Ramón Guillermo Aveledo

Comienza el béisbol venezolano sin Ramón Guillermo Aveledo en la Presidencia de la Liga, aunque siempre presente en el alma de los que amamos la pelota y sus costuras, todavía más si son los Leones caraqueños o los mulos de Manhatan los que se alzan con el trofeo.

Hay hombres hechos para el conflicto y otros, los menos, para el consenso, Aveledo es uno de estos últimos. Ramón Guillermo es un ser humano hecho para sumar. Los que nos preciamos de su amistad destacamos su impecable bonhomía y una especial cualidad para ser a la vez cosmopolita y aldeano, universal y barquisimetano, Cardenal de Lara Y Media Roja de Boston.

Mucho hemos disfrutado de su bien hablar y su mejor yantar, todo sin excluir su versátil pluma que es capaz de ofrendarle sacros homenajes a la Divina Pastora en procesión, o de esgrimir el verbo de profano tribuno para analizar en original visión la política venezolana, de la que sido privilegiado testigo y estelar protagonista.

Buenas y muchas son sus reflexiones sobre la dramática y trascendental situación por la que atraviesa el país, mejor aún las consideraciones que están por venir acerca de lo bueno, lo malo y lo feo, sobre las virtudes y los defectos de una IV República, vilipendiada por los amantes del despojo fácil, de la carroña al borde de la vía.

Ramón Guillermo Aveledo recuerda que las imposiciones de la autocracia siempre son más fáciles y eficaces que el complejo consenso implícito en toda democracia eficiente, viva y verdadera. Sus lectores consuetudinarios, sus fanáticos de capitolio, estamos a la espera de su más reciente visión política de dirigente contemporáneo que confirma sabiamente “que el juego sólo termina cuando se acaba.”