Rafael Vegas, Psiquiatra y Civilizador Contemporáneo
En Venezuela ha pesado, durante mucho tiempo, aquella observación de Rafael María Baralt (1810-1860) según la cual, los “trabajos de la paz no dan materia para la historia” (1). Era un punto de vista de la historiografía romántica. Pero en un país como el nuestro, dado al constante recuento de la vida de los héroes militares, nos está haciendo falta, desde hace años, contar la peripecia de los hombres de la paz, de los constructores, de todos aquellos que han dado la batalla contra los sembradores de cenizas (2). Entre quienes trabajaron a fondo, lejos de la algarabía del mitin, que tanto ha gustado a los venezolanos por encima del trabajo creador, silencioso, continuo, se encuentran varias de las figuras que tomaron para sí la responsabilidad de conducir al país a partir del 17 de Diciembre de 1935. Estos hombres contaron con el respaldo de quienes ejercieron el poder en aquellas horas, los creadores presidentes Eleazar López Contreras (1883-1973) e Isaías Medina Angarita (1897-1953).
ESTO ES LA POLITICA
“La política es pugna de intereses y competencia de ambiciones, pero es también paradójicamente, trabajo para entendimiento entre los hombres y la unidad de las fuerzas sociales. En esta aparente o real contradicción de sus fines residen su interés y su grandeza. Gracias a esta contradicción, en el tablero de la política se encuentran y alternan el rufián con ele apóstol, el demagogo con el estadista y el tirano con el libertador; y la historia, que es en gran parte el discurrir de la política, nos presenta la sucesión de angustiosos momentos de violencia y caos con sublimes horas de afirmación e integración humana.”
Jóvito Villalba
(Citado por Heraclio Atencio Bello: Cuando el Estado empobrece a la nación,ed.2006,p.27).
RETORNO A LA DEMOCRACIA
Debemos examinar por ello la labor de civilizadores como Pastor Oropeza (1901-1991) y sus luchas en favor del niño venezolano (3); como Luis Beltrán Prieto Figueroa (1902-1993) y sus estudios y análisis sobre nuestro discontinuo proceso educativo (4); en torno a Arnoldo Gabaldón (1909-1989) y su campaña sobre la malaria (5); sobre José Ignacio Baldó (1898-1976) y su triunfo sobre la tuberculosis. Y estos son apenas unos nombres los cuales forman, junto con los políticos, el cuadro vivo de la Venezuela postgomecista. Por ello no pueden faltar en ese cuadro Andrés Eloy Blanco (1896-1955) quien fue quien redactó, la misma noche del fallecimiento del tirano, el primer manifiesto llamando al retorno a la democracia, a libertar a los presos políticos y el pedido del regreso de los exilados. Ese llamamiento se pudo leer, encabezado por su firma, cuatro días después de la muerte del autócrata en las columnas del periódico caraqueño El Heraldo (diciembre 19,1935). Tampoco deberán faltar ni Alberto Adriani (1898-1936) quien puso a andar la economía y las finanzas, ni Arturo Uslar Pietri (1906-2001) cuando propuso la gran consigna de nuestra vida contemporánea, la necesidad de “sembrar el petróleo” en un editorial del diario caraqueño Ahora (julio 14,1936). Y tampoco pueden estar ausentes las mujeres, el nuevo personaje que emergió en aquel instante en nuestra vida nacional, quienes, motorizadas por Ada Pérez Guevara (1905-1999), concibieron el Mensaje de las mujeres al presidente López (diciembre 30,1935), a los trece días del final de la dictadura. Este Mensaje el cual es primer gran documento femenino de nuestra historia, el primer pedido público por la protección de la mujer y de los niños, papel aun en plena vigencia.
