Opinión Nacional

Realidades y preguntas

Sería un insulto decir a Chávez que no quiere implantar el modelo cubano para erradicar el podrido capitalismo imperialista y neoliberal que en Venezuela todo lo penetra. Lo cual requiere cambiar “los principios fundamentales” y pasar a una Constitución autoritaria, concentrada e irreversible en sus manos, con una Fuerza Armada partidista y el control de todos los poderes públicos, de la economía y la aplastante hegemonía de los medios de comunicación, educación e información. El mutilado derecho humano de la propiedad privada será tolerado mientras no estorbe, al igual que otros derechos fundamentales. Luego vendrá otra Constitución, delirios mesiánicos y de poder para un paraíso “socialista” que no será.

El gobierno sabe que la gran mayoría de los venezolanos no desea el modelo cubano, ni envidia sus miserias. Por eso esconde “la exposición de motivos” hecha para la mal llamada “reforma constitucional”, pues en ella, de manera farragosa y trasnochada, queda en evidencia que la nueva Constitución se impone para “romper y confrontar” el poder actual de la sociedad venezolana y para “desmontar la superestructura que le da soporte a la reproducción capitalista”.

Es ilegítimo y antidemocrático imponer tan radical novedad sin Asamblea Constituyente, y el artículo 333 (y siguientes) de la Constitución Bolivariana nos obliga a todos a resistir este cambio. También es claro el derecho y el deber de conciencia de todo ciudadano a desconocer “cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticas y menoscabe los derechos humanos” (art. 350). Es igual que se suprima o no este artículo, pues se trata de un derecho humano de todos los tiempos ante cualquier régimen tiránico.

Por otra parte, es un hecho que en Cuba, Fidel y su partido único, con medio siglo de poder total, no han producido una sociedad alternativa, atractiva y envidiable. En la isla agoniza el líder con una población en la miseria, sin libertades, cansada y sin ilusiones socialistas. Por eso los comunistas herederos, se proponen un difícil reenamoramiento socialista de la población y, en recientísimo escrito de reflexión interna, confiesan “el aumento de la insatisfacción popular y el auge y extensión del cuestionamiento a la conducción actual de la economía, la política y la sociedad”. Reconocen que “si no hay producción no puede haber más pago, pero si no hay esperanza de más pago, difícilmente puede haber más producción”. Los comunistas cubanos no están ante un accidente, sino que la miseria es inherente a ese socialismo estatista: “la apropiación de la propiedad y del excedente social se ha seguido concentrando, antes en los capitalistas y ahora en el aparato estatal”. Resultado trágico sin cosecha de bienestar, luego de medio siglo de trabajo abnegado (y a veces admirable), porque fallan los estímulos a la productividad y la eficiencia. “Si se pagaran los salarios que se merecen los trabajadores [es sabido que un médico gana USA $ 30 al mes], los costos de la mano de obra harían inviable el proyecto de socialismo de Estado neocapitalista”. La gran mayoría de cubanos vive en pobreza solemne y carece de libertad para expresarse y escoger. Según el documento citado, además del sueldo de miseria, “tres problemas básicos afectan seriamente a la pobresía cubana: la alimentación, la vivienda y el transporte, por suerte la salud y la educación se mantienen en niveles aceptables, a pesar de las deficiencias”. Según el documento, la solución está “en cambios estructurales organizados del sistema productivo”.

Necesitamos profundos cambios socioeconómicos para la justicia social y libertades con productividad elevada. La imposición colectivista es camino fracasado.

¿Qué hacer ahora para evitar el autoritarismo contra la voluntad democrática de la gran mayoría, de oposición y de gobierno? Clara información y movilización sobre el grave engaño de la nueva Constitución.

¿Cuál es la forma más eficaz para que una mayoría se movilice y manifieste su rechazo contundente a esta trampa? ¿Al final esta mayoría movilizada se expresará en una abstención masiva o llevará el no a las urnas, aun con condiciones de registro, árbitro, campaña y conteo, inaceptables en cualquier país de democracia pluralista?

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