Samán, tu quoque
La manía del magnicidio que el comandante barinés heredó de su padre Castro fue transmitida a Nicolás, quien ya se ha señalado a sí mismo como objetivo, lo que le obligó a suspender su anunciada visita a la Asamblea de las Naciones Unidas a su regreso de China. Ahora Samán, después de su desatino con lo de los buhoneros, nos da una declaración que parece dar a entender que su nombre debe ser incluido en esa lista.
Samán se calificó a sí mismo de “chivo”, al comentar el asalto del que fue víctima y que supuestamente pudo costarle la vida. Salvo su testimonio y el de sus espalderos poco se sabe sobre lo ocurrido. Se informa que los asaltantes, mudos para siempre, emplearon una granada. Es como la prueba de que tratándose de “un chivo” no querrían simplemente robarlo a él ni a su camioneta, aunque ni él ni la camioneta sufrieron daños causados por la granada. La conclusión que se deja colar tácitamente es que hubo un atentado, frustrado pero atentado. Bolívar los padeció en el Rincón de los Toros y en la Bogotá del 27 de septiembre.
El magnicidio ocupa un puesto en la historia y en la literatura. En la historia figura en la vieja Europa, en la antigüedad, el de César y su frase “Bruto, tu quoque”; y en tiempos modernos, los de Sadi Carnot y el archiduque Francisco Fernando. En nuestra América, Lincoln y Kennedy al norte; y muy nuestros Sucre y Delgado Chalbaud. En la literatura están Castro, Chávez, Evo, Correa, Nicolás y ahora Samán que quiere formar parte de ella, aunque un atentado en su contra no sería magnicidio. Quizá pueda llamársele fitocidio, por el de Güere; y acaso el rechazo a ese neologismo explica la adopción de la condición de chivo, que en el orden de lo existente en la naturaleza como ser animado está por encima de las especies vivas pero inanimadas.
Sin embargo, tampoco esta palabra luce apropiada para la identificación de un objetivo que de ser alcanzado configuraría un magnicidio. Sin duda fue errada la escogencia del término para señalarse como persona de importancia. El préstamo de la frase de César para titular el artículo donde sustituí a Samán por Bruto, es porque el de César se tiene como paradigma de los magnicidios.