Fue así como se inició aquella gran transición político-social que tuvo a los doce meses de 1936 como su año cenital. Y su jornada esencial fue el viernes 14 de febrero durante la colosal manifestación de aquella tarde, en la cual participaron todos los hombres y mujeres adultos que vivían en Caracas, “Día de la democracia” para Manuel Caballero, fecha del renacimiento de la democracia plena, ya establecida en los artículos del “Decreto de Garantías” (agosto 18,1863) del general Juan Crisóstomo Falcón (1820-1870) al concluir la guerra federal, aquella “desastrosa guerra” como se lee en el “Tratado de Coche” (abril 24,1863), firmado cuatro meses antes en un lugar cercano a Caracas, cuya consecuencia fue el “Decreto de Garantías”.
A través de todos ellos y ellas tendremos el cuadro vivo de los acontecimientos de la Venezuela post-gomecista (diciembre 17,1935-octubre 18, 1945).
EL HOMBRE
Entre éstos se encuentra el psiquiatra y educador Rafael Vegas, quien nació en Caracas, en una casa situada entre las esquinas de Truco a Guanábano, número 117, en La Pastora, el 4 de diciembre de 1908. Fueron sus padres el médico Luis Vegas Sanabria y María Sánchez Navarro. Por la línea paterna descendía Rafael Augusto Vegas Sánchez, su verdadero nombre, el que se lee en su partida de nacimiento, de los Sanabria, hondos servidores de la nación desde los días del régimen colonial. Entre todos ellos había estado viva la llama del ejercicio docente desde el tiempo en el cual vivió Tomás Hernández Sanabria (1752-1838), quien fue dos veces Rector (1794-1795; 1809-1811) de la Universidad de Caracas. Vegas era chozno de éste (6). También fueron rectores de nuestra alma mater el hijo del viejo Sanabria, el abogado Tomás José Sanabria (1796-1850), quien rigió nuestra Universidad en 1841 (7) y su nieto Martín J. Sanabria (1831-1904), quien ejerció el rectorado durante la octava década del siglo pasado (1888-1889). Fue Martín J. Sanabria quien, como Ministro de Fomento del presidente Antonio Guzmán Blanco (1829-1899), despacho del cual dependía entonces la educación, propuso a aquel mandatario el Decreto de Educación Primaria Gratuita y Obligatoria, que este estadista instituyó el 27 de Junio de 1870 (8). Rafael Vegas era tataranieto de Tomás José Sanabria y sobrino bisnieto de Martín J. Sanabria (9).
En casa de los Vegas Sánchez la tarea por educar a otros siguió viva ya que, entre sus siete hermanos, tanto el dermatólogo Martín Vegas Sánchez (1897-1991) como su hermana Luisa Amelia Vegas Sánchez, estuvieron mezclados en el proceso de formar hombres y mujeres útiles para el país. Igual cosa hizo una de sus sobrinas, hija de su hermana Luisa Amelia, Luisa Elena Vegas Vegas, conocida pedagoga de nuestros días. Esa preocupación por formar venezolanos tomó vida otra vez en Rafael Vegas, sin duda recibida por el río de su sangre. Y él fue fiel a tan especial inclinación (10).
Rafael Vegas realizó lo esencial de su formación en su ciudad natal. La primaria la cursó en la Escuela El Carmen y en la Escuela anexa a la Normal para hombres de Caracas. La educación media la recibió en el Colegio Salesiano y en el Liceo Caracas, entonces dirigido por Rómulo Gallegos (1884-1969). En esos días prendió la amistad que uniría de por vida a maestro y discípulo. Vegas obtuvo el título de Bachiller en 1924. Inmediatamente ingresó a la Universidad Central de Venezuela para cursar la carrera de medicina.
En la Universidad tuvo activa participación en el movimiento estudiantil. En 1927 era directivo de la Sociedad de Estudiantes de Medicina y miembro de la Federación de Estudiantes de Venezuela, en la nueva etapa de su figuración pública, ya que la FEV había sido clausurada por el gobierno gomecista años antes. El 15 de marzo de 1927 fue elegida la nueva directiva de la agrupación. Le tocó al estudiante Rafael Vegas dirigir al vocero de esa agrupación La Universidad, cuyo primer número apareció en agosto de 1927.
