Santa Cruz de Mora, pueblo despreciado
Dos vías de acceso son las que hay en el estado Mérida para llegar hasta la capital, usando la carretera Panamericana que llega a El Vigia, la vieja, es la que recorre el caserío de La Palmita y el pueblo de Mesa Bolívar, ésta llega al puente La Victoria, donde en una encrucijada se desprende otra vía hacia el poblado de Santa Cruz de Mora; la otra, es la autopista Rafael Caldera, que conecta a Mérida con El Vigia, por un sistema de túneles que atraviesan las imponentes montañas y que ahorra el viaje que en tiempos pasados se hacía de manera tardía y peligrosa por la antigua vía.
Cuando finalizaron la construcción de la autopista, la vía de La Palmita fue completamente abandonada, al punto que semanas antes de la tragedia producida por la vaguada, estaba colapsada y no había paso por esa vieja carretera, ante la mirada indiferente de las autoridades “revolucionarias” regionales; comenzó a llover y ya para el miércoles 9 de febrero, se declara colapsada la autopista Rafael Caldera, debido a que inmensos derrumbes y deslaves que son constantes en esa vía, no permitían el transito en ningún sentido, la situación se agrava con la fuerza de la vaguada que se instaló en la región por varios días; la solución que dan los improvisados funcionarios gubernamentales es desviar a los conductores por Santa Cruz de Mora, para conectar con Tovar-Zea y llegar hasta El Vigía, cuestión que ocasionó trancas descomunales desde la perimetral del pueblo hasta un sector llamado El Tabacal, cuentan vecinos del pueblo, que eran colas a lo largo de unos cinco a cuatro kilómetros bajo la inclemente lluvia y ya las quebradas estaban empezando a crecer, de hecho algunas ya habían causado estragos a conductores y derrumbes pequeños que dificultaban más aun la posibilidad de transitar normalmente por allí.
Para el viernes 11 de febrero, la tragedia ya era inevitable, el río Mocotíes reclamó su cauce y con furia arrasó desde el caserío La Playa, los pueblos Tovar y Santa Cruz de Mora, todo lo que encontró a su paso, llevando la peor parte quienes estaban en las colas de vehículos porque la carretera Tovar-Santa Cruz, va de manera paralela al Mocotíes a lo largo de unos quince kilómetros y entre ambos pueblos hay un valle que ha surcado dicho río, en el cual se encuentran cualquier cantidad de aldeas y asentamientos campesinos que fueron destruidos, de allí que en las pocas imágenes televisadas se veían cualquier cantidad de autobuses, carros, camiones, etc., arrasados por el lodo, entonces, el negligente gobierno regional, le dijo al país que solamente hubo treinta y dos muertos de manera oficial; hay quienes afirman entre los pobladores que hasta hicieron fosas comunes, cuestión que no está verazmente documentada.
Duele mucho la indiferencia que han tenido hasta los grandes medios de comunicación (quizás en complicidad con el régimen, escudados ante la población con la Ley Resorte) con esos pueblos andinos, donde su gente se ha destacado por su amabilidad y hospitalidad con los foráneos, pueblos que recibieron muchos damnificados de Vargas, han ocultado la verdad porque detrás de ella está la negligencia de un gobierno que de manera incomprensible es dirigido por militares y en materia de estrategia y logística han demostrado la peor ignorancia y negligencia jamás vista en otras ocasiones y quizás nunca exhibida por gobierno de civiles.
Hoy la triste situación de los “santacrucenses”, los ha obligado a rehabilitar con mucho sacrificio su propio terruño, ante el abandono en que fueron dejados una vez terminó de llover, así paga el diablo, lo más irónico es que vaya usted a Santa Cruz de Mora y diga algo contra el Presidente para que vea que sale con las tablas en la cabeza, sin embargo ese señor con su gesto arrogante los ha despreciado.
