancaria».
Muchos pensaron que Chávez, con sus críticas al «despilfarro puntofijista» pondría orden, al menos en lo que se refería a corrupción. Pero todos conocemos el despelote que ha resultado la fulana «revolución». Ochoa Antich se murió esperando al nuevo «loquero», sin sospechar que lo tenía enfrente.
Diosdado Cabello nos informó la semana pasada que Chávez era el «cuerdo de esta revolución». De manera que los locos están sueltos y no hay quien los controle porque se murió el loquero. No quiero sonar alarmista, pero así empiezan las guerras civiles. No echemos por la borda 100 años de paz.