Ese mismo año el joven Vegas viajó a Panamá para asistir a las sesiones del Congreso Latinoamericano de Estudiantes, el cual debía celebrarse en la capital de ese país. El evento no llegó a realizarse. Allí pudo leer Vegas, por estar lejos de la censura gomecista, las Memorias de un venezolano en decadencia de José Rafael Pocaterra (1889-1955), cuya primera edición acababa de aparecer en Bogotá (11).
Vegas cursaba el cuarto año de la carrera cuando se produjeron los acontecimientos del año veintiocho. Fue así como participó en los actos de la Semana del Estudiante (febrero 6-12) y sufrió las consecuencias, junto a sus compañeros, de la insurgencia contra el general Juan Vicente Gómez (1857-1935). Quedó así incorporado a las filas de la generación política de 1928.
Los sucesos de la histórica Semana se iniciaron el 6 de febrero con la manifestación pública de los fevistas desde la Universidad Central, situada entonces entre las esquinas de Bolsa a San Francisco, hasta el Panteón Nacional. Fue allí donde Jóvito Villalba (1908-1989) pronunció su célebre discurso contra la tiranía que asolaba el país. Eso mismo hizo, ese mismo día, en la Plaza Ribas de La Pastora, Joaquín Gabaldón Márquez (1906-1984) y horas más tarde, en el Teatro Municipal, Pío Tamayo (1898-1935). Dos días más tarde, el 8 de febrero, Rómulo Betancourt (1908-1981) lo hizo en palabras peroradas en el Teatro Rivoli. Casi inmediatamente fue ordenada la prisión de Villalba, Betancourt, Tamayo y Guillermo Prince Lara (1905-1931). En solidaridad con ellos el resto de los estudiantes se entregaron el 17 de febrero, Vegas entre ellos, y fueron enviados detenidos al Castillo Libertador de Puerto Cabello. A los pocos días quedaron libres. Inmediatamente Vegas se unió al grupo de civiles y militares quienes intentaron la sublevación del 7 de abril del mismo año. Ante el fracaso de ésta Vegas debió huir del país. Se trasladó entonces a Francia. El 7 de junio el barco en el cual viajaba lo dejó en el puerto francés de Le Havre (12).
En la Universidad de París continuó sus estudios en la Facultad de Medicina. Sólo los interrumpió para participar, otra vez, en una nueva intentona contra el tirano que dominaba su patria. Fue así como se unió a la expedición del Falke, la cual partió desde el puerto de Danzig, Polonia, el 19 de julio de 1929 en el barco “El Falke», embarcación que dio nombre a esta insurgencia. La comandó el general Román Delgado Chalbaud (1889-1929). Fue así como Vegas participó, el 10 de agosto de 1929, en la toma y ataque de Cumaná. Al ser vencidos los insurgentes Vegas debió escapar para no caer en manos del gobierno. Durante catorce meses estuvo escondido en una hacienda en Caicara de Maturín. Fue durante estas correrías en los cuales contrajo, siempre en servicio de una causa justa, el Mal de Chagas, que cuarenta y cuatro años más tarde acabaría con su vida. Toda esta aventura de aquel estudiante ha sido revivida por su sobrino Federico Vegas (1950) en su celebrada novela Falke. (4ª. ed. Caracas: Mondadori, 2006. 455 p.).
En noviembre de 1930 Rafael Vegas pudo alejarse otra vez de Venezuela. Se detuvo en Trinidad y de allí retornó a Francia. El 28 de febrero de 1931 ya estaba de nuevo en París.
Fue durante este segundo período en el país galo cuando Vegas concluyó estudios. En 1932 obtuvo el título de Médico. Pasó luego a España. En Barcelona realizó (1934-1936) su especialización en psiquiatría bajo la dirección del doctor Emilio Mira y López (1897-1964), el autor de Los cuatro gigantes del alma (13).
LA METANOIA
Pero fue también durante este período que se operó la “metanoia” en él. Fue aquél el momento del gran cambio, cuando se dio cuenta de lo estéril que era el uso de la violencia para resolver los problemas colectivos.
