Referendo, golpe y referendo
Nilson Guerra Zambrano realiza un estupendo aporte: “Ocurrió en Venezuela (1999-2004). Referendo, golpe y referendo” (Proyectos y Asesorías Comunicacionales, Mérida, 2007). Relato mensualizado, con más elementos del reportaje que de la crónica de lo ocurrido (6), luce oportuno no sólo por nuestros militantes olvidos, sino por la rápida contaminación y distorsión –que no depuración – de los hechos y de las interpretaciones que facilitan las más variadas posturas oportunistas.
Nilson es un periodista que tiene por inmensa ventaja su profundidad intelectual e intuición política, concediéndonos una perspectiva clara de los acontecimientos. Por ello, supera el mero compendio de los titulares de prensa.
Encontraremos criterios – por ejemplo – como los referidos al parlamento electo en 2000, llamado a compartir el liderazgo nacional junto al Presidente de la República y los nuevos gobernadores (92), constatando que los niveles de aceptación de la Asamblea Nacional estuvieron (o están) por debajo de los que se granjeó el viejo Congreso (232), siendo tan deficitaria en la aprobación de las leyes (412). Hay asuntos difíciles de obviar, como la familiarización con el término “guerra civil” (286), para recobrar una caracterización del régimen que todavía marcar nuestras urgencias.
Importa muchísimo dejar constancia de los eventos colectivos que nos desbordan para alcanzar la justa dimensión de un futuro lo más previsible que podamos, pues ya estamos hartos de esta constante rifa en el que se ha convertido. Surge la obra de Nilson en medio de una paradoja: la dificultad de editar en medio de un proceso que se dice revolucionario, quizá no siéndolo por esa tan simple constatación.
(LA) POLITICA (EN EL) EXTERIOR
Monopolizándola, Hugo Chávez ha convertido en una caricatura la política y los intereses del Estado venezolano. Inconsulta, abona sus particulares caprichos seguro de un destino cierto: los venezolanos, pues apenas rasguña el debate mundial.
Emplea sin escrúpulo alguno cualquiera de los recursos que tenga a la mano, creyendo en la exaltación por sus muy presuntos gestos tremendistas. Después del impasse con el rey español, intenta explicar la situación para agravarla (porque “se creen superiores a nosotros”), aunque quizá seamos afortunados al no obtener la audiencia deseada. Nicaragua y Cuba se apresuran a una triste complementación discursiva, porque se trata del petróleo constante y sonante, mientras la mandataria de Chile debe cavilar en medio de sus profundas y lejanas convicciones para enterarse que los socialistas campamentales poco o nada tienen que ver con los sueños que un día tuvo.
En el patio, el oficialismo se ha visto en la obligación de dar explicaciones, siendo un poco más sensato Aristóbulo Istúriz al versionar la España conflictiva y la emigrante ante sus compañeros del panel televisivo. No obstante, pocas voces (incluyendo a los intelectuales y voceros partidistas de la materia), se escuchan para dar razones sobre esa España que nos ofreció una ejemplar transición hacia la democracia, afincada en un modelo hoy insospechable: Venezuela, para despecho –incluso- de los hispanófilos de la hora que creen a pie juntillas que el éxito del PSOE o del PP fue absolutamente gratuito.
Lo más grave puede ser la manipulación del problema a los fines de un imaginario no menos fascista, el que ha de alimentar la idea de un nuevo combate contra el realismo español, sustentado en el escriturario bolivariano. A lo mejor, estamos a tiempo de atajarlo.
COLETILLA: LHC
A propósito de Luis Herrera Campíns, el país se asomó a un testimonio de vida. Fue irremediable que el ministro acordara los honores de Estado que no hicieron falta. Claro, era asunto de los familiares, aunque –desde el punto de vista personal o partidista- lo mejor era posponerlo hasta que hubiese asomo de democracia y de libertad en Venezuela. Insistimos en la necesidad de que la muchachada se acerque al patrimonio moral e histórico del país, en el que ingresa Luis Herrera para compartir –por ejemplo- legados como el de Luis Beltrán Prieto Figueroa y Arturo Uslar Pietro, por citar figuras tan disímiles pero ampliamente respetadas. No todo fue malo.
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