Salvar el Caroní
El alarmante deterioro que ha sufrido la cuenca del mítico río Caroní desde hace décadas es una de las principales causas de la crisis energética del país, que depende en un 70% de la energía eléctrica generada por las centrales del Guri, Caruachi y Macagua. El caudal promedio del río es de 4.000 metros cúbicos por segundo (mt3/S), alcanzando 9.000 en períodos de lluvia y 1.400 en épocas de sequía; pero el 24 de febrero sólo registró 451 mt3/S.
La deforestación, la quema de ecosistemas, la ganadería intensiva y la minería ilegal principalmente, han destruido para siempre el 40% de la cuenca (37.000 Km2), según el Centro de Investigaciones Científicas Ecológicas de Venezuela. Se trata de un territorio más grande que los estados Aragua, Carabobo y Miranda juntos.
Los ríos que integran la cuenca del Caroní –el Karuai, el Aponguao, el Kukenán, el Ikabarú, el Paraguas, el Cururital y el Caura-, también han sido lesionados. Sólo en el río Cururital hay 40 grupos ilegales formados por nacionales de Brasil, Colombia y Guyana.
La explotación racional de los inmensos recursos mineros del estado Bolívar ha sido una aspiración nacional. Edelca estimó (2004) que la minería artesanal generaba 86 mil empleos en la región, de los cuales 53 mil se ubicaban en la cuenca del Caroní. ¿Cómo armonizar el desarrollo sustentable, el empleo y la reversión del grave daño ecológico ya infligido al río cuya pendiente natural podría generar hasta 36 mil megavatios de electricidad?
Sea esta crisis una oportunidad para que el Estado, los gremios empresariales, las organizaciones ambientalistas no gubernamentales, la comunidad científica, los sindicatos y la ciudadanía se aboquen a salvar la cuenca del Caroní.
