Razón de la Sin Razón
Pero que se llegue a los extremos del pronunciamiento del TSJ sobre la juramentación de Chávez no deja de ser insólito. Sucede que, según este esperpento, la ausencia del Presidente no se puede calificar de falta absoluta –no ha sido certificado su muerte, ni ha sido destituido, tampoco una junta médica se ha pronunciado sobre su incapacidad para ejercer el cargo-, pero tampoco se trata de una falta temporal. A pesar de quien tanto le gusta ocupar el centro de la atención no ha dado señales de vida desde hace un mes, no existen bases –señala la Presidente del máximo tribunal- para convocar a una junta médica que certifique su estado de salud. Según los genios de la Sala Constitucional solo el propio Presidente, por decreto, puede determinar que su ausencia es temporal. Pero éste señor está más allá que de acá y no puede decir nada al respecto. O sea que, por descarte, Chávez está presente, pero a la vez está de permiso y éste, por lo que se desprende, puede ser indefinido. Pero nunca dejará de ser Presidente porque, en realidad, no hay falta. Tan así, que no necesita juramentarse –siempre ha estado ahí- por lo que debe respetarse la continuidad de su mandato. Que el inicie de un nuevo período amerite esta juramentación es apenas una formalidad, a pesar que tal juicio viola la propia jurisprudencia de ese cuerpo sobre casos similares. Pero además, el Gobierno es el mismo y los ministros conservan sus potestades mas allá del período para el cual fueron designados. Por lo tanto, Maduro continúa ejerciendo las responsabilidades administrativas que Chávez le delegó en diciembre, pero no ejerce la Presidencia, pues está no le fue delegada por su titular ausente/presente. Supongo que a la figura del Jefe de Estado se le reservará una silla vacía, como hacía el propio Chávez para acomodar a Bolívar en la cárcel de Charallave, para asegurar que sus atribuciones sean asumidas legítimamente por quien corresponde, entre éstas, nombrar ministros, dirigir la política exterior de la República, como a la Fuerza Armada Nacional. Lo que no quedó claro es quien ejercerá el papel de oráculo en el gabinete para aseverar que las decisiones tomadas sean realmente las de Chávez.
Lo absurdo de todo lo anterior obliga a preguntarse, ¿Por qué esta violación tan burda y enrevesada de la Constitución cuando era mucho más sencillo –y seguro para la continuidad del chavismo en el poder- declarar la falta absoluta, dejar el gobierno temporalmente a cargo del Presidente de la Asamblea Nacional (con uso legítimo de todas sus atribuciones) y acudir a elecciones en 30 días –ya- con Maduro como candidato, arropado por el imbatible sentimiento de constricción y entrega de medio país por el héroe caído. Las fuerzas democráticas no verían luz.
La única razón aparente de esta sin razón tiene que ver con la precariedad del liderazgo chavista, amenazada por el conflicto y la disolución una vez que el mandón no esté. Es el costo –paradojas de la “revolución”- de haber encumbrado deliberadamente a un semidiós y dotarlo de poderes cuasi-absolutos para así “legitimar” la destrucción de aquellas instituciones que se interpusieran al régimen de expoliación que la cúpula Bolivariana ha instalado en el país. Y los dolientes principales de este régimen son los hermanos Castro, cuyo dominio despótico vendría al suelo sin los millardos que le inyecta Chávez. Y han conseguido la solidaridad “desinteresada” de Daniel Ortega, Evo y la Kirchner, entre otros. ¿Solución? Prolóngase la presidencia de Chávez a como dé lugar, ya que Cabello no es de fiar y Maduro, aun ganando legítimamente unas elecciones convocadas para febrero, sería pronto abrumado por las enormes dificultades generadas por el desbarajuste del gobierno anterior (¿?), -más si tiene que lidiar con la conspiración en contra del taimado Cabello. No en balde los dos ancianos patriarcas antillanos tienen un as bajo la manga: pueden urdir la presencia del susodicho –a su disposición literal y corporalmente- cuando las circunstancias lo dicten y mantener la díscola jauría chavista bajo control. ¿Cómo es eso? Falsificando sus decisiones, sembrando rumores sobre sus pareceres, filtrando aparentes juicios sobre quienes deben ser disciplinados, hasta parapetearlo como Cid Campeador para que salude a las cámaras. En el caso de que esto último ya no sea posible, siempre quedará el chantaje “revolucionario” de que cualquier confidencia sobre su verdadero estado le dará armas “al enemigo”.
¿Hasta cuando podrán mantener esta charada? El Rey está desnudo pero no aparece la niñita que lo señale a los venezolanos. Todo indica que Chávez ya no gobernará más, que todo es un gigantesco y costoso engaño para postergar el inevitable careo interno que habrá de desestabilizar el frágil equilibrio y acabar con tanto chulo enchufado. Y el gran estafado es el pueblo chavista, convocado hoy -10 de enero- para celebrar la “investidura” de su líder, cuando parece tratarse, en realidad, de su desaparición. No nos sorprendamos en el futuro próximo con un cruce repotenciado de Evita Perón con José Gregorio para seguir sacando provecho a la devoción de este pueblo.