Opinión Nacional

Respuesta a un asesor de Chávez

Al terminar de leer el artículo titulado Sobre la Fuerza Armada, de Norberto Ceresole, sentí una profunda angustia. Sus contradictorias y absurdas ideas no me causarían preocupación si no conociera la influencia que ellas tienen en el presidente Chávez. La unión de un pensamiento desbordado con una personalidad mesiánica y autoritaria siempre ha producido trágicas consecuencias en la historia de los pueblos.

Ceresole simplifica de una manera inaceptable la realidad venezolana. No es verdad que la Fuerza Armada se transformará en escenario de una trascendental batalla política ni que sus cuadros profesionales tendrán que escoger entre el proyecto estratégico de Chávez o desaparecer. Tampoco es cierto que las proposiciones de Francisco Arias Cárdenas, «conduzcan a una ‘democracia’ marginal, geopolíticamente subsidiaria, en la cual los oficiales se convertirán, una parte más o menos en buhoneros y la otra en Legión Extranjera Policial especializada en controlar disturbios internacionales». Por suerte, los miembros de la Fuerza Armada nos conocemos bien. Todos reconocemos las condiciones militares de Arias.

Por el contrario siempre mantuvimos graves dudas sobre la vocación profesional del presidente Chávez. Su vinculación con la vieja izquierda venezolana; su prédica en contra de la disciplina y su interés en transformar la Fuerza Armada en un instrumento político, muestran su falta de lealtad a los principios que rigen la Institución.

Definitivamente Ceresole no conoce la sociología venezolana. Nuestro pueblo aprendió a temerle a la violencia. El siglo XIX fue demasiado trágico para olvidarlo. La guerra fratricida comenzó en 1811 con la figura de Boves y no se detuvo sino un siglo después, en medio de la barbarie gomecista. Esta realidad marcó nuestro siglo XX. Un siglo de paz y de profundo avance en todos los órdenes del quehacer humano.

La crisis de estos últimos años, con su carga de corrupción y partidocracia, de ninguna manera permite descalificar el esfuerzo de varias generaciones. Es verdad que el injustificado empobrecimiento que vive nuestro pueblo ha venido produciendo profundos resentimientos, pero la manera de ser del venezolano es muy particular. Su sentido igualitario le permite mirar el futuro sin complejos, rechazando la lucha fratricida.

Si comparamos nuestra Fuerza Armada con otras organizaciones militares del continente americano, se observan marcadas diferencias. La Fuerza Armada venezolana ha estado estrechamente vinculada a nuestra sociedad. El origen de sus cuadros es muy diverso, aunque imperan de manera dominante la clase media y los sectores populares. Con gran desprendimiento ha establecido regímenes institucionales o entregado el poder a sectores civiles, demostrando muy poca vocación autoritaria. Así ocurrió a la muerte de Gómez; y después de los derrocamientos de Medina y de Pérez Jiménez. Sus cuadros se han caracterizado por evitar los enfrentamientos entre sus unidades, demostrando gran camaradería y espíritu de cuerpo. Su formación académica le ha permitido estrechar importantes vínculos con muy diversos sectores civiles de la sociedad.

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