Fue en ese tiempo que comprendió cómo era de importante combatir el gomecismo. Pero esto había que hacerlo con ideas y con planes, como única forma de sustituir aquel régimen de caudillos y gamonales como el de aquel Ño Pernalete en el llano que su maestro Gallegos había colocado en su novela Doña Bárbara. (Barcelona: Araluce, 1929. 351 p.). Había que terminar con el dominio de los Mujiquitas, con uno de los cuales nos topamos en el libro de su ductor, pero no empuñando el fusil sino una tiza frente al pizarrón de enseñar, con el libro entre las manos, para poder conjurar el caos, porque lo que había que hacer era civilizar, crear hábitos de convivencia colectiva los cuales sólo se dan en la democracia en donde siempre hay tolerancia por aquel que piensa distinto, donde toda disidencia tiene acogida pero nunca dentro de los usos de la violencia sino de la fraternidad, un lugar en donde las grandes decisiones se tomen por consenso.
Fue en aquellos años cuando Rafael Vegas se dio cuenta que el futuro del país debía descansar sobre la educación que había que dar a los niños y jóvenes de ambos sexos. Desde ese momento soñó con transformar las viejas estructuras del país caudillista, erradicar el caciquismo, a través del proceso educativo. Así lo dijo a testigos quienes siempre lo recordaron. Tal cosa confió al galeno Francisco Herrera Luque (1927-1991). El mismo lo recordó así:
El maestro, sin embargo, proseguía imperturbable en su salmo: confiad amigos, que por ellos y para ellos, algún día será [… ] Así me lo dijo, en tierras de exilio, Rafael Vegas, mozo él, niño yo, cuando agonizaba el Gran Dictador de Venezuela (14).
Durante los años que pasó en la península ibérica retornó a París periódicamente. Allí se casó, el 16 de julio de 1936, con Simone Falligan. El matrimonio tuvo dos hijas, ambas nacidas en Caracas, María Corina, el 8 de Julio de 1938 y Helena Sofía el 7 de junio de 1941.
Cuando el 18 de Julio de 1936 se inició la Guerra Civil Española, Vegas se vio obligado a trasladarse a Francia. El 8 de septiembre retornó a París ciudad en donde realizó los estudios hasta obtener el doctorado en Medicina (noviembre 9, 1937). Fue entonces cuando pudo pensar en retornar a Venezuela. Por ello no lo hizo el año treinta y seis como algunos han supuesto. Eso ocurrió el año siguiente. Existen documentos que prueban que el 31 de marzo de 1936 residía en Barcelona (15). Todavía el 2 de diciembre del mismo año se encontraba en Europa. Ese día, en una carta a Rómulo Gallegos, expuso el proyecto de un colegio que deseaba fundar en Caracas en compañía de su querido maestro. En esta misiva le decía “Dentro de pocos meses me encontraré en Caracas” (16).
EN CARACAS
No fue hasta el 16 de diciembre de 1937 cuando regresó. Encontró vivos a todos sus seres queridos con la excepción de su papá, pues éste había fallecido en Caracas diez meses antes (febrero 5, 1937). Cuando bajó del barco que lo trajo a La Guaira Rafael Vegas estaba preparado para servir a su país. No haría otra cosa en los treinta y seis años de fecunda actividad que le esperaban.
El Rafael Vegas que regresó a Venezuela en aquel año era un hombre que se había preparado. Era médico, había hecho su especialización en psiquiatría, era psicopedagogo y tenía una obsesión: los niños abandonados. Ya había comprendido la importancia que tenía el problema educativo dentro de un país que debía reconstruirse desde sus fundamentos. Fue eso a lo que se dedicó y lo hizo de tal forma que uno de sus colaboradores, el doctor Pablo Izaguirre, acotó:
“Podemos, pues concluir que fue un Educador intuitivo, en quien la Medicina, la Psiquiatría, la Pedagogía y la vida misma, no hicieron sino perfeccionar lo que era de él precioso don” (17).
Lo que Vegas hizo a partir del regreso a Venezuela fue toda una revolución. Pero en el sentido que le dio a este término Augusto Mijares (1897-1979):
“Proyecto y no violencia; doctrina y no gesticulación y palabras” (18).
