Recetario para sacar al locario
Con este titulo provocador me imagino esperarán que explique y además en tres cuartillas, como acabar con esta pesadilla de régimen de malandros políticos, diseñadores de esta economía de salteadores, liderada con irresponsabilidad pornográfica desde la propia presidencia del país, sabiendo que esto solo constituye la punta del iceberg del cáncer masivo de una sociedad enferma de parasitismo que marcha irremediablemente al desorden institucional, con un Estado en curso al estallido, generador del caos social y que si nos descuidamos y su caída tarda mas de lo debido, nos haría hundir en la barbarie misma.
Somos mayoría quienes coincidimos en que es necesario, si en verdad existen sobradas razones y condiciones para sacar a este rolo de loco de la presidencia, contar, enfrentado al régimen, con un liderazgo fuerte y con la estrategia y sus tácticas correctas, para ganar en la calle esa expulsión.
Es de suponer entonces la necesidad que uno o preferiblemente varios referentes políticos civiles, puedan tener el autóritas y prestigio suficiente, para reunir en las calles a millones de venezolanos, exigiendo la salida inmediata del malandraje gobernante.
Lograr eso, ya implica que se descarta para ese liderazgo a toda persona que empiece por decir que hay que esperar a las elecciones del 2012 para salir de esta loquetera.
Sin embargo, aclararemos de inmediato, que en este, nuestro país, no basta tener razón y plantear ideas correctas: debe además haberse heredado o logrado poseer x ventajas del pasado, o de fortuna de nacimiento, un gran medio de comunicación, o estar dispuesto a despilfarrar millones de dólares mal habidos, para invertirlos en una carrera política, porque nadie en su sano juicio puede competir, con sus ahorros, contra fortunas de corruptos para hacerse de un espacio importante de adhesión en la opinión pública.
Si no se cumple con una, o con las dos, de estas condiciones previas, para poder tener un espacio en ese gran mundo del marketing político mediático, debe resignarse, el probable portavoz de ideas correctas, a esperar que esta estrategia o sus tácticas coincidan con los intereses de los dueños del poder financiero o del poder mediático alquilable.
La excepción para «triunfar» a pesar de la «misión imposible» de pasar por todos estos filtros, se concentra en un espacio de tiempo en que parecieran ofrendarte la oportunidad para conservar tu cuarto de hora de fama, pero que irremediablemente se agota cuando los dueños de medios llegan a la conclusión que, como cualquier marca de jabón o de jamón endiablado, «no pegaste» en el gusto del público.
Se pasa entonces al mundo de NO SER, en una especie de limbo de donde se desengaveta a la persona por alguna razón aniversaria, se prueba de nuevo «el mensaje» del interfecto y otra vez se envía al anonimato.
Solo pueden «permanecer en el aire» las voces escogidas por los dueños de la opinión. Y esa opinión debe coincidir, para merecer mantenerle vigencia, con aquella estrategia que agrade o respalde los intereses de los dueños de medios en cuestión.
Para decirlo sin rodeos: O eres su empleado o puedes morirte esperando la invitación.
La excepción a esta regla es que te les colees y eso puede ocurrir por días, pero no durante los meses necesarios para «cuajar» como referente civil.
Miren como sin entrar a fondo en el tema del plan para sacar al malandraje, ya agoté el espacio de lectura habitual en estos foros.
Para lograr avanzar en este debate les propongo que lo escrito quede como CAPITULO I.
No tengo vocación de articulista que quiere agradar con su prosa.
Soy un político para quien las ideas son un instrumento de lucha social.
Como no ando emparrandado defendiendo intereses electorales de nadie, les propongo a quienes deseen discutir a fondo sobre un calendario estratégico para salir del malandraje, que empiecen por apoyar o censurar lo que he escrito.
Cuando logremos entendernos sobre lo fundamental veremos la pertinencia de elaborar el recetario completo. La cuestión de la estrategia y de quienes la impulsen es algo demasiado serio para dejarlo en manos de factores de poder mediático. Esta es la primera conclusión.