Opinión Nacional

¡Que desilusión!

Desilusión es la definición exacta de lo que siente el pueblo venezolano a diez años del desgobierno de Hugo Chávez. Cuando al inicio del año escolar los jóvenes estudiantes se encuentran las instalaciones educativas en estado deplorable sienten una gran desilusión. Cuando los trabajadores, padres de familia se dan cuenta de lo poco que les alcanzan sus ingresos para enfrentar el alto costo de la vida sienten una gran desilusión. Los muchísimos venezolanos que desesperan por conseguir un empleo decente y bien remunerado, lo cual cada día se hace bastante mas difícil, están desilusionados.

Los venezolanos que por desgracia se enferman, sufren accidentes o son heridos victimas de ataques del hampa desbordada y que obligatoriamente deben acudir a los destartalados y desabastecidos hospitales públicos son presa de una gran desilusión. Como también la gente de los barrios y sectores populares venezolanos a quienes las constantes fallas de la electricidad les dañan sus indispensables artefactos eléctricos o los alimentos que con gran sacrificio adquirieron sin que a autoridad alguna le importen sus desventuras, se sienten desilusionados.

Los venezolanos que leen noticias sobre el opulento estilo de vida de los socialistas del siglo XXI y que recuerdan las mentirosas e hipócritas palabras de Chávez de que “ser rico es malo” , se sienten desilusionados porque Karl Marx, el Ché Guevara y Marulanda vivieron hediondos, llenos de garrapatas y en total humildad luchando por un socialismo y revolución utópicos mientras a los “revolucionarios bolivarianos de hoy” sólo les preocupa vivir en mansiones o pent houses supercostosos y superlujosos, darse la gran vida sin importarles que sus alocadas medidas provoquen que los pobres sean mas pobres.

No se construyen viviendas para las clases populares, no se mejoran las condiciones de vida de la gente de los barrios. Nadie de ocupa del vía crucis que deben sufrir los estudiantes por la falta de transporte estudiantil y los desplantes que sufren a diario cuando buscan trasladarse en las unidades de transporte público. Al igual que quienes en horas nocturnas, cuando el transporte público es casi inexistente por el temor de los chóferes a ser víctimas del hampa, y los pocos que circulan lo hace cobrando elevados precios sin que nadie en el gobierno se interese por ello.

Cuando vemos que en vez de comprar patrullas policiales, ambulancias, camiones recolectores de basura y unidades de transporte público lo que se compra el gobierno a elevado y sospechoso costo son aviones, tanques de guerra y submarinos que no van a solventar ninguno de los gravísimos problemas que acogotan a los venezolanos la desilusión nos embarga, al igual que cuando oímos esa cloaca en que se ha convertido la boca del Presidente Chávez, presa de la desesperación por los pronósticos electorales o por que el pueblo decida acabar de una vez con éste Festín de Baltasar en que se ha convertido la “robolución bolivarera”.

Cuando el pueblo piensa en las expectativas que se creó cuando cometió la locura de votar por Chávez en el 98 y ve los resultados diez años y cientos y cientos de miles de millones de dólares después, resume sus sentimientos en dos palabras: ¡Qué desilusión!

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