Y esto quizás llamará la atención refiriéndose a un hombre como Vegas quien en sus días juveniles utilizó la violencia, que es siempre destructiva, para solucionar los problemas de Venezuela. Lo que sucedió fue que para 1936 ya se había producido en él un hondo cambio, como ya hemos señalado, se había dado cuenta cómo era posible, como él mismo lo dijo, “dedicar nuestra vida a un ideal sin recurrir jamás a la violencia para alcanzarlo” (19).
Pero esta profunda mutación interior también tenía intensas razones psicológicas dentro de Vegas. Por su fecha de nacimiento él era un sagitario, un arquero lleno de fuego, alguien quien debía lanzar su flecha a dar en el punto preciso como los en esos días nacidos (20). Había dejado muy temprano la calidez de su hogar en Caracas para ir tras la quimera que soñaba como posible: una sociedad democrática. Con el toque de magia que caracteriza a los sagitarianos buscó, sin miedo al riesgo, una tarea que lo retara, que lo obligara a arriesgarse. Puso en ello su optimismo, su inspiración, su idealismo. Eso excitante que buscaba, la gran causa, no lo encontró en la política activa. Por ello indagó hasta hallar algo que moviera su espíritu, que fuera difícil, que lo obligara a enfrentarse con el conservadurismo de una sociedad dormida. Y aquel acicate lo halló en los niños. Especialmente en aquellos a quienes nadie quería. Junto a ellos este centauro alegre, de especial encanto personal, sincero hasta la exageración, encontró el aire que deseaba respirar. La alegría, la espontaneidad, la franqueza que siempre le gustó, al estar cerca de gente que congeniara con él, lo halló cerca de los niños. A ellos consagró su vida. Y fue tan fiel así mismo que varias de sus más importantes ejecutorias las llevó a cabo días sagitarianos. Un 16 de diciembre fundó la “Casa de Observación de Menores»; otro 16 de Diciembre entró en vigencia la ley de Escalafón del Magisterio, otra de sus certeras iniciativas; el 27 de noviembre de 1941 se estrenó la película “Juan de la Calle», cuyas escenas transcurrían en la “Casa de Observación de Menores” (21).
EL PLAN VEGAS
Vegas apenas tuvo tiempo para mirar a los suyos, dar la mano a los viejos amigos, ya que inmediatamente se puso a trabajar. A poco de haber llegado la recién fundada “Asociación Venezolana de Mujeres” (febrero 11,1936) puso en sus manos la organización y puesta en marcha la “Casa de Observación de Menores”, un tipo de institución que nunca había existido en el país. A poco se celebró el “Primer Congreso Venezolano del Niño” (febrero 1-6, 1938); se redactó, con su participación, el nuevo Código de Menores (julio 17,1938) y él presentó las “Normas de Atención a la Niñez abandonada” que han sido siempre conocidas con el nombre de Plan Vegas.
El Plan Vegas está formado por seis puntos:
“1.- Si se trata de un niño normal, que puede y debe seguir viviendo en sociedad: se le envía a una Casa-Hogar;
2.- Si se trata de un deficitario ineducable, de un psicópata, o de psicótico: será trasladado a un Sanatorio Psiquiátrico Infantil;
3.- Si el menor observado es un débil mental o un simple atrasado escolar, que posee un buen ambiente familiar: se aconsejará a los padres inscribirlo en Clase especial;
4.- Si el niño padece de trastornos mentales poco graves y posee un buen ambiente familiar: regresa al hogar y es tratado en un Dispensario de Higiene Mental Infantil que funciona en la Casa de Observación;
5.- Si el niño es menor de 12 años y tiene trastornos de conducta que contraindican su ingreso en una Casa-Hogar: se le envía al Internado de Pre-orientación;
6.- Si el niño es mayor de 12 años y tiene trastornos de conducta que contraindican su ingreso en una Casa-Hogar: será dirigido hacia un Internado de Readaptación” (22).
