Opinión Nacional

Recta final para el comienzo

En breve, si el Señor, presidente, no decide otra cosa, habrá de realizarse el acto de negación o afirmación de la nueva constitución, perversamente llamada reforma. La perversidad es el la técnica de la cual dispone conscientemente el poder para engañar en beneficio de quien la trama. Lo dijimos ayer, apenas a dos días después de que el Señor, presidente, presentara ante la AN su propuesta, que se trataba de un cambio radical del texto constitucional y la legalización de un nuevo modelo que afecta todas las expresiones de la vida, la política, la cultura, la económica, la social…y que una sola palabra, sólo una, bastaba como prueba. Se pasa de este modelo, constitucionalmente definido, a un nuevo modelo, el socialista, formalmente allí enunciado, pero que da atribuciones absolutistas al presidente. Hace en el Señor, presidente, real la expresión L´ état c´est moi. Pero aun más que eso, el Pueblo soy yo, el comandante de las FAN soy yo, el Líder único soy yo. Me habría gustado exagerar, pero no, revise, lector, cuidadosamente las atribuciones que ya tiene el presidente en la agonizante y vea cómo se le amplían ahora, pero sin que en sus decisiones –sabias o arbitrarias – haya o pueda haber control alguno. Su discurso de ayer en el “escuálido, cuarta republicano” Teresa Carreño, en donde además del insulto perverso contra los estudiantes, fascistas, hijos de papá y mamá… y otras aberraciones, concluye: votar Si es votar por mi. A la manida expresión, El Estado Soy yo, del absolutismo hecho carne en Luís XIV, ha agregado el Señor, presidente, yo soy el único líder, sin mi se acaba el proceso y a esas sentencias suyas (originarias, indoamericanas… zamoranas…), puede agregar el Señor, presidente, el pueblo soy yo, y sólo le falta exclamar, Yo soy el que soy, según con total propiedad, sabiduría e irrefutable lógica se definió a sí mismo el Dios de los Judíos…también nuestro. Lo demás es relleno.

En este período las demostraciones de intolerancia, de abuso de poder, de abyección al césar, de idolatría y culto a la personalidad, de malversación no tienen referentes históricos en nuestro país, salvo los marcados por el propio Señor, presidente, HRCHF y cuantos pudiera haber en la historia de otros países apenas si alcanzan referencia de tímidos ejemplos. Pakistán y Corea del Norte, pueden ser muestras de actualidad y de curiosidad para los expertos en estudios comparados. La pseudo moral es parte sustantiva de la hegemonía, la corrupción y la perversidad son virtudes si se recurre a su ejercicio para garantizar el éxito del Proceso, mientras, ayer graves pecados de la IV República. Dadas estas circunstancias se me arrostra que mis esfuerzos por el diálogo son banales, estériles e incluso estupidez.

