Opinión Nacional

Quien Calla Otorga

El 2 de diciembre, todos los venezolanos tenemos un compromiso con la democracia de nuestro país. De la voluntad que expresemos ese día a través del voto, dependerá el tipo de país en el que amanezcamos al día siguiente.

Debemos estar conscientes de que el referendo constitucional, no es para decidir sobre la permanencia o no del Presidente en su cargo. Se trata por el contrario de algo mucho más importante, está en juego la aprobación o la desaprobación de la ley fundamental de nuestro país: La Constitución.

Una Constitución significa en un sistema democrático, un pacto social que contiene las normas, principios y derechos que los ciudadanos decidieron incluir, constituye en fin un conjunto de puntos de encuentro de la sociedad. Si un texto fundamental tiene estas características, perdurará en el tiempo y servirá de instrumento eficaz para la plena realización de todos los sueños y anhelos de un pueblo.

Por el contrario, si la Constitución de un país, es elaborada con la finalidad de brindar absolutos poderes al gobernante de turno, o con la intención de que una escasa mayoría circunstancial oprima y subyugue a la minoría, conculcándole sus derechos, el texto fundamental se convierte en un motivo de conflictos entre los ciudadanos, que pudieran desembocar en luchas de consecuencias inimaginables.

El contenido de una Constitución, es un asunto tan serio, que por ejemplo, el debate sobre la aprobación o no de una propuesta de enmienda en los Estados Unidos de Norte América, puede llegar a durar, aunque parezca increíble, hasta 200 años.

Una Constitución, deber ser discutida con pluralidad, con inclusión, arropando a todos los ciudadanos de un país, escuchando sus opiniones y con tiempo suficiente para que todos puedan conocerla a la perfección.

Queda de cada uno de nosotros el deber de analizar si todos y cada uno de estos extremos se encuentran cubiertos en el proceso que estamos viviendo los venezolanos y sobre el que vamos a decidir este 2 de diciembre.

En este momento, nos jugamos el legado democrático conseguido a sangre y fuego por nuestras anteriores generaciones, de lo que ocurra hoy, igualmente dependerá el futuro de nuestros hijos y quizás el de nuestros nietos. Lo que nos estamos jugando es la patria.

Venezuela ha pasado por muchas y largas dictaduras, la obtención del derecho al sufragio fue un muy importante logro de hombres y mujeres que dieron sus vidas por alcanzar la tan anhelada democracia. Esa herencia no puede ser dejada de lado.

Es por ello, que en este momento menos que nunca, podemos quedarnos pasivos en nuestras casas, observando cómo otros deciden por nosotros. Lo que está en juego es algo demasiado importante para hacerlo. Debemos salir y depositar nuestra opinión en las urnas electorales, no importando cuántos obstáculos nos pongan en el camino para hacerlo.

Luego de ejercer el derecho electoral, no debemos esperar que las autoridades, la sociedad civil, los partidos políticos, o en fin, las demás personas, garanticen que la voluntad por nosotros expresada, sea respetada. En esto también debemos asumir el protagonismo.

Con nuestra presencia permanente en los centros electorales, verificando la pulcritud de todo el proceso, evitaremos cualquier posibilidad de distorsión del resultado electoral. Se trata de que todos los ciudadanos con conciencia democrática en Venezuela, ejerzan verdaderamente eso que por allí llaman el “poder popular”.

Nuestra actividad en los establecimientos de votación, debe ser participativa, Usted perfectamente pudiera, por ejemplo, hacerle honor a la tradición solidaria de nuestro pueblo, suministrando apoyo logístico, con alimentos o bebidas, a esos admirables venezolanos que servirán como miembros o testigos de mesa.

Si hoy usted decide no votar, estará callando y por lo tanto otorgando, en consecuencia, no culpe de lo que aquí ocurra a los otros. Salgamos masivamente a expresar nuestra opinión, sea cual sea, en las urnas electorales.

Votemos el 2 de diciembre, no dejemos que otros decidan nuestro futuro.

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