¿Qué teme el PSUV?
Antes que nada una aclaratoria: al poner en el título el acrónimo del «partido» que el máximo líder creó después de una de sus pocas derrotas electorales, aunque la más amarga, en el referéndum sobre la reforma constitucional del 2 de diciembre de 2007, me refiero básicamente a él y sus más cercanos acólitos.
Hugo Chávez ha demostrado que sabe ganar elecciones y referendos. Para ello tiene varias ventajas: una institucionalidad del Estado dominada totalmente por él, incluyendo la Asamblea, el CNE y el TSJ; la disponibilidad de ingentes cantidades de dinero, gracias al Fonden; los 2,5 millones de trabajadores al servicio del Estado, todos eventuales colaboradores en los distintos niveles de la campaña; una hegemonía comunicacional nunca vista en la historia política del país; todos los medios de transporte y otros que se necesitan para una campana electoral, etc. Y él hace amplio uso de estas ventajas, con la protesta de un solo miembro independiente del CNE (contra cuatro de sus seguidoras). Sin duda, esta situación le ha facilitado las victorias.
Con todo y esto, parece que el PSUV tiene temores respecto de los resultados de la elección presidencial del 7-O. Parte de estos temores se explican por la enfermedad del presidente-candidato que es motivo de especulaciones en el seno del Comando Carabobo, incluso sobre posibles escenarios futuros, y en la sociedad en general.
De modo que se ha montado una estrategia en contra de la alternativa democrática que se compone de varios elementos. No puedo mencionar todos, por falta de espacio, y me limito a señalar los que, a mi modo de ver, son los más importantes.
El primero es la afirmación permanente en la propaganda oficial que la derrota del tenientecoronel significaría el final de los «beneficios» que habrían generado los dos periodos del mandatario. Los que nos ocupamos de analizar cada uno de estos beneficios hemos constatado que las cifras que supuestamente los expresan son más que dudosas. Baste este ejemplo: la pobreza, a pesar de algunas mejoras, sigue siendo muy alta y solamente los malabarismos del INE logran comprobar lo contrario.
El segundo elemento es la eliminación de las misiones. El candidato de la alternativa democrática ha sostenido que las mantendrá y que les va a dar un marco legal, el cual puede llegar a ser constitucional (como lo esta exigiendo el candidato del oficialismo en la prensa de este fin de semana).
El tercero es la difamación sistemática de la alternativa democrática, empezando por su candidato. Pienso que es la pieza clave en la estrategia del oficialismo. Sospecho que, por más fieles que sean los que manejan su campaña, no desconocen la caída de la intención de votar por su candidato.
Pero como la difamación implica al mismo tiempo la afirmación de la superioridad de quien difama, el PSUV se ve y se proclama a sí mismo como garante de la continuidad de la «revolución bolivariana». De ahí que el PSUV tenga que recurrir a la sistemática falsificación de las encuestas.
Yo pienso que el PSUV tiene bastantes razones para temer la elección del 7-O. Es una tarea urgente de la alternativa democrática demostrar a los ciudadanos las razones de estos temores. No por la difamación del candidato oficialista, porque nosotros no necesitamos reafirmar nuestra convicción de que estamos en la vía correcta hacia la paz, la estabilidad, el progreso y la reunificación de los venezolanos en libertad y respeto al pluralismo.
¿Será entonces el fraude la única manera de reelegir a Chávez?