Recalentamiento global y el cronograma de la tierra
Todo principio tiene un fin, todo fin alguna vez tuvo un principio. Somos dados en el curso de la vida a pensar en la eternidad de las cosas y las cosas, esos objetos materiales que adquieren formas reconocibles, no son eternas, se transforman, se mueven, cambian para constituirse en otro dominio existencial. Lo que si permanece es su esencia pero no su estado. Dios nos ha enseñado de múltiples maneras que el es la esencia, no la forma. Que tenemos que buscarlo en las referencias que no son efímeras pero que en su extraordinaria sencillez la mayoría de las veces pasan desapercibidas ante nuestra mirada escrutadora, afanada en buscar detalles, perdiéndose la síntesis.
En la serie de escritos que he ensayado alrededor del recalentamiento global, el cual constituí en el centro de atención de mi línea de investigación, ha aparecido frecuentemente la preocupación por una actitud ambiental más responsable del ser humano. No obstante, he recibido correspondencia de asiduos lectores de esos escritos, en los cuales se critica la arrogancia de pensar que el Hombre y no Dios, sea finalmente el actor fundamental en la corrección del problema. Se indica la prevalencia de un cronograma astronómico sobre un cronograma ecológico, el cual relega al segundo a un plano secundario. Veamos, con todo el respeto y consideración que se merecen, donde se encuentra el debate de estas dos posiciones aparentemente confrontadas.
Evidentemente, cuando hablamos de un sistema tan complejo como el climático, surgen muchos variables incidentes tanto dentro del sistema como fuera de él. La inclinación del eje terrestre, la inversión de los polos magnéticos, la colisión de grandes asteroides o cometas con el planeta, el progresivo desgaste energético de nuestro sol (su transformación en gigante roja antes de la supernova y el rastro como enana blanca), el final abrasador de todo el sistema solar cuando ello ocurra, la colisión de la Vía Láctea y Andrómeda , el final del ciclo expansivo y el comienzo del contractivo de regreso al origen en un largo ciclo de creación pendular en el tiempo, destrucción, regeneración y vuelta a la vida, constituyen una cadena de eventos insoslayables que no se van a poder evitar porque el universo como todas sus partes constituyentes sin excepción, está en continua transformación.
Así como existen factores de cambio climático exógenos o externos a la ecología, tambien existen los otros, llamados antropogénicos que son generados por el hombre. Estos cambios son profundos y a gran escala porque su naturaleza no es reciclable; su efecto es irreversible. Lo que podemos hacer es disminuir su impacto eliminándolos progresivamente. No debemos soslayar la acción del Hombre. Somos más de seis mil millones de seres humanos en el planeta. Hemos visto el daño ecológico producido por el Hombre con los derrames petroleros (recordar al Torrey Canyon, al Exxon Valdéz, al Prestige, entre otros), los desastres de las plantas nucleares de Chernobyll, Three Miles, las pruebas nucleares en el Pacífico y en Siberia ¡los estallidos de esas armas han permitido la liberación de miles de millones de Kilocalorías y la naturaleza no se puede recuperar tan rápido del daño que le hemos hecho! ¿Tendremos una idea de la cantidad de calor que se liberó con la quema de los pozos petroleros de Kuwait? El deterioro de la capa de ozono, la que permite la vida en La Tierra, es causado por el hombre y sus compuestos fluorocarbonados.
Esa verdad es incontrovertible. Como tambien lo es el impacto de las emisiones de efecto invernadero. El que queramos creer otra cosa o derivar nuestra razón a la consideración de un dogma que nos exima de responsabilidad es otro asunto. La ciencia es experiencia validada, es búsqueda de la causa, es explicación del fenómeno y sus consecuencias.No tienen nada que ver con nuestro sistema de creencias. La verdad, es que somos responsables del cronograma ecológico de la Tierra. Del astronómico se ocupa Dios, del que se va a verificar a largo plazo. Pero el que se vence en el corto tiempo, el ecológico, es de nuestra completa responsabilidad. Cumplamos con extenderlo como nuestro compromiso existencial con la Vida y con el Dios que lo colocó a nuestro albedrío.