¿Qué explica el “relativismo político”?
Comprender la complejidad del sistema político en el cual se desenvuelve el gobernante sometido por dilemas, confusiones, y desavenencias, no es fácil. Es un problema que, ciertamente, atrapa intenciones. Aún cuando las mismas pudieran calificarse de expeditas, o de acertadas, las mismas son arrastradas hacia las profundidades del “relativismo político”. Quizás, es el incidente más peligroso por cuanto origina las imprevisiones, alevosías e improvisaciones que afectan el ejercicio de la política.
Si bien, para el mundo de la Física, o de cualquier otra disciplina de las ciencias, el relativismo implica la conexión entre los objetos con masa y el campo en que la relación tiempo-espacio adquiere sentido a los ojos de un observador, para la política es otra cosa. Quizás, no meos complicada. Pero es otra cuestión cuya explicación compromete verdades que no necesariamente se corresponden con situaciones articuladas a dichas verdades. Es decir, es el espacio en el que aparecen falsedades, mentiras o negaciones justificadas a instancia de las circunstancias que moldean las realidades que oscuros intereses propios de la política visceral, las circunscribe.
Coordenadas políticas del problema
Aunque el problema que desnuda la fisura que se da a nivel de las articulaciones que conectan los diferentes ámbitos de la misma realidad en que se establecen vinculaciones entre descripciones de la misma realidad, no es sólo para la política. Por igual ocurre en el terreno de la epistemología, la cultura, la moral, la filosofía, la lingüística y del conocimiento, especialmente.
Y que, por razones de adaptabilidad a la situación que luce bajo efectos de cualquier impugnación de razón cierta, se habla de “relatividad” o “relativismo”. Acepciones derivadas de un mismo ideario, doctrina o de la teoría que alude al carácter de “relativo” el cual señala la realidad toda vez que “(…) carece de sustrato permanente y consiste en la relación de los fenómenos que la naturaleza exhibe” (Tomado del Diccionario de la RAE, 2002)
El problema es “blanco y negro”
El problema es ahora cómo poner la explicación anterior, bajo la curaduría de otra explicación que aclare el conflicto que enmaraña la realidad que suscribe el susodicho problema. Así se entendería la maraña que ocurre bajo la denominación de “relativismo político”.
Sin darle cabida a alguna duda, esto de “relativismo político” embrolla o complica el ejercicio de la política. No sólo sucede en Venezuela. Lo mismo ocurre en cualquier realidad nacional, regional o local que caracterice el discurrir político que ocupa todo terreno malogrado por los subterfugios de los que se sirve la praxis política para allanar espacios. Es decir, para seducir ideales, proyectos de vida y actitudes individuales mediante burdas prácticas especulativas de un proselitismo “barato”.
Quizás, el comediante norteamericano Groucho Marx, percibió lo que encubre el ejercicio de la política. Fue así como referió que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y luego aplicar los remedios equivocados”.
Contradicciones que matan ilusiones
El caso es que toda praxis política, desvergonzada en términos de su aplicación, conduce a resultados tan nefastos como sus principios ideológicos le inducen equivocados modos de realización. Así que quiérase o no reconocer la gravedad del problema, el abismo infernal que incita, es demostrativo del carácter contradictorio y paradójico en que se fundamenta el “relativismo político” al cual esta disertación busca denotar.
Aunque en al caso del autoritarismo, totalitarismo, fascismo, autocracia, anarquía o cualquier ideología cargada de sucias intenciones, como la historia política contemoránea bien testimonia con ejemplos del socialismo mal llamado “revolucionario”, el relativismo que encubre el serio problema que valida las contradicciones cometidas en nombre de libertades y derechos a ser reivindicados, retrata humillaciones, inmoralidades, extremismos, intimidaciones y expoliaciones como justificadas y legalizadas prácticas de gobierno.
Es lo que, en el fondo de una realidad disfrazada por postulados de política democrática, dejan en el lugar donde en un principio se adujeron compromisos públicos de solidaridad, tristes y conmovedoras escenas y sombras de un concepto de política ennegrecido, oxidado y profundamente repudiado.
Lo que se encubre
Lo arriba referido, es lo que esconde el fenómeno del “relativismo político” toda vez que las realidades se tornan cómplices de la miseria que ciertos modelos de política arrastran “a paso de vencedores”. Es lo que explica en “blanco y negro” el “relativismo político”. O sea, la existencia de una situación en la que la negación de verdades capaces de beneficiar conglomerados o al otro, es negada respecto de su vigor conceptual. Más aún, argumentándose que el conocimiento que fundamenta su consistencia teórica e instrumental resulta incapaz de ser objetivo luego de verse influenciado equivocadamente por trazos de la historia y por ideas preconcebidas. Por lo tanto, niega dicho conocimiento y cualquier otra idea, como acervo de realidades acontecidas.
En consecuencia, al intentar dar con una explicación de las aberraciones que oculta el ejercicio de la política, sobre todo de una política deformada en su concepción, no es difícil inferir que con la excusa de aceptar que cada sistema de pensamiento político defiende la realidad que coadyuva la presunción que se instala desde lo que llaman la relatividad del conocimiento. Que a su vez traduce la conveniencia política en manos de gobernantes incompetentes.
Al cierre
Acá termina la explicación, despejando la incógnita de la ecuación política que plantea el “relativismo político” al dar cuenta del destrozo moral, ético, social, cultural y económico a que incita la política. Específicamente, cuando la política se reduce desde la miseria de un ejercicio desvergonzado, a putrefactos residuos. Además, sin consistencia ni esencia. Por eso se ha buscado indagar sobre ¿qué explica el “relativismo político”.