Retos de la oposición
En sus inicios, el gobierno Chávez tuvo el apoyo de personalidades democráticas, como Jorge Olavarría, Oswaldo Álvarez Paz, Tulio Álvarez, miembros de la llamada Comisión Constituyente y de Cecilia Sosa, Presidenta de la Corte Suprema de Justicia, entre muchas otras. Alfredo Peña y Carmen Ramia formaban parte del gobierno y Luís Miquilena, Alejandro Armas y el MAS eran parte de la coalición chavista. En cambio, en estos últimos meses, con la salida de José Vicente Rángel y el escarnio público de aliados con escrúpulos democráticos, como los líderes de Podemos, se van eliminando los últimos residuos de origen democrático en el liderazgo chavista. “Por ahora”, no vivimos en un régimen totalitario, que implica el control total y capilar del Estado y la sociedad, pero ya es obvio que, desde 1999, el gobierno Chávez ha sufrido una clara involución hacia un neoautoritarismo militarista, cuya vocación totalitaria es ahora evidente. En la oposición, ya casi no hay diferencias en cuanto a la caracterización del régimen. Desgraciadamente, persiste la grave división entre participacionistas y abstencionistas, que está basada sobre una diferente lectura de la realidad. Los abstencionistas parten del supuesto que la oposición es mayoría y que las victorias de Chávez se deben a un sistema electoral confiscado y fraudulento. Los participacionistas, en cambio, con el apoyo de todas la encuestas serias y la totalidad de la comunidad democrática internacional, creen que más allá del secuestro del CNE, del ventajismo descarado y las ilegalidades en el registro electoral, Chávez, a través del abuso del chorro petrolero, mantiene un decreciente, pero todavía mayoritario, apoyo popular y que por lo tanto lo fundamental es recuperar la mayoría, a través del trabajo político entre las masas. La historia (Nicaragua, Chile, Filipinas, Ucrania) demuestra que gobiernos autoritarios, con control absoluto sobre el Estado y el árbitro electoral, pueden ser derrotados a través de la masiva participación electoral de una mayoría evidente, que ningún fraude puede ocultar. La participación electoral organiza y moviliza, la abstención desmoraliza y desmoviliza. ¿Qué ganó la oposición con la abstención en las parlamentarias? Las encuestas indican que la mayoría de la población está en contra de la reelección presidencial indefinida y de la “cubanización” de Venezuela. El próximo referéndum constitucional puede y debe convertirse en una gran batalla de ideas, que movilice y una a la oposición alrededor de la defensa de una democracia pluralista con equidad social. Además, la abstención no asegura la deslegitimación, en cambio el fraude evidente deslegitima totalmente.