Reacción ilegítima y desproporcionada
La identificación del régimen venezolano con el terrorismo es patente. La actitud del Presidente Chávez ante la muerte – justificada, por lo demás- del narcoterrorista Raúl Reyes, coronada por el minuto de silencio al que hizo llamado en su programa dominical, no puede interpretarse de otra forma.
La injerencia de la Venezuela bolivariana en los asuntos internos de los demás países en los últimos años ha sido una constate en su acción externa. Ahora se inmiscuye de forma igualmente grosera en una cuestión ajena, una diferencia bilateral que, normalmente, no debería constituir una afrenta directa a Venezuela y sus intereses, como lo traduce su desproporcionada reacción.
La justificada acción del ejército colombiano, en defensa de su integridad territorial y de su sistema político y su estabilidad es de la exclusiva competencia e interés de Colombia y Ecuador.
Es lamentable la actitud solidaria del “revolucionario” Rafael Correa, al condenar la acción del ejército colombiano que, contrariamente, debería aplaudirla si realmente tuviese la disposición de enfrentar el terrorismo y de no contribuir con el empeño bolivariano de acosar e incluso, aniquilar, al Gobierno de Uribe. Una torpeza que le pesará tanto adentro como afuera. Congraciarse con su mentor, como seguramente lo hará el irresponsable beneficiario Daniel Ortega en las próximas horas, tendrá un costo alto para su gobierno.
Hay que tener claro que ningún Estado –en este caso, Ecuador- puede permitir que su territorio sea utilizado para agredir a otro. Si no puede o no quiere impedir acciones en contra de otro Estado, estaría incumpliendo sus obligaciones internacionales lo que generaría su responsabilidad internacional. El Estado agredido-en este caso, Colombia- tendría derecho a reaccionar ante una situación de esta naturaleza. La persecución en caliente no es una simple referencia; es una figura que permite al Estado agredido actuar razonablemente, claro está, en el territorio del Estado desde el cual operan las fuerzas agresoras.
La actitud del presidente Chávez puede interpretarse como una torpeza mas, de esas a las que nos tiene acostumbrado, aunque esta vez con rasgos muy particulares. También puede interpretarse como una “declaración preventiva” para proteger los intereses e incluso, si se va más allá, las instalaciones de las fuerzas narco-terroristas en el país, lo que seria sumamente grave también.
La ruptura de facto de relaciones diplomáticas con Colombia y el movimiento militar hacia la frontera confirman la actitud bélica del régimen bolivariano hacia Colombia, cuyo gobierno le acorrala diplomática e inteligentemente, lo que enerva a la “inteligencia” revolucionaria. Una confrontación armada con Colombia, apoyada por Correa y, probablemente Ortega, quien se unirá a los lamentos formulados por los dos mandatarios bolivarianos, por la muerte del héroe Raúl Reyes quien, conociendo el “pensamiento” chavista, podría ser promovido ahora como ejemplo de dignidad, modelo para la jóvenes.
La imagen deteriorada y desprestigiada de Hugo Chávez y de su disparatado proyecto revolucionario, adentro y afuera, no lo recuperará con acciones de esta naturaleza, experimentadas con relativo éxito por los dictadores argentinos en los años 80. Los venezolanos no vamos a aceptar una guerra con Colombia ni con ningún otro país, mucho menos para defender el terrorismo.