Opinión Nacional

Razones para ser optimista

Ésta será una de las campañas electorales más importantes y, seguramente, más intensas de las últimas décadas. Lo que muchos de los partidarios de Hugo Chávez, y el propio Presidente, suponían sería un mero trámite para relegitimar al actual Jefe de Estado, se ha convertido en un inmenso reto para el comandante del “por ahora”. La victoria que antes parecía segura, se ve seriamente comprometida. El ambiente en la calle ya no favorece a Chávez. Las deserciones de las filas del chavismo son cada vez más numerosas. La gente ha comenzado a pensar que el Primer Mandatario es derrotable. Del escepticismo se ha ido pasando a un razonable entusiasmo. El soberano se está persuadiendo de que de Hugo Chávez es posible salir por la vía pacífica.

1. Omisiones y distorsiones

Desde que Chávez asumió la presidencia de la República el 2 de febrero de 1999, ha incurrido en numerosas omisiones y distorsiones. Ninguno de los grandes problemas que el país tenía cuando llegó a Miraflores, se ha resuelto. Al contrario, algunos se han acentuado dramáticamente.

 La pobreza. Este fenómeno, principal libelo de la oposición “patriótica” contra la ineficiencia del sistema democrático basado en la existencia de grandes partidos populares iniciado el 23 de enero de 1958, se ha agravado a raíz de la recesión económica que despunta en el último trimestre de 1997 como coletazo de la crisis asiática. Sin embargo, mientras países como Corea del Sur, Taiwan o Malasia ya han salido del colapso y han dado pasos firmes para recuperar su antiguo dinamismo, Venezuela sigue paralizada. La inversión escuálida, el desempleo abierto, el deterioro del ingreso real y la informalidad de la fuerza de trabajo, continúan siendo rasgos dominantes del panorama económico. Si bien es cierto que Hugo Chávez hereda una crisis económica que se inicia mucho antes de que él asuma al poder, la enorme ineptitud de su gobierno ha profundizado los ángulos más críticos de ese cuadro.

 El desmantelamiento del Estado. Uno de los dramas de la democracia venezolana es que permitió que el Estado se fuera marginalizando. Se fuera fragmentando y desarticulando de tal modo, que resultaba imposible utilizarlo para emprender acciones orientadas a mejorar la calidad de vida de la gente: elevar los contenidos de la educación, preservar la salud de los ciudadanos, resguardar la seguridad pública y la seguridad social, adelantar políticas eficaces en áreas como el deporte, la cultura, la ciencia y la tecnología. El proceso de descomposición del Estado se ha acentuado, al punto que se han desmantelado organismos que recientemente habían hecho enormes esfuerzos para modernizarse y aumentar su rendimiento. Este es el caso de la Oficina Central de Estadística e Informática (OCEI), que a través de acuerdos con el Banco Mundial y el PNUD había avanzado en un plan de transformación muy importante. Esos programas han sido abandonos. El Censo Nacional que estaba previsto realizar durante este año, ha sido pospuesto por tiempo indefinido. El país no cuenta, ni contará en el futuro cercano, con estadísticas globales confiables. Algo similar ha ocurrido con el sector social. La fusión del Ministerio de la Familia con el Ministerio del Trabajo lo que ha hecho es colocar en un plano aún más secundario los aspectos relacionados con el desarrollo social. Ahora no existe ningún organismo que se ocupe de la planificación integral del desarrollo humano, tal como recomiendan la experiencia y los organismos internacionales especializados en el área.

 Los ataques a la descentralización. La transferencia de competencias y recursos desde el poder central hacia los gobiernos regionales y locales, conquista popular obtenida durante la fase final del puntofijismo, ha sido torpedeada de forma tenaz por el gobierno de Chávez. Los gobernadores que no le son afectos, no reciben los recursos del Situado Constitucional, o los reciben tardíamente. Los recursos para las demandas de la provincia se canalizan a través del Plan Bolívar 2000, que además de ser una plataforma para el clientelismo político, ha servido como eficiente mecanismo para relanzar la corrupción administrativa.

