Opinión Nacional

Resistencia pacifica permanente (I)

Los venezolanos hemos confirmado, en las dos campañas electorales recientes, el desbalance brutal en recursos logísticos entre los candidatos del chavismo y los de la alternativa democrática. Si a ésto se agrega ese factor enigmático que incidió en uno y otro desenlace electoral, nos damos cuenta de que tal desbalance sólo podría ser contrarrestado mediante la creatividad y el audaz esfuerzo oposicionista si, por razones de principio y consideraciones pragmáticas, se descarta el recurso de la violencia. Ésta solo puede ser utilizada por los chavistas, dado el manto de impunidad que los cubre por la sumisión incondicional del Tribunal Supremo de Justicia y del resto del aparato judicial a los mandatos de Miraflores.

A partir del 10 de enero tenemos un gobierno establecido en violación de disposiciones constitucionales expresas. El que preside Nicolás Maduro es un gobierno carente de legitimidad, un gobierno de facto. Como la desobediencia civil no puede lograrse mediante simple llamado o exhortación no es fácil, por el momento, ponerla en práctica, a pesar de que tiene base constitucional, a semejanza de todas las democracias del mundo.

La responsabilidad ineludible de enfrentar esta situación de arbitrariedad inaudita corresponde, en primer lugar, a los dirigentes de la oposición, con la MUD a la cabeza. También, por supuesto, a los dirigentes de los partidos democráticos, actuando de manera permanente y no espasmódica. Además, es tiempo de que se incorporen a la lucha -para evitar la perpetuación de la autocracia- los líderes de los diversos factores de poder, las fuerzas vivas, quienes hasta ahora han permanecido inexplicablemente indiferentes.

El resto de los venezolanos, los que no ocupan posiciones de conducción, ni son activistas en partidos políticos ni en organizaciones de lucha social, no deben permanecer como hasta ahora, en actitud de simples espectadores del drama nacional. Cada uno debe asumir, en el pequeño mundo en que se mueve día a día, un rol personal de resistencia activa a la arbitrariedad y a la represión; convertirse en un “resistente” enmarcado en un movimiento espontáneo que podría denominarse Resistencia Pacífica Permanente (RPP), el cual continuaremos desarrollando en próximas entregas.

Tampoco la jueza Afiuni, condenada a 30 años de cárcel por orden personal de Chávez en la televisión, fue beneficiada por una medida navideña de gracia presidencial. Ni su admirado Chomsky logró humanizarlo. El odio presidencial es inconmovible.

 

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