Se había formado así poco el Consejo Venezolano del Niño (agosto 6,1936). Vegas fue nombrado su Secretario General (1939-41). El mismo año de la creación del Consejo Venezolano del Niño, bajo la égida de Vegas se creó, en Los Teques, el “Instituto de Pre-Orientación para Menores».
El tema de la niñez movía de tal forma su espíritu que convenció al maestro Gallegos para que escribiera la película “Juan de la calle”. En ella el drama de la niñez abandonada se desarrollaba ante los ojos de los espectadores. Tal importancia tuvo “Juan de la calle” que el historiador del séptimo arte entre nosotros, Ricardo Tirado, anotó: “Film digno, patentizó la inquietud de Gallegos por explorar ambientes, tipos y problemas inéditos en el cine venezolano” (23). La cinta fue hecha, según el propio Gallegos, para servir “a los fines divulgativos del Consejo Venezolano del Niño” (24).
En 1941 Vegas colaboró con su hermana Luisa Amelia Vegas en la Fundación de la Escuela de Servicio Social, que fue la primera que existió en el país. En ella fue profesor. No abandonó su cátedra en aquella aula ni siquiera en la época en que fue Ministro de Educación. Los acontecimientos del golpe de estado del año cuarenta y cinco lo sorprendieron dictando su clase en aquel instituto.
Ese año durante la campaña presidencial apoyó la candidatura de su maestro don Rómulo Gallegos, a quien según él mismo había escrito en París, el 14 de julio de 1929, debía “gran parte de la formación de mi carácter y de la solidez de mis ideales” (25), sobre quien más tarde expresó que era:
“mi maestro por excelencia, al ser a quien debo mi cristalización espiritual, a quien desde la época escolar y de inquieta adolescencia señaló a toda una generación el camino que debía tomar para bien de la patria, que ese maestro de juventudes… acepte hoy el homenaje que le rinde uno de sus más fíeles discípulos” (26).
En aquella contienda, en la cual el Presidente no era elegido a través del voto directo de la mayoría sino a través de una elección indirecta, practicada en el Congreso, Gallegos no tenía opción de ganar. Pese a ello hizo su campaña y recorrió el país. La presidencia la obtuvo el candidato del gobierno. Fue así como llegó a la primera magistratura el general Medina Angarita. Tras la toma de posesión del nuevo Jefe de Estado Vegas renunció al cargo que ejercía en el Consejo Venezolano del Niño.
Continuó entonces su labor en la Casa de Pre- Orientación de Menores. Allí por sabia decisión suya, resultado de conocer bien cómo funciona la política criolla, actuaba sin percibir sueldo alguno, ya que consideró que aquella era la única manera que otros no aspiraran al cargo, cosa que le permitiría realizar allí las tareas que emprendió, las cuales por primera vez se llevaban a cabo en el país.
Una vez alejado de las funciones que ejercía en el Consejo Venezolano del Niño su viejo deseo de abrir un colegio, cuyo plan inicial había expuesto a Gallegos en una carta que le remitió desde Francia (27) volvió a su mente. Para ponerlo en marcha contó con el apoyo de su amigo Juan Simón Mendoza. No lo pudo poner a andar porque en ese momento se impuso nuestra indolencia burocrática (28).
Siguiendo máximas de las cuales estaba convencido prosiguió. El sabía que lo “que necesitaba un niño abandonado es afecto, solidaridad y orientación” (29). El Plan Vegas significó una mutación en la concepción sobre el niño abandonado, en el cual se establecieron las bases sobre las cuales se había de orientar la acción en ese campo. Ese plan dio lugar a la “Declaración de los Derechos del Niño”. Desde “Consejo Venezolano del Niño” él pudo poner en practica su ideario.
También prosiguió su lucha en contra de la prostitución de las niñas y su tarea por establecer un Retén de Menores para sacar a los pequeños que habían cometido delitos de los lugares en donde se hacinaban presos adultos. Y esto lo hizo pues constantemente se preguntaba si en realidad existían niños antisociales o si más bien lo que existía entonces era una sociedad anti-niños. Se dio también cuenta que sus conocimientos en este campo, que había traído desde Europa, no servirían si no se empleaban teniendo en cuenta las peculiares características de la sociedad venezolana. De allí que parte de su trabajo estuvo dedicado a adoptar aquellos saberes pero adaptándolos a la sociedad venezolana, proceso que en muchos casos lo obligó a recrearlos. Fue así que pudo poner en práctica el viejo pensamiento de Simón Rodríguez (1769-1854): “o inventamos o erramos” (29a).