 La politización de las Fuerzas Armadas. El creciente proceso de politización de la institución castrense ha creado un enorme malestar entre la población civil y, especialmente, entre los oficiales de las Fuerzas Armadas. La separación del mundo civil y el mundo militar, conquista de toda cultura altamente desarrollada, se ha irrespetado. Este principio, que debería ser inviolable, se ha quebrantado en nombre de un pretendido igualitarismo que no satisface a los civiles y que desagrada a los militares, porque los coloca en el terreno de la pugnacidad y la diatriba, cuando las Fuerzas Armadas, de acuerdo con los principios que sus miembros más destacados defienden, constituyen una institución obediente y no deliberante.

 La inseguridad personal. Otro campo donde el Gobierno ha fracasado de forma estrepitosa es en la preservación de la seguridad de las personas y el resguardo de la propiedad privada. Las invasiones impunes, los delitos a mano armada, los robos a bancos, los asesinatos y secuestros, han pasado a formar parte del paisaje cotidiano. El Gobierno se defiende diciendo que son exageraciones de una prensa que actúa como ariete de la oposición. Sin embargo, allí están los hechos. La gente de las principales ciudades del país se siente sitiada por el hampa. Los taxistas, usualmente pasivos, se han convertido, junto con los medios de información, en la fuerza de resistencia y denuncia de la delincuencia.

2. La incapacidad para actuar

Como dice Fausto Masó, éste es un Gobierno que conjuga los verbos en futuro. Esto, a pesar de que ya tiene 15 meses en acción. El presidente y sus ministros pocas veces informan de lo que hicieron, siempre nos están hablando de lo que harán. Para todo tienen un plan estratégico, con escenarios y medidas para la coyuntura y para el largo plazo. Cuentan con planes contingentes y líneas de retirada. Pero, esos proyectos pocas veces cristalizan en acciones concretas.

El caso del Estado Vargas es el más patético. Una burla cruel. De acuerdo con los planes del Ejecutivo, Vargas será una especie de Cancún, aunque mejorado. La autopista que dará acceso a los hoteles 7 estrellas, será ultramoderna. Las construcciones respetarán el cauce natural de los ríos. La zona residencial se diferenciará del área hotelera. Todo será tan moderno, limpio y ordenado, que nunca más a los venezolanos nos provocará ir a una playa fuera del litoral, ni siquiera en Margarita. Vargas será el epicentro de la reactivación de la construcción y de la economía. Todo pura fantasía. Este Gobierno no ha colocado ni un ladrillo que permita presagiar que esa entidad saldrá, en los próximo años, de la miseria y la ruina en la que lo dejaron las lluvias y la desidia oficial. El Gobierno central no ha apoyado al gobernador Alfredo Laya en los planes de recuperación. Los obreros y las máquinas que están allí trabajan en horario de oficina, sin asumir la reconstrucción de Vargas con el sentido de urgencia que la tragedia lo demanda.

Algo similar ocurre con la inseguridad personal. El hampa tiene sitiada a Caracas. Los camioneros son asaltados diariamente en todo el país; los taxistas, asesinados; los bancos, robados; las haciendas y fundos, invadidos. Y la respuesta del Gobierno son planes y más planes, como si éstos tuvieran propiedades mágicas. Hay una especie de fetichismo, de culto desmedido por la palabra oral y escrita. No se emprenden acciones. Los ladrones se ríen de un régimen donde dominan los militares en todos los terrenos, pero que es más inseguro que todos los gobiernos anteriores.

Para combatir la pobreza, lo más genial que se le ha ocurrido al Gobierno es instrumentar el Plan Bolívar 2000, epítome del asistencialismo y la demagogia que tanto se criticó, con justicia, en el pasado. Los programas para capitalizar los recursos humanos en campos como la salud y la educación, han sido abandonados. El estímulo a la inversión se ha restringido a tratar de que la banca comercial baje las tasas de interés activas. Con ello lo único que se ha logrado es que el Banco Industrial de Venezuela sea la única entidad que ha satisfecho las expectativas del Gobierno, y esto porque depende directamente de Miraflores.

Las fallas del Gobierno, su desidia e ineptitud son tan colosales, que la gente lo ha percibido. Quienes le dieron su apoyo irrestricto, hoy constatan el fracaso. Hay razones para ser optimistas ante la campaña electoral que se está desarrollando. La pesadilla que podía durar 12 años, lo más probable es que se acabe pronto.

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