¿Quiénes son los revolucionarios?
No es válido igualar las insurrecciones, rebeliones o sublevaciones orientadas a producir cambios de gobierno o de sistema político por medios violentos, que generalmente no logran avances significativos perdurables, con las transformaciones profundas que producen grandes progresos en el campo de la ciencia y la tecnología. En el último caso están la revolución industrial, la científica y la tecnológica, las cuales se refieren a los progresos significativos obtenidos, entre otras áreas del conocimiento, en salud, agricultura, medios de transporte, sistemas de computación, comunicación e información. Es importante destacar que, con pocas excepciones, los cambios científicos y tecnológicos han estado orientados a resolver problemas relacionados con el descubrimiento y uso de la energía por el hombre.
El plan de subversión universal, iniciado a comienzos del siglo XX en la Unión Soviética, después de fracasado y rechazado, fue desenterrado, en 1992, en nuestro país, y presentado desde entonces como una mezcolanza “revolucionaria” llena de discursos y acciones impregnados de populismo y de proclamas comunistoides. Este rompecabezas, rociado con ideas bolivarianas y de Simón Rodríguez y con un revolucionarismo zamorano, hace más difícil su identificación por su inspiración en el régimen castro-comunista. Por supuesto que este tipo de “revolucionarios” no son los que producen innovaciones fundamentales para el crecimiento económico y el desarrollo de la ciencia y tecnología. Éstas sólo se producen cuando se cuenta con el número de científicos y de ingenieros necesarios con el talento, la preparación y la experiencia que los hace capaces de mantener una fuerte tendencia hacia el avance científico que parte de la actitud que les recuerda continuamente que siempre hay mucho más que aprender y construir.
Quizás las frases más usadas, desde la campaña presidencial de 1998 hasta hoy, hayan sido la relacionadas con la importancia de la soberanía. Pero los mismos personajes que usan este vocabulario son los que aplauden cuando se despide a más de 17.000 empleados de PDVSA entre los cuales se encuentran más de 900 de una empresa como INTEVEP S.A., soporte tecnológico de la industria petrolera venezolana, lo cual demuestra la poca consistencia entre el discurso y esta acción, con la cual se pierde gran parte de la soberanía tecnológica.
Es difícil resumir en pocos párrafos la estructura, las funciones y los logros alcanzados por INTEVEP. La intensa actividad de investigación y desarrollo realizada desde los comienzos, ha significado, hasta ahora, la generación y aplicación de nuevas alternativas tecnológicas para las operaciones petroleras en Venezuela desde la exploración y producción hasta los procesos de refinación, manufactura y petroquímica. La creación de valor vía innovación tecnológica en PDVSA, requería de una filial como INTEVEP, además de un personal altamente calificado en las operaciones como el que tenía, y adicional y especialmente de la madurez organizacional que se demostró por medio de una interacción cada vez más fluida entre el Centro Tecnológico y las “operaciones”. Todo esto se está destruyendo.
No es admisible que se sacrifique una generación de profesionales formada durante el período democrático, el cual les permitió disfrutar de libertades y de oportunidades para prepararse al más alto nivel académico y así servir a su país.
Es imperdonable que en nuestros tiempos de grandes avances, en lugar de tener a los profesionales de la ciencia y la tecnología, quienes son verdaderos revolucionarios, en el centro del mundo intelectual, la “cultura” oficial los bote y se burle de sus credenciales académicas, de su experiencia y de sus logros, que al fin, son patrimonio de todos los venezolanos. Los que se oponen al desarrollo de la ciencia y la tecnología siempre serán contrarrevolucionarios.
En este momento crucial de la lucha es importante plantearse que si logramos mantener la libertad, podemos siempre comenzar todo de nuevo.