Renuncia del Presidente
La discusión en la oposición continúa, cada vez con más intensidad. A medida que se acerca la fecha del revocatorio, se irá haciendo más intensa, más urgente y si algunos temas no los enfrentamos desapasionadamente, más peligrosos serán para la aspiración fundamental, sobre la que no hay discusión: salir de este gobierno mediocre y de este Presidente que hace inviable cualquier alternativa de paz, reconciliación y progreso para el país. Examinemos uno de los temas que están a flor de labios y sobre el cual se especula y discute abiertamente: una posible renuncia del Presidente.
Esta “especie” se vio acrecentada por la misteriosa reunión en el Fuerte Tiuna entre el Presidente Chávez Frías, el empresario Gustavo Cisneros y el ex Presidente de los Estados Unidos, James Carter. Las especulaciones acerca del carácter y temas de esta reunión son muy variadas y para todos los gustos; desde quienes sostienen que se trató de una reunión promovida por el empresario para tratar de reducir la beligerancia del Gobierno en contra de sus empresas; hasta los que afirman que fue más bien lo contrario, solicitada por el Presidente para tratar de negociar una salida “honrosa”. No vamos a caer en ninguna de las especulaciones sobre la reunión en si, pero si resaltaremos que avivó la discusión sobre el tema de la renuncia presidencial, que ya había estado en el tapete días atrás, cercano al momento en que se anunció el resultado de el proceso de reparo de las firmas.
La renuncia del Presidente de la república, en la práctica, conduce al mismo efecto que la revocatoria del mandato, pero no tienen la misma implicación ni iguales consecuencias jurídicas y políticas.
En el caso de que la salida del Presidente se produzca por un referendo revocatorio, hay todavía algunas dudas acerca de si el Presidente se puede presentar como candidato en la elección inmediata para sucederlo, una vez que sea revocado, a pesar de una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) del día 15 de junio de 2004, que parece permitirlo. Según muchos especialistas esto no quedó claro y se debe pedir una aclaratoria al CNE. Sobre todo porque es bien conocida otra sentencia del Tribunal Supremo que después de ser aprobada y circulada, fue debidamente “desaparecida” por haberse considerado falsa o forjada, sin que nunca se aclarara el incidente o apareciera la verdadera sentencia.
Pero, en todo caso, tal como se pensaba, el TSJ, dócil a los mandatos de Miraflores habría encontrado una vuelta para que Chávez Frías se pueda presentar a una elección después de ser revocado. Aun cuando esta por aclararse la confusa sentencia, no dudamos que así será y que el fallo será favorable a las aspiraciones del Presidente Chávez Frías. Si eso es lógico o legitimo, o tenga visos de juridicidad, es otro problema, pero será una “sentencia legal” dictada por el más alto Tribunal del país y eso será lo único que importe en este ambiente de impunidad jurídica en el que vivimos. De haberse producido la renuncia, por el contrario, no tendría esta “dificultad” legal y sería un camino menos tortuoso desde el punto de vista jurídico.
Lo que hay que preguntarse es si tiene cabida plantearse una posibilidad de renuncia del Presidente Chávez Frías. La “tesis” de la renuncia presidencial tiene dos bases y dos consecuencias. Se cree que el Presidente no se expondrá a sufrir una derrota electoral, sino que ante la inminencia de que eso ocurra se excusará, renunciará a su cargo sin más, se presentara como candidato en la elección que debe convocarse en el lapso de 30 días o se retirará de la contienda política “por ahora” y se ira a preparar un retorno en el 2006. Sin embargo, otros señalan que no ven al Presidente actual, que ha demostrado una insaciable ansia de poder, cediendo voluntariamente el mismo. Sobre todo porque dejar de controlar el poder implicaría perder el control de su propio destino.
Algunos hasta piensan que es demasiado tarde para una renuncia que le restituya el prestigio minado por la derrota que supuso la recolección de firmas. No olvidemos que fiel a su manía de convertir todo en una batalla, el Presidente Chávez Frías expuso mucho su capital político con toda esa historia e histeria del “megafraude”, que al final resulto que no había nada concreto que lo avalara, hasta el punto deque el propio CNE tuvo que admitir que entre firmas originales y reparadas había mas de 2.5 millones, sin contar con las que elimino sin dar ninguna explicación.
Otros aseguran que aunque no se presente de manera inmediata, sino que se retire para preparar un retorno exitoso en el 2006, la debacle que se produciría en cuanto abandone el cargo es tal, que no llegaría al 2.006, pues mucho antes de eso se vería precisado a ir al exilio o sería encarcelado por alguna de las muchas causas públicas y privadas que se abrirán en su contra: desde peculado, hasta delitos comunes y violación de derechos humanos. Algunos hasta aseguran que sus propios partidarios terminarían por “negociar” su salida definitiva, alimentando con pruebas estas acusaciones, a cambio de mantener su sobre vivencia política.
Otros argumentan que una renuncia del Presidente se podría presentar con cierta ventaja como una manera de “abrir camino a una solución política”; habría menos duda de que puede presentarse como candidato para la elección que deba sustituirlo y renunciando no será derrotado, evitando así las consecuencias psicológicas y anímicas que eso pueda tener para sus seguidores. Cualquiera que sea el caso, una renuncia del Presidente de la República, que bajo otras circunstancias, nadie se la habría imaginado —excepto el ex General Lucas Rincón, actual Ministro del Interior y Justicia, que es el único que se ha imaginado y anunciado la renuncia del Presidente Chávez Frías— se nos presenta como una posibilidad a considerar.
La Constitución no prevé nada con respecto a la renuncia, ni sus condiciones ni sus consecuencias; simplemente establece que, al igual que en el caso de ser revocado, la renuncia, por cualquier razón, significa una ausencia absoluta del cargo. De producirse durante los dos últimos años de su mandato, debe ser llenada momentáneamente por el Vicepresidente de la Republica y convocarse, en un plazo de 30 días, a una elección para sustituirlo por el tiempo restante de su periodo. Pero si bien la renuncia tiene la misma consecuencia práctica que la revocatoria del mandato, desde el punto de vista político, obviamente, no es lo mismo retirarse que ser revocado. Ser revocado es una derrota y una derrota lo dejaría muy débil de cara a un proceso electoral. Por eso, la renuncia aparecería como un mal menor y hasta podría ser “vendida” como un intento de buscar una salida a la crisis política.
Pero esta opción, comporta para el actual Presidente unos riesgos electorales que algunos analistas juzgan innecesarios. Actualmente el Presidente, si se mantiene en el proceso revocatorio, sus números electorales del año 2.000 lo protegen y le dan cierta ventaja sobre sus oponentes. El razonamiento es que para revocarlo se deben obtener mas de 3.8 millones de votos, exactamente 3.757.774, que es un voto más que los que él obtuvo en la última elección presidencial de julio del año 2.000. Algunos aseguran que hoy en día ese volumen de votos necesarios para revocarlo es un seguro para el Presidente, pues en sus condiciones actuales de popularidad no podría obtener una votación tal alta, en el caso de que renunciara para presentarse en una elección desde cero. Mientras que partir de esa cantidad, frente a una oposición que no llegó a esa cifra en el número de firmas para revocarlo, es una garantía adicional.
Otros dicen que eso no es más que un espejismo y que en una votación secreta la cantidad de votos que se obtendrían por parte de la oposición superaría con creces las firmas que se obtuvieron para solicitar el revocatorio. En todo caso, esos son los análisis que se están haciendo frente a esta posibilidad, que hasta el momento no es más que una especulación, en la que no se debe perder tiempo.
(*): Politólogo