Respeto
Vocablo trisílabo alejado del modo social de autoridades y de la gente común. Es una palabra que hace su aparición en el habla castellana mucho antes de 1 483 y cuyo origen es el latín, respectus-us. Tal como se conoce y utiliza, está referido a “consideración, miramiento”.
De respeto se derivan: respetar, el cual data de antes 1 570; respetable, respetabilidad. Respetuoso. Respectivo. Complemento las referencias sobre el “respeto”, con sus sinónimos, tomadas del “Diccionario de Sinónimos y Antónimos” de Espasa Calpe en formato de bolsillo, ellas son: Consideración, deferencia, sumisión, obediencia, acatamiento; así mismo, sus antónimos son: miedo, temor, aprensión, recelo.
He comenzado este trabajo de opinión pública estableciendo una afirmación, el cual es la pérdida de esta palabra del modo social de las autoridades y de la gente común. En otras palabras, ni quienes ejercen o representan la autoridad, ni quienes están condicionados a convivir en el mismo ámbito geográfico se comportan como si el respeto no fuera un valor importante.
Reflexiono públicamente este asunto, en razón de cierto comportamiento observado, con relativa frecuencia, por parte de algunos moderadores de los programas de opinión. Y es que interrumpen al entrevistado si perciben que “tal o cual idea, a expresar por el, pueda ser objeto de desviadas interpretaciones por parte de las autoridades”. Al igual que en la televisión, ocurre con los medios impresos o medios digitales que cayeron, han caído y están cayendo en la tentación de “censurar previamente”. En los medios gubernamentales o afectos a la ideología imperante en la administración de turno, se irrespeta a diestra y siniestra, sin importar el vocabulario empleado, o en progresión. En los medios públicos da la sensación de que el meollo del asunto es pulverizar el prestigio de las personas, y si son adineradas con mayor razón. La envidia les carcome el alma. En todos los casos hay un irrespeto.
Surgen interrogantes: ¿Si el invitado al programa, sea de TV o radio, no puede expresarse libremente, entonces para que lo invitan? ¿Es o no responsable de sus actos quien expresa conscientemente sus opiniones? ¿No es eso auto censura, y previa, para más señas?.
El segundo conjunto de reflexiones tiene como referencia los medios impresos y digitales. Quien redacta y escribe un texto para ser leído por otro, sabe a que atenerse si su contenido no es el adecuado. Ahora bien, ¿Qué es lo adecuado? Todo aquello que no constituya una ofensa personal, ni contra la autoridad, ni contra el prójimo. Sin embargo, y en eso se debe estar claro,, hay individuos de la vida pública que no merecen ningún tipo de respeto, bien sea porque su comportamiento unidireccional, de él hacia el prójimo, es ofensivo o porque se tiene conocimiento de sus maneras aberrantes y lo mejor es tratarlos como se han afamado: ¿Pillos? Pillos; ¿Aberrados sexuales? Aberrados sexuales; ¿Corruptores de menores? Corruptores de menores; ¿Sádicos? Sádicos; ¿Acomplejados, Resentidos, Irrespetuosas? Pues bien, acomplejados, resentidos e irrespetuosos.
De acuerdo con no se cual protocolo jurídico los comprobadamente violadores de niños, pillos y otros desalmados le son tapados los rostros, cuando son presentados en la ruedas de prensa o cuando son traslados a los sitios de reclusión. Entre tanto, personas de cierta honorabilidad, por su trayectoria, son tratadas como si fueran piltrafas. ¿Son mandatos del mismo Código Penal que castiga a quien hable desbocadamente del Presidente o de otros funcionarios públicos?
Para concluir, pregunto: Si se lucha para que las ideas, cualquiera de ellas, se expongan libremente ¿Por qué reaccionan tan aprensivamente los moderadores? ¿Acaso la libertad de expresión es solo para un conjunto de personas que gozan de privilegios, o es universal? ¿Solo el Presidente y demás funcionarios públicos, tienen el derecho de vejar con palabras, gestos o actos a sus coterráneos? ¿Por qué quieren imponer la dobladura de la cerviz a los más necesitados? ¿Dónde queda la autonomía personal? ¿Dónde queda el respeto que merece el coraje, la valentía, la independencia de criterios de cada quien?
Tengo la impresión de que el miedo, mas que la prudencia, se está apoderando de algunos moderadores de los medios televisivos y convirtiéndose, sin quererlo, en agentes de restricción de la libertad de expresión, al igual que en los otros medios. ¡Cuidado el terror es mal consejero!