NOTAS
(1)Rafael María Baralt: Resumen de la Historia de Venezuela. Brujas: Desclee de Brouwer, 1939. 3 vols. La cita en este caso está tomada del t.III, p. 144
(2)Augusto Mijares: “Los sembradores de cenizas” en Hombres e ideas en América. Caracas: Escuela Técnica Industrial, 1940, p. 17.
(3)Héctor Mujica: Pastor Oropeza, un socialista liberal. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República, 1986. Páginas sin numerar.
(4) Alfredo Peña: Conversaciones con Luis Beltrán Prieto. Caracas: Editorial Ateneo de Caracas, 1978. 196 p.
(5) Ver Carlos Gottberg: Imagen y huella de Arnoldo Gabaldón. Caracas: Intevep, 1981. 120 y José Santos Urriola: Muchas gracias Dr. Gabaldón. Caracas: Universidad Simón Bolívar, 1990. 149 p.
(6) Héctor Parra Márquez: El doctor Tomás Hernández de Sanabria. Caracas: Tip. Vargas, 1970. XII, 435 p.
(7) Manuel Pérez Vila ed.: Diccionario de historia de Venezuela. Caracas: Fundación Polar, 1988-89.3 vols. Ver el t. III, p. 535.
(8) Rafael Fernández Heres: La instrucción de la generalidad. Caracas: Ministerio de Educación, 1981.2 vols. Ver en este caso el t. I, p. 93-95. Consultar también los libros de este mismo autor: Referencias para el estudio de las ideas educativas en Venezuela. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1988, p. 25-31 y La instrucción pública en el proyecto político de Guzmán Blanco: ideas y hechos. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1987. 190 p.
(9) Ver Carlos Iturriza Guillén: Algunas familias caraqueñas. Caracas: ETIS, 1967. 2 vols. Los datos que utilizamos los tomamos del t.II, p. 790-799, 872-882
(10) Casi todos los datos biográficos que utilizamos en esta semblanza proceden de Arístides Bastidas: Rafael Vegas: reportaje biográfico. Caracas: Editorial Ariel, 1978. 268 p. y de la colección de escritos del propio Vegas: Rafael Vegas y la infancia abandonada en Venezuela 1939-1950. Recopilación Abigail Salgado. Prólogo: Luis Felipe Urbaneja. Caracas: Editorial Arte, 1985.288 p. A la vez hemos partido de nuestros artículos “Sobre Rafael Vegas», El Nacional, Caracas: Abril 17, 1978, cuerpo A, p. 4; “¿Cómo era Rafael Vegas?», El Nacional, Caracas: Abril 24,1978, Cuerpo A, p. 4; “Rafael Vegas», El Nacional, Caracas: Diciembre 21, 1985, Cuerpo C, p. 2 y “Rafael Vegas: vivir para los niños que nadie quiere” en: Rev. Tiempo Libre Merrell, Caracas, n/1 (1990). p. 35-37, este último editado por la periodista Yolanda Ramón Vaello.
(11) José Rafael Pocaterra: Memorias de un venezolano de la decadencia. Prólogo: Eduardo Santos. Bogotá: Ediciones Colombia, 1927.2 vols. En Caracas circuló seis años antes el anticipo de estas célebres Memorias…en el folleto Gómez y los venezolanos. (New York: spi, 1921), su pie de imprenta es falso, como el de todo escrito clandestino, pues fue impreso en México gracias al Dr. Miguel Zuñiga Cisneros (1897-1984) quien sacó los manuscritos de Caracas. La circulación del opúsculo: Gómez y los venezolanos fue lo que hizo a Pocaterra tomar precipitadamente el camino del exilio. Supo que lo buscaba la policía gracias a un amigo, Atilano Carnevali (1895-1987), tomó el primer automóvil que encontró, este lo llevó inmediatamente al puerto de La Guaira en donde subió al primer barco hallado. Salió. Se inició aquel 4 de julio de 1922 el largo destierro de quien fue considerado, junto a Rufino Blanco Fombona (1874-1944), como uno de los exilados mayores de la dictadura gomecista, (ver Memorias de un venezolano de la decadencia. Caracas: Monte Avila Editores, 1997,t.II,p.314-316).
