Se cae el gobiernito
La gobernabilidad es un concepto único, indesprendible del mandato otorgado, que no admite dudas o el desconocimiento manifiesto de los grupos gobernados. Reconocemos al gobierno, en tanto y cuanto el reconoce nuestros legítimos derechos. Cuando los gobiernos necesitan desconocer nuestros derechos, o interpretarlos a su antojo, se conducen en un camino sin retorno en el que cada día pisan más claramente la raya de la ilegalidad.
El gobierno que requiere de violencia para ejercer su acción, pierde la investidura que dice poseer. En las cercanías de la Embajada de Cuba, unos militares arremetieron contra una protesta pacifica y contra los periodistas que cubrían la noticia. Violencia verbal en la Asamblea, violencia verbal del vicepresidente de “todos” los venezolanos y represión del ejército que nunca más –palabras de Chávez- expresaría violencia contra el pueblo.
Este gobiernito está perdiendo las formas.
Un puñado de estudiantes nos demostró cómo se defiende el derecho a la protesta. Allí se encendió de nuevo el espíritu combativo de nuestra juventud. Venezuela pide calle para respaldarlos. Respaldemos nuestro derecho a la protesta -pues cuando se pierda- no quedará otra que bajar la cabeza ante los desmanes de un gobierno que no entiende como convivir con la mitad de los venezolanos que lo adversa. Ponga un pie en Chuao para demostrar que usted tampoco está de acuerdo con esta extensiva entrega de nuestra soberanía al gobierno cubano y a la ya inconcebible ausencia del presidente electo.
No se puede jugar indefinidamente con la mentira, el ocultamiento y la transformación de verdades en cuentos, con el único propósito de mantener la posibilidad de seguir gobernando. No se puede continuar una farsa que intenta convencernos de que estamos gobernados por un Chávez telepático que da órdenes desde La Habana y que luego de más de dos meses no ha podido levantar un teléfono para hablarle al país. El Carnaval se terminó hace días, pero siguen disfrazados.
Trabajar en los problemas reales del país quedó a un lado, pues lo único importante es sostener a esta manida revolución que no produce sino malos resultados. Menos petróleo, menos hierro, menos alimentos, menos dólares y más deudas para la nación. Ahora una devaluación es “buena” disfrazada de optimización cambiaria y con la negación de una realidad de precios que le golpea en las narices a todo cristiano que sale a comprar algo. Pida un boleto aéreo para que entienda lo que significa una devaluación. Olvídese del favorcito que le hicieron vendiéndole un Sitme a precio subsidiado y gástese de a poquito la tarjeta de regalo de Amazon. Se acabo la fantasía.
Los gobiernos que gritan, se escuchan poco.