Reconstrucción nacional
Si bien es cierto cualquier ciudadano podría esgrimir o señalar que Venezuela registra desde 1958 un proceso sostenido en el tiempo caracterizado por la continuidad democrática, no es menos cierto, que la calidad de entramado institucional, la calidad de la política en términos de agendas, procesos, y resultados, aunado al desempeño de los actores políticos y a la propia gobernabilidad indican un proceso de fatiga, deterioro y precariedad, que en su conjunto induce a hablar y abusar del término crisis, crisis en términos de liderazgos, representaciones, mediaciones, actores, crisis económica, crisis política, crisis social. En fin, Venezuela que fue sinónimo de estabilidad orden e institucionalidad por décadas, comenzó a manifestar situaciones recurrentes que desnudaban problemas y distorsiones más complejas.
Los problemas estructurales que han llevado y producido la crisis de la democracia en Venezuela, persisten en el país, incluso se han profundizado con la llegada de Chávez, entre ellos, desigualdad social, fragilidad de los partidos y del sistema de partidos, pobreza, inflación, desempleo, precariedad del Estado de derecho y una manifiesta incapacidad por parte del Estado venezolano de cumplir con sus objetivos fundamentales, incluyendo la observancia y vigencia de la Constitución como norma suprema.
Pero además, la sociedad venezolana padece en los últimos años de una polarización y condiciones que no permiten solventar del todo los conflictos políticos por la vía democrática e institucional, observamos un Estado que no es capaz de asegurar los derechos fundamentales, la separación de los poderes públicos, el control de la corrupción, a lo cual se le agrega una tendencia sostenida y peligrosa de militarización de la sociedad y de la política en Venezuela, y la promoción de una revolución y proceso que socava la poca institucionalidad con saldos materiales e inmateriales.
De tal manera que la sociedad venezolana y los venezolanos en su conjunto precisamos reconstruir un sistema de instituciones que no sólo sea capaz de propiciar mediaciones efectivas, y la búsqueda de unos consensos y agendas mínimas en medio de la fragmentación que vivimos, sino además, avanzar frente a la situación de bloqueo y postración institucional, en aras de una mayor institucionalización y recuperación del entramado democrático, muy venido a menos en la última década y que explica reiteradamente la llegada, y peor aún, la permanencia de Chávez en el poder.
Los venezolanos padecen cansancio, muchos albergan esperanzas de cambio, no podemos perder de vista que toda posibilidad pasa por la vía electoral y democrática, precedida por la unidad, como prerrequisito sin el cual no es posible echar a andar un proyecto de cambio y recuperación institucional y del país nacional. La reconstrucción nacional es una tarea ardua y sostenida en el tiempo que debe involucrar a todos los sectores y venezolanos, a los dirigentes, a los productores, a los profesionales, a los estudiantes, gremios, sindicatos, iglesia y ciudadanos a lo largo y ancho de Venezuela, conscientes estos que el país merece una mejor conducción, un mejor desempeño, unas instituciones y unos actores que se avoquen a los ciudadanos, y no simplemente se asuma la política como un fin en sí mismo para negociados y corrupción, y amparados en una supuesta revolución.
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes