Reparar y reconocer
Los señores Carrasqueño, Rodríguez y Battaglini, presionados por las circunstancias, se vieron obligados a aceptar lo que se sabe hasta en Macedonia: que la oposición obtuvo con creces el número de firmas necesarias para activar el referendo revocatorio. Antes de que el CNE se pronunciase oficialmente, ya Hugo Chávez y José Vicente Rancel lo habían admitido, cada uno a su manera. Según Chávez, la oposición apenas había podido “rasguñar” la cantidad que se requería. Se comprende que el ídolo de ayer acuda al melodrama para justificar su derrota, luego de haber entregado el oro y el moro al Comando Ayacucho para que hiciese naufragar la consulta. Sus fieles secuaces todavía son muy incompetentes en eso de atemorizar y sobornar a la gente. Como dice Rayma, sus Frankestein sólo provocan risa. El otro que también había proclamado el triunfo del pueblo es el Vicepresidente, sólo que con ese estilo decadente con el que ha ido envejeciendo.
El éxito en los reparos fue el producto de la participación de muchos agentes. En primer lugar del pueblo. La mayoría oficialista del CNE, después de haber organizado la recolección de firmas del pasado mes de noviembre, con el único propósito de complacer a Chávez y reducir sus altos niveles de angustia ante la posibilidad de que se pusiera en marcha el RR, tomó una decisión inmoral y humillante: obligar a más de un millón de personas a reparar, mientras que decapitó a más 350.000 firmantes a quienes dejó sin el derecho siquiera de convalidar (o retirar) su rúbrica. La gente asumió con coraje el reto de decirle al autócrata que su proyecto totalitario no tiene cabida en una nación convencida de que la democracia, con todo y sus errores, es el único sistema que los venezolanos aceptamos. No existe fuerza capaz de destruir la tolerancia, la convivencia pacífica y la pluralidad.
Otro protagonista estelar es la Coordinadora Democrática que logró superar sin traumas las diferencias entre quienes pensaban que debía irse a los reparos, a pesar de la arbitrariedad del Gobierno, y quienes sostenían que tal acción carecía de sentido porque no era más que “colaborar” y “legitimar” el régimen, además de que quebraba la solidaridad con la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia, que había declarado la validez de las firmas “planas”, aberración introducida por la banda de los tres del CNE. La confianza y fe de la mayoría de los factores presentes en la CD en que era posible triunfar en la ratificación de las firmas, hizo posible que Felipe Mujica y Alberto Quirós Corradi llegaran a acuerdos concretos con el CNE. La conducción firme de estas negociaciones impidió que se impusieran las voces de los catastrofistas y alarmistas de todo tipo, que aseguraban de antemano que la empresa estaba condenada al fracaso. Una vez más se impuso la tesis de Popper: el curso de los acontecimientos no puede determinarse a priori; la historia no tiene un fin preestablecido; los hechos son el resultado de múltiples factores que entran en combinaciones complejas. Esta enseñanza es fundamental para encarar el propio RR. Ya aparecerán voces que gritarán, probablemente con menor estridencia, que Fidel Castro impedirá la consulta, que Chávez no se dejará arrebatar el poder por la vía de los votos y que, al final, el RR será vana ilusión. Anunciarán cataclismos. Los que creen que la realidad sigue un curso predeterminado definido con anterioridad por mentalidades diabólicas, no modifican fácilmente su opinión. Construyen sus propias “realidades” y se olvidan de leer y aprender de lo que en verdad ocurre. Así que hay que dejarlos hablar, pero sin prestarles atención.
Los otros héroes de esta jornada es Súmate, el brazo tecnológico del país democrático. Sin la enorme eficacia de esta asociación, el país habría tenido que asistir inerme y desamparado a un nuevo sacrificio. Entre el trío oficialista del CNE y los sectores del Plan República comprometidos con el régimen, habrían pulverizado las aspiraciones del pueblo que concurrió a los centros de ratificación. La ofensiva chavista, fundada en la acusación de fraude por supuestas cédulas falsificadas y la presencia de difuntos firmando, habría tenido algún lugar donde implantarse. El trabajo de Súmate no dejó lugar a dudas: La operación Neptuno tuvo un control milimétrico de la marcha de cada firma, ubicada en un mapa preciso.
Al triunfo ha sido contundente y la oposición lo ha sumido con serenidad, tal como corresponde a una fuerza que representa la alternativa para reconstruir el país. Queda la alcabala del RR y, más tarde, de las elecciones a que da lugar esa cita. Las dos barreras son muy altas. Chávez se empleará a fondo en la “Batalla de Santa Inés” (siempre ubicado en el siglo XIX), para tratar de preservar el poder. Para eso dispone de bastantes recursos provenientes del petróleo. A partir de ahora será necesario que la CD y todos los factores de oposición se dirijan al conjunto del país. Finalizó la etapa en la que el enfrentamiento se focalizaba entre Chávez y sus adversarios. La victoria en el RR hay que entenderla como el triunfo de todo el país democrático frente a un proyecto con vocación totalitaria, que pretende asumir el control absoluto de la justicia, silenciar los medios de comunicación, dividir la nación en buenos (los chavistas) y malos (quienes no lo son), y concentrar todo el poder en un autócrata. Es preciso transformar la campaña por el SÍ en una jornada por la reafirmación del camino democrático y la lucha por alcanzar la modernidad en un ambiente de solidaridad social, en el que la parte del pueblo que apoyó a Chávez se sienta incluido y expresado.