Opinión Nacional

Reforma socialista

No tuvo valor el comandante para volver a proponer al país un cambio de nombre a Venezuela, para que pasara a llamarse “República Socialista Bolivariana de Venezuela”, tal como lo anunciaron sus más leales servidores. Sin embargo y tal como lo previmos hace un par de semanas en estas notas, mantiene su intencionada idea de confundir al estado con el gobierno, para lograr de este modo excluir de toda acción social o política, a quienes no se declaren socialistas confesos y juren su eterna lealtad a la revolución.

En efecto si leemos con detenimiento la propuesta presentada a la Asamblea Nacional, nos encontramos que utiliza no menos de diez veces la palabra socialista y en forma reiterada nos refiere a la economía socialista, a la vida socialista, al estado socialista e incluso a la solidaridad socialista, como si esta fuera la única forma de vida y la única forma de organización social y como si el concepto de solidaridad le perteneciera en forma exclusiva a “su socialismo”, cuando lo cierto es que la Doctrina Social de la Iglesia, que aplicada a la política, inspira la doctrina del pensamiento social cristiano, incluye la solidaridad como uno de sus principios fundamentales. Una vez se nos quiere engañar con “palabritas”, que ni le son originales ni mucho menos le son propias.

Queremos insistir en la gravedad que contiene esta propuesta frente a las formas de pensamiento que difieren del socialismo, y que no tienen nada que buscar en un “Estado Socialista” como el que el señor Hugo Chávez nos propone. Es precisamente esto lo que hace necesaria y apremiante la reflexión política y no las meras declaraciones mediáticas, que no pasan de ser simples apariciones públicas, que para nada logran los objetivos esenciales. Es fundamental que nuestra gente entienda que se pretende esclavizarnos a un modo de pensamiento y a un modo de vida, que no se compadece con nuestra realidad social y cultural. Hay que oponerse a esta reforma.

De igual modo el pueblo debe comprender que este modo de pensamiento y de vida en otros países, terminó por ser el sometimiento de los pueblos a los caprichos de un solo hombre y de la camarilla que lo acompaña, considerando incapaces las otras formas de pensar, asfixiando la libertad y empobreciendo a las sociedades que adoptaron estos modelos hoy mayoritariamente desechados a nivel mundial, por ser incapaz el estado por si sólo de planificar, promover, generar y producir la riqueza y el bienestar que la población requiere, y por pretender hacerlo sin el concurso de ciudadanos libres, que aporten sus mejores afanes en el logro del bien común.

Esta reforma socialista, por la que nadie votó en las últimas elecciones presidenciales como ahora nos repiten, terminará por llevar al país a la ruina, asfixiará nuestras libertadas y logrará execrar a todos los que no estén dispuestos a seguir al líder y terminará por condenar a todos los que no piensen como él.

lucasriestra@hotmail.com

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