(12) María de Lourdes Acedo/Carmen Margarita Nones Mendoza: La generación política de 1928, estudio de una elite política. Barcelona: Ed. Ariel, 1967.182 p.; Rómulo Betancourt/Miguel Otero Silva: En las huellas de la pezuña. Santo Domingo: spi, 1929.166 p. Ver Integro “En las huellas…” en Varios Autores: La oposición a la dictadura gomecista. Caracas: Congreso de la República, 1983, p. 437-572, texto que es la crónica en vivo, contada por sus propios protagonistas, de los acontecimientos del año veintiocho; Rafael Ramón Castellanos: La sublevación militar del 7 de Abril de 1928. Caracas: Italgráfica, 1978. 490 p.
(13) Emilio Mira y López: Los cuatro gigantes del alma. Buenos Aires: Ed. Lidium, 1986. 244 p.
(14) Francisco Herrera Luque: Por ellos y para ellos que algún día será. Caracas: Colegio Santiago de León de Caracas, 1977.4 p. La cita procede de la p. 3. Esta cita procede de la fundamental pieza oratoria del psiquiatra maestro, en donde mira a Vegas pero también expone, gracias al magisterio de Vegas, sus propias e íntimas convicciones personales. Lo reproducimos por su singularidad en el segundo apéndice de este estudio.
(15) Efraín Subero ed.: Gallegos, materiales para el estudio de su vida y su obra. Caracas: Ed. Centauro, 1980. 4 vols. El documento al cual nos referimos se encuentra en el t.I, p. 124
(16) Efraín Subero ed.: Gallegos: Materiales…, t.I, p. 154-157. La cita procede de la p. 155
(17) Pablo Izaguirre: “Rafael Vegas” en Oscar Sambrano Urdaneta: Educadores Venezolanos. Caracas: Meneven, 1981, p. 197-201. La cita procede de la p. 197. Ver también Miguel Ángel Mudarra: “Rafael Vegas” en Semblanzas de educadores venezolanos. Caracas: Ipasme, 1988, p. 239-241.
(18) Augusto Mijares: “El proyecto de América” en: Lo Afirmativo venezolano. 3ra. ed.aum. Caracas: Editorial Dimensiones, 1980, p. 311-349. La cita que hacemos procede de la p. 349.
(19) Citado por Arístides Bastidas: Rafael Vegas, p. 131
(20) Ver Linda Goodman: Los signos del zodiaco y las estrellas. Caracas: Javier Vergara/Alfadil, 1988, p. 63-64
(21) Ricardo Tirado: Memoria y notas del cine venezolano 1897-1959. Caracas: Fundación Neuman, 1987, p. 90
(22) Citado por Arístídes Bastidas: Rafael Vegas, p. 147
(23) Ricardo Tirado: Memoria y notas del cine venezolano, p. 91.
(24) Efraín Subero ed.: Gallegos: Materiales…, t.I, p. 161
(25) Citado por Arístides Bastidas: Rafael Vegas, p. 162
(26) Puede verse en Efraín Subero ed.: Gallegos: materiales…, t.I, p. 154-157
(27) Puede verse en Efraín Subero ed.: Gallegos: materiales…, t.I, p. 154-157
(28) Arístides Bastidas: Rafael Vegas, p. 171.
(29) Arístides Bastidas: Rafael Vegas, p. 146.
(29ª) Simón Rodríguez: Obras Completas. Caracas: Universidad Simón Rodríguez, 1975. 2 vols. La cita procede del t.I, p. 343