Radicalización y poder
Es evidente la creciente radicalización del régimen chavista, tanto externa como internamente. En lo externo, la política de desplantes e insultos en contra del gobierno norteamericano, la profundización de las relaciones con los países “pariah” como Irán y Cuba, (faltaría sólo una visita al “querido líder” Kim Jong Il para completar el “eje del mal”, el Iraq de Saddam ya no existe), los apoyos a las FARC, a Evo Morales y a los grupos radicales en Perú, Ecuador, Brasil y Centroamérica.
Internamente, el incremento de la persecución judicial de la oposición, a través de la criminalización de la disidencia y el control descarado del poder judicial, la limitación de las libertad de expresión, la militarización progresiva de la sociedad y el Estado, la eliminación de la separación e independencia de poderes, especialmente la supresión de la autonomía y equilibrio del poder electoral y la reciente aceleración de la política dirigida hacia el control político e ideológico del sistema educativo y la eliminación de la autonomía universitaria.
La política como la naturaleza “abhorret vacuum”(*), por tanto sólo el poder limita al poder. La agresividad hacia los Estados Unidos se hace posible, en buena parte, porque los Estados Unidos están, “por ahora”, ocupados en y preocupados por la situación en Iraq, la lucha contra el terrorismo de Al Qaeda, la proliferación nuclear en Irán y Corea del Norte, la paz entre Palestinos e Israel y la salida de Siria del Libano, sin desintegración o guerra civil. Además con los precios del petróleo “a las estrellas” y la capacidad de la OPEP al límite, es obvio que cualquier interrupción de la exportación venezolana tendría graves consecuencias para la economía mundial. En política interna, el vacío creado por la absurda atomización de la oposición es en gran parte responsable de la ofensiva chavista. En algunos sectores, influenciados por ciertos medios de comunicación, se mantiene ingenuamente una suicida actitud antipartido. Sin partidos fuertes, no hay oposición viable frente al caudillo autoritario. Es evidente la necesidad de un reagrupamiento de los partidos afines, la centroizquierda lo ha entendido. Es urgente la coordinación entre COPEI, PJ; PV y Convergencia. El efecto multiplicador de una acción conjunta sería enorme. Al crearse un punto de referencia creíble y coherente, vastos sectores actualmente desanimados por la incertidumbre, encontrarían un camino a seguir. Hay que estar a la altura de la Historia, sin mezquindad ni estupidez.
(*): “aborrece el vacío”