Puro cuento
Tan difícil como encontrar una aguja en un pajar es localizar una verdad en la maratónica presentación presidencial ante la Asamblea Nacional. Aunque el primer mandatario se esforzó por alivianar aquel pesadísimo espectáculo, fue infinito el aburrimiento nacional. Eso sí: su alevosa dolencia no le impidió ostentar por nueve horas endemoniada vitalidad.
La constitución nacional (Art 237) obliga a todo Presidente a presentar cada año a la asamblea “un mensaje en que dará cuenta de los aspectos políticos, económicos, sociales y administrativos en el año inmediatamente anterior”. En su mensaje el presidente Chávez no atendió el mandato constitucional, al no dar cuenta sobre ninguno de los cuatro aspectos que expresamente señala el artículo citado.
En el desdén por la Asamblea seguramente influyó su incontrolable prepotencia autocrática. Se considera todo poderoso, no obligado a rendirle cuentas a nadie. Pero lo determinante fue que no tiene realizaciones sobre las cuales informar. Se da la paradoja de que concentrando la totalidad de los poderes del Estado, su gobierno presenta un balance absolutamente negativo. No dirige al país con seriedad, coherencia, reglas claras, objetivos precisos. Sus decisiones son espasmódicas, incoherentes, contradictorias. Ha dividido a los venezolanos en amigos y enemigos, chavistas y apátridas. Para los amigos lo que quieran (la boliburguesía es creación suya).A los apátridas se les niega el pan y el agua, y cuando reclaman o protestan les da gas del bueno y peinillazos de la Guardia Nacional. Con temeridad irreflexiva ha venido sembrando odio social que Venezuela no conocía desde los años sangrientos de la Guerra Federal.
Al empantanamiento político se suma el deterioro de la economía nacional. El desarrollo alcanzado ha caído en el estancamiento. De la producción excedentaria en varios rubros, lo que nos permitía exportar, hemos pasado a la importación masiva de alimentos. Desapareció la soberanía alimentaria. De 12.000 empresas industriales sobreviven apenas unas 6.000, todas en situación precaria. La situación de PDVSA es deplorable. Nuestra gallina de los huevos de oro está boqueando. La Faja Petrolífera ha venido siendo entregada en tajadas, como un salchichón. Y China en acecho, como caimán en boca de caño. Las obras de infraestructura de este gobierno pueden contarse con los dedos de la mano, aun incluyendo aquellas que Chávez encontró en avanzado estado de ejecución, como el Ferrocarril del Tuy, con el agravante de que por falta de mantenimiento las obras de gobiernos anteriores están colapsando, sin excluir el Puente sobre el Lago.
El Presidente se presentó ante la Asamblea con las manos vacías, confiado en su destreza política. No le fue mal. En la comunidad internacional podría tenerse la impresión de que en Venezuela hay democracia, que en su parlamento se le pueden hacer con toda libertad críticas al gobierno, cara a cara con el Presidente, quien las toma en cuenta. A ello contribuyeron aquellos diputados de la oposición que de buena fe pero con ingenuidad, le formularon planteamientos críticos y solicitudes, olvidando que sus palabras le entrarían al Presidente por un oído y le saldrían por el otro, que se las llevaría el viento. La jornada la salvó una mujer: la diputada María Corina Machado, quien tomó la palabra para decir lo único que procedía decir en aquel momento. Es falso que agravió al presidente llamándolo ladrón. Dijo una verdad: que el gobierno expropia y no le paga indemnización a los propietarios. Esto es que hoy en Venezuela expropiar es sinónimo de robar.