Opinión Nacional

Santos: el nuevo héroe de Chávez y las FARC

Hasta donde puede la retroizquierda (que también llaman borbónica o
castrochavista) torcer los principios y políticas que tan sacrosantamente predica y dice practicar, puede saborearse en el caso de Juan Manuel Santos, el recién electo presidente colombiano que, luego de pasar 4 años acusado de ser la “bestia negra” y enemigo público No 1 de la paz de Colombia, Ecuador, Venezuela y toda Sudamérica, de narcotraficante, mafioso y genocida, ahora es saludado como “señor” y “presidente entrante”, amigo y jefe de estado razonable que puede rehacer los entuertos que, supuestamente, hizo su antecesor, Álvaro Uribe.

Transfiguración que, si recordamos, también sufrió, pero en sentido inverso, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, saludado como “bueno, pacifista y amigo de los pueblos y pobres del mundo”
durante la campaña electoral que lo llevó a la presidencia y era percibido como anti Bush (el Uribe de la política norteamericana) y tratado después como “imperialista, terrorista, genocida, bushista, gran garrote, traidor” y un enemigo al que se debía combatir y desacreditar, luego que decidió enfrentar y derrotar a los enemigos internos y externos del país que lo había elegido.

Otro caso que merece mencionarse es el del presidente de México, Felipe Calderón, calificado de “ilegítimo, ladrón de votos, y cachorrito de Bush” mientras pareció que seguiría la política de su predecesor, y compañero de ideas y partido, Vicente Fox, (crítico sin tregua de Chávez, los Castros y las FARC), pero que en cuanto de vio venía con ánimos de cerrar el pico, y no darse por aludido de los atropellos a la democracia que se ejecutan a diario en los países donde gobierna el castrochavismo, es tratado con indiferencia, y si no …con cariño.

Tampoco debe olvidarse el calvario del expresidente chileno, Ricardo Lagos, al principio de su gobierno crítico de Chávez, y después obligado a callar, cuando el teniente coronel lanzó a su compinche, Evo Morales, contra él y su política exterior, y dijo que soñaba bañarse en una de las playas que Chile le había robado a Bolivia,

En otras palabras: que la única vía para que Santos mantenga la “indiferencia, y si no… el cariño” de Chávez, Fidel Castro, las FARC y adláteres de la retroizquierda, es comportándose como Calderón o Lagos, y no como Obama, haciéndose la vista gorda de la destrucción de la democracia y del estado de derecho en los países donde imperan los “retros” y, lo que es más importante, negándose a ver las amenazas contra la paz colombiana y del continente que acecha desde sus vecinos del norte y el sur y que es una fórmula para mantenerlo a raya si Chávez, Fidel Castro y Alfonso Cano juzgan que pone en riesgo la “paz farista y castrochavista”.

Asignatura tanto más difícil de aprobar si tomamos en cuenta que, Santos, como Obama, tiene una política de seguridad y defensa nacional que atender y fue electo con el voto de una mayoría abrumadora de colombianos, no para que caiga en las carantoñas de los enemigos internos e externos de Colombia, sino para que continúe la política de Álvaro Uribe de combatirlos, tenerlos al borde de la derrota y obligarlos a unas negociaciones de paz donde no pierda el pueblo colombiano.

Y para ello es indispensable que oiga las propuestas “de paz y amor”
de leones vegetarianos, y halcones sin garras como Chávez y Correa, pero sin perder de vista que los mismos actúan como aliados de las FARC, y en la idea, de que una negociación sin compromisos y un cese al fuego que no conlleve la liberación de los secuestrados, la entrega de las armas y la desmovilización de los guerrilleros, es simplemente preparar las condiciones para una guerra futura quizá más cruel, devastadora y sangrienta que la actual.

Se debe sospechar, igualmente, en la oferta de negociación del ahora también pacifista, comandante general de las FARC, Alfonso Cano, quién, primero dijo que la elección de Santos era producto de un gigantesco y escandaloso fraude, pero que en la medida que ha percibido que existe la posibilidad, la remota posibilidad, pero posibilidad al fin, de que Santos resulte un Felipe Calderón y no un Barack Obama, ha corrido a anotarse en el “santismo” de la retroizquierda que tiene como sumo sacerdote a Chávez, el hombre que vociferó hace menos de 2 meses que rompería relaciones “totales” con Colombia si el presidente electo era el hoy presidente “entrante”.

A este respecto, lo que hay que subrayar es que se trata, en primer lugar, de una propuesta de paz de un Chávez aislado en el continente, con las manos fuera de Centramérica y el Caribe después que el liderazgo político y militar hondureño evitó que el país de Morazán se colocará bajo su órbita, y de una Colombia, que no solo apoyó la política del presidente Uribe de enfrentamiento con las FARC, ELN y otros grupos subversivos, sino que eligió, abrumadoramente, para sucederlo, al hombre que había sido artífice y voz principal de esa política, el entonces ministro de la Defensa, Juan Manuel Santos.

Para colmo, los países democráticos de la región (Colombia, Perú, Chile, Brasil, Uruguay) y los no tan democráticos (Argentina, Paraguay), escapan a la recesión global, crecerán con promedios de entre 3 y 7 puntos en el 2010 y convierten a la región en el primer foco de atracción de inversiones del mundo occidental, en tanto que la Venezuela del ciclo alcista de los precios del crudo, se sumerge en la crisis y será con Haití el otro de país de crecimiento negativo en la región durante el año en curso.

O sea, que es un país devastado, pero no por el terremoto que redujo en un 70 por ciento a la infraestructura haitiana, y fue la causa de 200 mil fallecidos, sino por el empeño de Chávez en desatar en Venezuela un terremoto aun peor, como es imponerle a los venezolanos a la machimberra, y a trancas y barrancas, un modelo inviable, anacrónico y que se ha revelado como consumidor neto de energías y recursos, pero sin ningún fin ni resultado específicos, como no sea otro que darle base a una dictadura atroz, monstruosa y supercaciquista que, de paso, le permita pasearse por el mundo dándose ínfulas de “redentor, amigos de los pobres y salvador de la humanidad”.

De qué tipo de estafa, engaño, maleficio y catástrofe estamos hablando, puede percibirse volteando a ver a la destruida Cuba, devenida en una economía y sociedad en ruinas, viviendo de las ayudas que le suministra Chávez y otro países del continente y UE, y por tanto, tratando de zafarse de una coyunda que le ha significado la pérdida de 55 años de historia y su conversión en unos de los países más pobres de la región y del mundo.

Caso que no es distinto al de ese país y sociedad sui géneris que llaman las FARC, aun con 12 mil hombres en armas, y territorios importantes, aunque selváticos, bajo su dominio, pero con la economía por el suelo en la medida que la siembra, producción y transporte de cocaína ha descendido dramáticamente y los ingresos de industrias como el secuestro, también caen en picada.

De modo que, tiempo para sacar la bandera blanca y apostar a que un presidente “entrante” como Santos, sea distinto al “saliente” Uribe, y hablar de paz, de negociaciones y de la hermandad de todos los colombianos y de venezolanos y colombianos.

Y ojalá que se logre, pero sobre la base de negociaciones que no ignoren que Chávez le está dando protección y abrigo en Venezuela a los guerrilleros de las FARC y el ELN derrotados en Colombia, y que negociaciones de paz sin liberación de los secuestrados, entrega de las armas y la desmovilización de los irregulares, es preparar las condiciones para una guerra más cruel, cruenta e implacable que la que se ha conocido hasta ahora.

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