RCTV: Un pulso con el país
¿Cómo escribir sobre energía y rentabilidad cuando se le está dando un golpe contundente a la libertad de expresión y se pretende imponer decisiones arbitrariamente? Es el dilema que se me plantea cuando me siento a escribir el artículo de hoy. La revolución está pasando por encima del país para imponer el cierre de un canal de televisión que no le gusta, por las razones que sean. En realidad, si tuviera la fuerza de que se jacta, le bastaría convocar a las mayorías del pueblo que están comprometidas con el proceso y pedirles que no vieran más dicho canal y ya está, el canal se moriría solo, lo mataba el pueblo mismo.
Pero no es así, lo va a cerrar mientras el 80% de los ciudadanos le gritan que no están de acuerdo, según todas las encuestas.
Pero a la revolución le tienen sin cuidado esos gritos. La moral superior se impone desde arriba. La moral superior no se discute, es demasiado elevada para caer en diatribas con el pueblo. El que esté alienado que se desaliene, nosotros los revolucionarios sabemos lo que el pueblo tiene que ver y oír, lo que le conviene.
Además la revolución ha decidido que es el momento de probar su fuerza. De jugar un pulso con el país y ganarlo. No importa que la mayoría se oponga ¿Qué van a hacer? Nosotros somos lo suficientemente poderosos para imponerle al pueblo lo que consideramos conveniente y al que no le guste que se la cale. El hombre nuevo tiene que ser obediente y gregario, aplaudir con fuerza y guardarse sus críticas. Ahora es el momento de dar este paso y medir nuestras fuerzas.
No parece que la revolución se vaya a caer por esta bravuconada, ni que sea la gota que derramará el vaso. Pero sí es una muestra clara del talante autoritario del socialismo del XXI y, sin duda, el lunes 28 el vaso amanecerá un poquito más lleno. Cada vez más y más venezolanos se convencen de ese talante, se dan cuenta de que lo que está en juego es el manejo de sus vidas. El implacable camino hacia un mundo en el que lo correcto y lo incorrecto se deciden en el Olimpo. Es lo que corresponde a un estado poderoso que maneja el espectro radio eléctrico, los vicios y las virtudes de los ciudadanos. El modelo cubano lo ha demostrado hasta la saciedad. En algunos momentos prohibió los blue jeans y hasta quiso eliminar la salsa, e inclusive la durmió por décadas, pero todavía los venezolanos no nos hemos dejado someter y somos tercos en luchar por nuestros derechos y seguir alzando la voz, aunque tengamos cerrados todos los caminos institucionales. El modelo cubano tuvo que apelar abiertamente a la represión y al terror. Al final lo logró y ha mantenido a un pueblo atemorizado y callado por medio siglo ¡Valiente hombre nuevo!
Pero Venezuela sigue dando la pelea. El descontento popular se desborda por doquier, todavía no estamos dispuestos a dejarnos vencer. Más tarde o más temprano nuestros líderes tendrán que quitarse la careta y apelar a la represión sin disimulos. El comunismo es contra natura y no ha logrado entrar sin sangre por ninguna puerta. Todas las experiencias del pasado son contundentes al respecto y con demostraciones de fuerza como este cierre el socialismo petrolero nos señala el mismo camino.
Sin ánimos de predecir lo que va a pasar, todo parece indicar que la revolución se impondrá en esta reyerta y dará la muestra de poder que pretende, pero también nos mostrará las costuras y el talante autoritario del que cojea. Tarde o temprano estos alardes se pagan. La revolución no se va a caer el lunes 28, pero el pulso que decidió jugar con el país ya lo perdió.