¿Quién necesita un candidato único?
Año nuevo y política vieja podría ser el eslogan para definir el clima geopolítico de Venezuela. Nuestros líderes debutan cada año consolidando los errores del anterior y, sobretodo, ansiosos por parecer distintos. El último deja vu electoral es el llamado a elecciones de candidato único para enfrentar al presidente Chávez, escenario idóneo en tiempos pre-referéndum, pero del todo soberbio a las puertas del Referendo Revocatorio.
Según Edgar Gutiérrez (Revista SIC, 11/ 2003), en Venezuela se han realizado 16 referendos municipales desde 1989, “en el 63% de los casos los votos positivos han superado a los negativos y en consecuencia los burgomaestres han sido revocados”. Ante esas estadísticas, que auguran un sólido escenario para remover a la Administración Chávez, tal vez habría que reforzar el proceso, lo cual empieza por anticipar las tácticas retardatorias del Ejecutivo: verificación exhaustiva de firmas, impugnación de alguna fase del proceso o activación de sus fichas en el (%=Link(«http://www.cne.gov.ve»,»Consejo Nacional Electoral»)%) y el (%=Link(«http://www.tsj.gov.ve»,»Tribunal Supremo de Justicia»)%).
No obstante, las facciones opositoras se temen entre sí, cual jauría de hienas que correteando a la presa aprovechan para morder a un vecino de manada. Esta lucha por el poder soslaya al actor principal del proceso: La Sociedad Civil. Quizá sí sea tiempo de elecciones, pero de un plural Consejo de Transición formado por la Iglesia, la Fuerza Armada, ONG, rectores de universidades, directivos de partidos políticos, entre otras respetables personalidades, quienes tendrían en sus manos la elección del gabinete postchavista. Cuando el país transite esa hora de cambio, entonces será el tiempo de los Salas, Mendoza, Sosa, Fermín, Fernández …
Mas ahora, en el despertar de 2004, hay que anticipar la movida del gobierno que busca llegar a las elecciones regionales para colorear de rojo revolucionario el mapa del país. Erróneamente, nuestro “poderoso cree que derramando beneficios hará olvidar viejas injurias” y por eso veremos fuertes inversiones en obras públicas y alegres microcréditos. Contra ese soborno gubernamental, los estrategas opositores deben comunicarle a los venezolanos de todos los estratos que Venezuela es el Estado más ineficaz de América Latina, lo cual se traduce en pobreza, desempleo, inseguridad, corrupción y otros males que el dinero político no puede comprar.