Santiago Ochoa Antich
El sábado 15 de diciembre falleció mi hermano Santiago, después de una dolorosa enfermedad. En nuestra familia deja un profundo vacío. Su esposa Margarita y sus hijos han sentido un inmenso dolor. Era un esposo abnegado y un padre amoroso. Un excelente ejemplo de jefe de familia. También fue un hijo y un hermano excepcional. Siempre solidario en los momentos difíciles de la vida. Así lo vi acompañar a mi madre durante las prisiones políticas de mi padre. En más de una oportunidad, recibí de él el consejo oportuno y, porque no decirlo, la reprensión ante alguna travesura inaceptable.
Santiago tenía una personalidad muy particular: inteligente, culto, perspicaz, agudo en sus observaciones, duro en sus críticas, firme en sus conceptos, grato en el trato, amable y caballero. Un caraqueño de otros tiempos. Conversador incansable, de fino humor, hacía más que gratas las tertulias que frecuentaba. Siempre tenía el chiste apropiado para hacer reír a los contertulios. En otras oportunidades se enfrascaba en largas discusiones para imponer sus criterios. Normalmente, salía derrotado ante la unanimidad de los conceptos que le oponían las otras personas que asistían a esas reuniones. Pasado el tiempo, todos teníamos que reconocer que la razón la tenía Santiago. Al tener que dársela se reía y decía con humildad: “ese ha sido mi trabajo toda la vida. Conocer que va ocurrir en un país sin que las embajadas de Venezuela hayan tenido jamás un servicio de inteligencia”.
Bien formado intelectualmente. Estudió la primaria y el bachillerato en el colegio San Ignacio, dirigido en esos años por ese extraordinario jesuita que fue Jenaro Aguirre. Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de Alabama y de historia en la Universidad de Livingston, dominaba esos temas a profundidad. Publicó dos interesantes libros titulados: “El gigante de las Siete Leguas” y “Crisis y Respuestas”. En el primero analizó, con particular acierto la tendencia expansionista de los Estados Unidos hacia la América Latina y el Caribe, resaltando como las propias debilidades de nuestros pueblos facilitaron y permitieron ese expansionismo. En el segundo libro criticó con dureza las equivocaciones del gobierno de Luis Herrera Campíns. Al leerlo queda uno sorprendido como visualizó, con tiempo suficiente para rectificar, los errores que nos conducirían al Viernes Negro y a la crisis de la democracia representativa en Venezuela.
Articulista de opinión de gran fuste, desde su juventud escribió interesantes y polémicas columnas en diarios venezolanos: La República, el Nacional y El Universal. Desde El Diario de Caracas le hizo fuerte oposición al gobierno de Luis Herrera Campíns, señalando sus errores y desaciertos. En estos últimos años mantuvo una interesante columna que tituló “Camino de Santiago”, publicada en Reporte Diario de la Economía, y un artículo semanal en Analítica criticando con severidad al régimen de Hugo Chávez. Perspicaz como era, entendió la equivocada orientación de la oposición venezolana en los primeros años del chavismo. Fue un duro crítico del 11 de Abril y del golpe de Estado, de la huelga petrolera y de la denuncia de fraude del referendo revocatorio. En estos últimos años coincidió con la nueva orientación de la oposición y tuvo la certeza de la posibilidad de derrotar a Hugo Chávez en el referendo aprobatorio de la Reforma Constitucional.
Funcionario del Servicio Exterior venezolano, hizo una larga carrera diplomática de más de treinta años. Se inició el 1962 como Tercer Secretario en la Embajada de Venezuela en la República Federal Alemana. Posteriormente fue Segundo Secretario y Encargado de Negocios a.i. de Venezuela en la República Árabe Unida, en Dinamarca e Israel, así como Vice Cónsul en Milán. En 1974 fue nombrado consejero en la Embajada de Venezuela en Guatemala y en 1976 fue ascendido a embajador, designándosele para Barbados. A partir de ese momento fue embajador de Venezuela en El Salvador, Paraguay, Jamaica, San Vicente y las Granadinas, Canadá y Austria. En todos esos cargos representó con gran dignidad e idoneidad profesional a nuestro país. Definitivamente, un venezolano de excepción.