Releyendo a Herrera Luque
De repente uno atisba como cierto agotamiento en un ambiente de frases altisonantes que solo cambian de frecuencia hertziana, de color en la tinta, de entrevistado o de entrevistador. No se atreve uno a escribir porque le parece que pudiera poner su nombre en cualquiera de las columnas que lee y le invade a uno la duda de si todo estará dicho ya. Y refuerza uno esta incertidumbre cuando un dentífrico, evadiendo el aquí y ahora, rescata la siempre grata imagen de Renny para ubicarlo a uno en cualquier año de los sesenta. El agotamiento no es idea de uno. Basta con recordar al hoy clandestino caporal de Cadivi inventando palabras porque en el Larousse ya no cabe la semántica revolucionaria y a Enrique Mendoza amenazando llevar unas firmas a un CNE que fue enviado a los archivos de Indias. Reacciona uno y le pide a la Virgen del Coromoto que no permita que el libertador de sabaneta incluya en su agenda un viaje ni a Trujillo ni a Valera por la altísima posibilidad de que tengamos un nuevo decreto de guerra a muerte en cadena. Y se le sale a uno la herencia guasona que tenemos los venezolanos imaginando lo que hubiera pasado con la fecha del 19 de Abril si a Juan German Roscio y a Vicente Salias se le hubiese ocurrido promover un referéndum revocatorio contra Emparam en lugar de jamaquearlo por la pechera y arrancarle el poder junto con los botones de la camisa.
Y es entonces cuando uno decide, después de sacar el crucigrama dominical de El Universal, releer un viejo oráculo venezolano que le ayude a explicarse las conductas de un gobierno que debiera escarmentar leyendo y asimilando La Caída del Tercer Reich y de una oposición que solo con leer a Fuenteovejuna hallaría la inspiración que necesita. Pues bien, como la vaina esta mas allá de Cabrujas, me decido por Herrera Luque. Uno relee a Pancho Pepe Herrera Luque y vuelve a agarrar mínimo para tratar de digerir esta zaparapanda de aconteceres cuyo común denominador, a diferencia del significado matemático del termino, es que los venezolanos no tenemos factores comunes ni no comunes que nos identifiquen en un propósito nacional. Todas las tesis e hipótesis sociológicas que nuestro mencionado autor desplegó magistralmente en sus Viajeros de Indias, pasando por sus trozos de historia noveladas, hasta su disección del libertador en carne y hueso ayudan a entender la génesis de nuestras deficiencias primarias sobre las cuales han echado raíces los muchos males y los escasos bienes que hemos cosechado en estas tierras desde que fueron avistadas por las tres barquichuelas.
Una cita de Oviedo y Baños ubica en el año 1544 la gestión de dos alcaldes de Caracas a quienes se había encomendado el gobierno a la muerte del gobernador, en los siguientes términos: “Empezaron a disponer de las cosas a su modo con tal confusión, que lo que uno mandaba el otro contradecía; y no sabiendo los vecinos a cual obedecer, se redujo la ciudad a tan monstruoso desorden, que solo se veían en ella injusticias sobornos y violencias” . Uno podría agregar, 459 años mas tarde, que no tapan los huecos de las autopistas y que la gente se ahoga porque no limpian los cauces de las quebradas antes del invierno.
Si el comportamiento de los alcaldes de la ciudad durante cinco siglos puede explicarse por su mapa cromosómico, de la misma manera podríamos inferir que las hélices de ADN de quienes han montado la farsa en la Asamblea Nacional tienen viva la herencia genética de Francisco Infante, Francisco Fajardo, Lope de Aguirre, Ambrosio Alfinger y otros tantos de quienes dice el Padre Aguado que “jamás pretendían hacer ningún beneficio en los pueblos que robaban, mas todo lo procuraban destruir y arruinar”. Pero antes de que alguien piense que Aznar y el Rey Juan Carlos son los responsables de la conducta de los enanos innombrables que denuncia Álvarez Paz o de que los chinos que esta trayendo Chávez mejoraran genéticamente a los alzamanos del congreso en los próximos quinientos años, debemos recomendar a los lectores que apelen a la pagina 293 de Los Viajeros de Indias, Colección Letra Viva, Monte Ávila Editores, Segunda Edición, 1977, donde Herrera Luque sintetiza su versión de la herencia indeseable a través de cuatro siglos.
Releyendo a Herrera Luque vamos a entender porque tenemos a Chávez , El UroPollo; nos explicaremos las loqueras de los salvadores de la patria y nos convenceremos de que a un gobierno truquero, como el que tenemos, vamos a derrotarlo sobreponiéndonos a
él con la fuerza que da el conocimiento real de nuestras debilidades que ,en última instancia, es de donde sacaremos nuestra verdadera fortaleza.
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