Opinión Nacional

Razones para votar

Se entregaron todos los poderes a una sola ideología y el deterioro del país está a la vista

Para comenzar el voto no solo es un derecho, sino que se transforma en obligación para todo ciudadano que desea ejercer su poder e influencia sobre los gobernantes. Un voto orientado a fortalecer la descentralización y las instituciones, un voto en contra del desorden, la ingobernabilidad, la corrupción, la inflación, la escasez, la pérdida de libertad y la abusiva injerencia del Gobierno en cada detalle de nuestras vidas.

El voto no emitido por el candidato que más se aproxima a nuestro modo de pensar y vivir, se transforma en un voto para quienes desean preservar y profundizar el horror que todos estamos viviendo. La abstención de los opositores será aplaudida por corruptos, pranes y otros beneficiarios del desorden y la ingobernabilidad. En un país tan dividido como el nuestro es fácil saber quién se beneficia cuando no votamos. Aún está fresco en la memoria de muchos lo que ocurrió cuando, por un error garrafal, se promovió la abstención en unas elecciones legislativas.

Durante esos cinco años de ausencia opositora se aprobaron leyes y se designaron funcionarios cuyo impacto negativo se percibe en la actualidad. ¿En qué medida el deterioro del país fue producto de la abstención? Pienso que tuvo un peso importante: se entregaron todos los poderes a una sola ideología y el deterioro del país está a la vista. Escucho y leo a personas que se oponen al actual gobierno, pero que en su disconformidad, con respecto a algún líder o partido, promueven la abstención. Respeto su derecho a hacerlo, porque la diversidad de opiniones es la esencia de la democracia, pero creo que se equivocan porque es bastante obvio que si no ejercemos el voto, terminaremos perdiendo, no solo algún espacio de acción política, sino lo poco que nos queda de democracia.

La trampa

Hay otros argumentos como la falta de transparencia, o la trampa -si le place más la palabreja- pero es más fácil la trastada cuando la diferencia es de 1%, que cuando la misma es de 20 o 30%. El día de las elecciones deben estar los testigos de las mesas, para evitar que la voluntad popular sea violada y en los días que faltan, hable, diga, actúe y opine aunque el miedo lo oprima. Más miedo nos debe dar el seguir perdiendo, y además terminar de rodillas. Nunca he dejado de votar porque siento que el día que lo haga, perderé el derecho de exigir lo que como ciudadano me corresponde, es parte de mi lucha, como lo es opinar donde me dejan hacerlo. Abstenerse el 8 de diciembre, por pasivo, furibundo o frustrado, no ayudará a mejorar este país que se cae en pedazos, pero sí puede contribuir a la pulverización de lo que queda. Entiendo y respeto las conductas apáticas, de furia y de frustración -han existido razones- pero creo que los argumentos para votar son mejores. Votar es, sin duda, una forma de lucha y el instrumento más civil que se haya diseñado. Un triunfo de la oposición no solo será un mensaje de optimismo hacia el futuro, también un castigo al peor gobierno de nuestra historia.

 

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