Opinión Nacional

Rómulo Betancourt y el petróleo

El drama actual de Venezuela produce algunos efectos positivos. Entre otros, la poderosa voluntad de resaltar los valores civiles. En esa perspectiva debemos destacar lo que ocurre con Rómulo Betancourt. Uno de los hombres públicos mas controvertidos del siglo XX ha terminado por ser reconocido como el más importante de ese tiempo. Llama la atención que sean historiadores como Manuel Caballero quien haya escrito las paginas mas fascinantes sobre el personaje. Menciono a Caballero por la distancia política e ideológica que lo separó de Betancourt. Rigor de historiador, dirá Manuel, pero los historiadores son seres humanos. En esa perspectiva se inscribe la reciente biografía de Betancourt, escrita por María Teresa Romero. La prestigiosa internacionalista nos sorprendió con su exitosa incursión en el difícil terreno de las biografías, y en el acto de presentación del libro dijo las mejores palabras para acreditarlo: no conoció a Betancourt y no es adeca. Pertinente agregar que ese acto fue también testimonio del carácter nacional que tiene el afán de hacer justicia a uno de los grandes venezolanos del acontecer republicano.

Uno de los comentaristas del libro de María Teresa fue Naudy Suárez, investigador excepcionalmente lúcido y riguroso. Naudy ha dicho que para Betancourt la comprensión de Venezuela vino a ser en mucho la comprensión del petróleo. Para Asdrúbal Batista, el interés temprano de Betancourt por el petróleo lo convierte en el ideólogo político mas exitoso en la transición de Venezuela a la etapa moderna. Con tales credenciales, tiene sentido recordarlo en el drama actual de la República, cuya derivación hacia la tragedia parece inevitable.

Betancourt se encuentra con el petróleo en Curazao, a los 20 años. Intuye que será factor determinante, y ayudado por un diccionario –no domina el inglés- empieza a leer lo que cae en sus manos sobre política y petróleo. Será el título de su obra fundamental. Recoge lo que escribió entre 1936 y 1956. Como todo lo de Betancourt, un libro polémico, pero referencia indispensable para la comprensión del vínculo mellizal que define nuestro último siglo. Recoge lo que escribió, dijo o hizo a lo largo de 20 años. El planteamiento básico es el desafío que supone dominar el petróleo para convertirlo en palanca del desarrollo e instrumento de lo que hoy llamamos desarrollo humano.

Fue de los primeros en apreciar que la riqueza petrolera sería peligroso alimento de la corrupción, de hábitos, usos y costumbres que terminarían por degradar la vida social. Especialmente fue reiterativo en la relación petróleo-corrupción. Vivió y murió obsesionado por esa especie de maldición.

Impresiona la temprana comprensión que Betancourt tiene sobre los peligros de la dependencia petrolera, y especialmente que esa fatalidad terminó siendo el alfa y omega de su angustiada visión de Venezuela. Su debut como político de calle se produce el 1º de marzo de 1936 en el Nuevo Circo. “Un país –dice- en el cual el 80% de las exportaciones corresponde al petróleo, un país en el cual el Estado recibe el 45% de los ingresos fiscales de esa misma industria, disfruta de una dependencia solo aparente”.

Cuarenta y dos años después, en un reportaje publicado por la revista Resumen, (Reflexión final, con acento personal) deja un patético mensaje: “Fue nacionalizada la industrialización y mercadeo del petróleo pero seguimos siendo como nación y como Estado dependientes del petróleo en forma que suscita justificada alarma”.

Betancourt, el político más importante e influyente del siglo XX, el día en que empieza su actividad como líder, sobre tierra venezolana, hace una tremenda admonición sobre la relación entre petróleo y soberanía. En la hora otoñal, en lo que él llamó reflexión final, como personaje del teatro griego, repite las palabras dichas en el Nuevo Circo cuarenta y dos años antes. Hemos nacionalizado el petróleo, pero no hemos dominado el petróleo.

En fecha reciente se cumplió un aniversario más de su muerte. Llevamos seis años oyendo vociferar al teniente coronel-presidente: rescatamos la soberanía, el petróleo es nuestro. ¡Farsante! Nunca como ahora el petróleo domina la república en forma tan aplastante. Con la diferencia de que en cien años los gobernantes, incluido Gómez, algo hicieron por la diversificación de la economía. Cuando concluya la pesadilla que el de ahora encarna, será titánica la tarea de reconstruir el país, asociando el petróleo al trabajo productivo de los venezolanos.

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