Opinión Nacional

¿Qué han construído?

No tienen sentido del ridículo. Hicieron pensar a muchos que el Oráculo del Guerrero, era quizás el grueso volumen autobiográfico de un gran estratega de la antigüedad y no ˆcomo es en realidad- la fantasía literaria de un escritor prácticamente desconocido quien probablemente, ni siquiera ha prestado el servicio militar.

Enumerar las muchas otras muestras de su incapacidad para distinguir la ridiculez, es innecesario.

Meticulosa y sistemáticamente se han dedicado a destruír a las instituciones. La primera de ellas la presidencia de la república, despojándola de todo valor formal o representativo para instalar en las antiguas sedes físicas de ella, a una parcialidad política sin proyecto de nación o país. Las funciones de la ahora inexistente institución presidencial, se encuentran repartidas en trozos sin unidad de dirección, y en manos de muchos sin visión de conjunto quienes administran su trozo del botín para atender a la cuadra o callejón de enfrente; o para cual guapo de barrio retar al grandulón de la esquina a darse unos golpes; sólo por los golpes, sin la más mínima meditación sobre cual podría ser el resultado ˆpara él o sus compatriotas- si el grandulón acepta el reto.

También destruyeron la constitución y con ella al estado de derecho. El nuevo documento que supuestamente reemplazaría a éstos, lo han destruído también; asegurándose previamente de que no existiese instancia de apelación al destruír también al poder judicial. Todos los cuerpos legislativos han sido también destruídos. Todas las curules disponibles han sido ocupadas por sus acólitos; no para legislar, sino para seguir destruyendo aguas abajo.

No han ocultado su satisfacción al destruír a los partidos políticos, primero los pre-existentes, ahora a los que habían creado o cobijado bajo su ˆdesconocida para todos- visión política.

También han destruído a la educación, ya no tienen valor los conocimientos adquiridos, cualquiera es bueno para desempeñar cualquier función; sin programas, sin objetivos, sin destino, los designados hacen lo que les place; a sabiendas de que no existe instancia que los corrija o detenga: todas han sido destruídas.

En su ceguera por destruír los liderazgos políticos regionales y locales ˆafectos o nó a su paranoia- ; han destruído los canales de financiamiento y de asistencia a la provincia, sin importarle los cientos de millares a quienes han destruído al dejarlos sin empleo, que no sólo les niega una opción de procurarse un ingreso regular, sino que destruye su autoestima.

No es saciable su sed de destrucción. Su persecución de líderes sindicales la conducen destruyendo los canales disponibles a los trabajadores para defenderse de patrones abusivos o de burócratas ineficientes y corrompidos.

Pero su mayor ensañamiento ha sido contra las fuerzas armadas y los medios de comunicación social. Al ser éstos claramente los últimos reductos de apelación. Primero destruyeron sus bases legales al establecer como norma máxima, la „información veraz‰, que otorgará una patente de corso a los burócratas por venir, para que vayan meticulosamente silenciando a la ciudadanía; y al distribuir altos grados militares entre quienes no cumplían los requisitos establecidos. Luego los símbolos militares; llevándolos de norte a sur y de este a oeste, cual niño que lleva un antifaz, la zeta y la espada del Zorro; y abriendo las puertas de sus cuarteles, escuelas, hospitales y centros de recreación; a partidarios políticos encargados de conducir a niños, ancianos, mujeres y hombres, inocentes e ignorantes de que son usados como instrumento de irrespeto deliberado y humillación.

Hoy, tras bastidores, se dedican a diseñar meticulosamente, la desaparición final de las fuerzas armadas profesionales, para reemplazarlas con algo desconocido para el país. Y no cesan en su diario intento de destrucción de las individualidades de la comunicación social ˆempresarios y periodistas por igual- al sistemática y meticulosamente usar la técnica del asesinato de carácter, de la descalificación y del escarnio.

Espero que hayan notado que he estado escribiendo sobre una pluralidad y nó sobre una persona, porque no hay duda que esto no es obra de un solo hombre. Especialmente porque la pluralidad a la cual me refiero no le da valor al individuo, sino a la „clase social‰. Esto es el producto del resentimiento añejo de soñadores frustrados, que no desean construír, que sólo desean destruír, antes de que ellos dejen de existir, todo aquello que les impidió realizar sus sueños. Una vez que lo hayan destruído todo… sonreirán y no les importará morir. Su venganza, su odio, habrá sido satisfecho. Que otros construyan lo que sea, no importa qué; sobre las cenizas que quedarán.

No son nada originales en su proceder. Esto no es exclusivo de los resentidos y frustrados de Venezuela. Austria está siendo conducida a su autodestrucción al igual que Chile y el País Vasco; así como fueron destruídos el Líbano, Mozambique, Uganda, Yugoslavia, Rwanda y Burundi. La India y Pakistán ˆestimulados asombrosamente por Francia- también preparan su suicidio. Al igual que la muy cercana Colombia.

Debemos detener esta auto-destrucción.

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