Más no, creo que el diálogo se reafirma. Y se reafirma como la única vía que queda para superar la crisis, la otra es la guerra. Ésta tiene en el lenguaje del Señor, presidente, su fuente, lecho, nido, y tiene mucho más, su más alta inversión, hasta ahora, pues su recurrencia cotidiana le permite la reafirmación del odio social, como su arma ideológica, mientras la forma militar que da a su partido, la forma de organización de la sociedad, se conforman como maquinaria de guerra, para la guerra. .Y digo hasta ahora, no por el ¿por qué no te callas? o, el desconocimiento que de él hace Colombia, que en medio de su gratitud por los servicios prestados, advierte que las FARC hacen imbéciles a quienes dan la mano. Para fortuna del país en este último caso, el Señor actuó como presidente y su respuesta ha sido prudente de tono, pero, de nuevo errática, al tutear a Marulanda y pedirle, en amistoso tono, las pruebas de vida, reitero, a pesar de haber sido sacado del juego, por violador de sus reglas elementales, sino, lo fundamental, porque mas allá de él, a pesar de él, en primer lugar, un conjunto importantísimo de estudiantes con claridad académica, política, ha iniciado un abierto diálogo con la sociedad. En segundo lugar, porque se ha superado casi totalmente, la manipulación perversa de identificar como pueblo únicamente a los desposeídos, a la gente de los barrios, al ciudadano de a pie, al pobre, a los mas necesitados, el bien, la revolución, por oposición a ricos, el mal, la contrarrevolución, responsables de los sufrimientos de los primeros. En tercer lugar porque se empieza a hacer concreta las exigencias sobre seguridad, desempleo, salud, agua, aseo, etc., y se centra la responsabilidad, primordialmente, en el gobierno. Cuarto, porque los fundamentalistas se sienten cada vez mas aislados y empieza a aparecer un discurso con fundamentación, principios, sobre derechos fundamentales del hombre, sobre la cuestión económica social, etc., que se conforma un proyecto lento aún pero con mayor claridad conceptual sobre sus medios, sus fines, su valor. Porque, quinto, se reafirma la disidencia crítica y aparecen nuevos actores en escena, a quienes no puede acusarse de traidores, digo más a quien Chávez debe la vida política y tal vez la otra, como lo es la voz del general Baduel y en otra dimensión, el caso Tascón, es relevante.

Porque, la crítica empieza a ser parte de la vida misma del país. Los trabajo ante el TSJ de juristas, políticos, muchos son enjundiosos e irrefutables y si bien ante ellos el tribunal falla en contra, niega, rechaza…etc., ha habido en su seno, voces con idoneidad científica y ética que han señalado cuestionamientos de principios a las sentencias de la mayoría, todavía sujeta al temor y favores del señor, presidente. Que allí las decisiones no sean de una coral de castrati bajo el imperio de un director desafinado ya es un indicio de que la razón, la verdad, la ética empiezan a abrirse caminos. Y ellas, la razón, la verdad, la ética, son los fundamentos válidos de la conducta ciudadana y con el arte, de la realización humana.

Que quedan y sobran dificultades, lo se. Pero seguir el camino de la confrontación vulgar propuesta por el Señor, presidente, y la de esos opositores también guerreritas de palabra es, además, de caer y hacerle el juego a la inversión presidencial, es contribuir a reafirmar la irracionalidad, el asalto a la razón y por tanto es el mantenimiento de la política, no como lucha ética, sino como guerra por el poder, su disfrute, goce, y si bien, al comienzo el odio no hiere, es el expedito camino para completar la tragedia: la guerra a muerte.

Nota: hemos afirmado que la palabra bélica, por darle un nombre piadoso, el uso y abuso del insulto, la ofensa, la difamación, etc., es una inversión y lo es porque mantiene la irracionalidad como ideología, que hace del odio, primero, de la venganza, luego, las armas formales de la revolución pero que al socializarse se crea una masa (que no pueblo) irracional que sigue al jefe por idolatría y como salvador. Es una inversión, porque esa irracionalidad así fundada, garantiza la reafirmación de las relaciones idolátricas. El líder se convierte en ser único, que además de su libertador es su protector. Porque le permite al modelo, al no saber qué es la revolución, ni el socialismo del SXXI, realizar en su nombre cualquier acción, incluida la de patria, socialismo o muerte. Porque, esa inversión impide al “creyente” al idólatra, toda posibilidad crítica. La verdad es la del Supremo. Este modo de relación se multiplica en la medida en que el Dios hace milagros, y es posible hacerlos porque la plaga petrolera, su diabólico excremento (Nazca, Pérez Alfonso, respectivamente) permite realimentar con hechos la fe en su salvador. Superar esta inversión es posible únicamente cuando la sociedad, su mayoría, pueda sustituir conscientemente ese modelo y hacer existencial, real, concreto los valores del trabajo, de la crítica ética, y así, plena conciencia de su mismidad. De su propio valor que implica reconocer el valor del otro para poder reconocer sus propios límites y posibilidades. Tal vez sea este el comienzo.

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