Opinión Nacional

Purim y un consejo para Persia

“Es más fácil desintegrar un átomo que una idea”.
Albert Einstein

Por el momento, el único “consejo” que debe tomar muy en serio el actual gobierno de Persia, desde que su monarca de turno la llamó Irán en 1935, es el del Consejo de Seguridad de la ONU, ya que el actual gobierno del presidente Ahmadinejad no ha querido escuchar los amigables consejos de sus homólogos de países musulmanes, árabes, orientales, europeos y hasta latinoamericanos – con excepción de los de Cuba y Venezuela – de abandonar el juego de ser potencia nuclear. El mundo alerta a sus oídos sordos que si no da marcha atrás con el átomo puede ocurrir una conflagración de insondables consecuencias.

La Lección de Purim

Los persas adoptaron el Islam gradualmente durante la Edad Media y se convirtieron a su rama minoritaria, la chiíta, en el siglo 16. Sin embargo, dominados por imperios sunitas, el chiísmo se oficializó como su religión en el siglo 19 con las dinastías de monarcas llamados Shah, de las familias Qajar y luego la de los Pahlevis, cuyo último heredero fue derrocado por los fundadores del actual régimen teocrático fundamentalista en 1979 con la Revolución Islámica del Ayatolá Khomeini. Paradójicamente, los actuales gobernantes de Irán, no cambiaron el nombre del país ni la rama del Islam que introdujeron aquellos monarcas a quienes repudian y consideran símbolos de corrupción y herejía de los valores del Islam.

Si los iraníes revisan su historia, encontraran muchos consejos a seguir para evitar errores del pasado, y uno de ellos tiene que ver también con las explícitas proclamas genocidas de un antecesor de su actual presidente que, entre otras intolerantes posturas, incita a “borrar a Israel del mapa”.

Esta semana el pueblo judío conmemora la festividad de Purim, recordando un evento del siglo 5 A.C, cuando un antecesor de Ahmadinajed llamado Hamán, Primer Ministro del Rey Asuero – quizás Xerxes I de Persia, según muchos historiadores – ordenó a “destruir, matar y exterminar a todos los judíos, desde el niño hasta el viejo, niños y mujeres, para apoderarse de sus despojos” (libro de Ester, capítulo 3, versos 8 a 13). Una vez al año el pueblo judío celebra una de sus pocas historias de supervivencia, en este caso, gracias a la manera como la reina Ester, esposa favorita del rey, y su tío Mordejai (Mardoqueo), convencieron al emperador para que desistiera en seguir los malos consejos de su premier. Desafortunadamente, otras figuras como Hamán, de otras naciones y religiones, sí se salieron con la suya y millones de judíos fueron masacrados a lo largo de los siglos.

Esta vez, el actual Hamán persa que quiere borrar a Israel del mapa podría tener el potencial para exterminar a muchos grupos étnicos, religiosos y naciones que con intolerancia cataloga como enemigos, si logra construir bombas atómicas. Ante las amenazas de Ahmadinejad y de su entorno de eliminar a otros seres humanos por lo que son – y no solo por razones políticas ni económicas que también injustificables – el mundo está obligado a tomar en serio que Irán pretenda enriquecer uranio y mientras más vociferan sus actuales dirigentes aumentan las dudas de que el propósito de este proyecto sea para fines pacíficos.

Hace unos 2500 años un hombre llamado Mordejai decidió no postrarse ante Hamán y ese fue el comienzo de un movimiento que condujo a que el emperador persa desistiera al uso de la violencia y acabara con la amenaza de un funcionario delirante y peligroso. ¿Se aprendió la lección?

¿Hasta Dónde Irán?

Hace un año la mayoría de los iraníes eligieron a Ahmadinajed porque se prohibió que candidatos reformistas y moderados del partido de Jatami, dos veces presidente con más del 70% de la votación y una abstención del 10%, se presentaran a elecciones presidenciales. El actual mandatario persa alcanzo el poder en Irán con una abstención de casi 50% que señaló la inmensa protesta contra el grupúsculo fundamentalista de ayatolás que secuestraron las reformas que las mayorías desean: un Islam moderado, abierto a Occidente y con mayores libertades.

Los gobernantes iraníes pueden revisar en su historia y tomar consejo de grandes líderes como Ciro, uno de los más tolerantes emperadores de la antigüedad o incluso, de su hijo Darío, que otorgó autonomía y libertad de religión a todos los pueblos de su imperio que llegaba desde Libia, en África hasta India, en el Oriente.

Por el momento, quienes sí toman en cuenta las lecciones de la historia son los israelíes que precisamente ahora, cuando se celebra Purim, recuerdan que su supervivencia depende de estrategias concretas y diseñadas a tiempo, antes de quienes no aceptan su existencia en el mapa puedan concretar sus designios criminales. Por el momento hay en Irán, un presidente que, como Hamán, no oculta sus intenciones belicistas y genocidas. Por el momento, aunque Estados Unidos esté desprestigiado por los errores, barbaridades y transgresiones de Bush y su equipo de gobierno, ese país tiene aún instituciones sólidas para garantizar que su presidente se marchará cuando le toque y que debe rendir cuentas a otros poderes del Estado, y por lo tanto, junto a Europa y otras potencias, están obligados a impedir que el actual régimen iraní no tenga la posibilidad de desarrollar armas nucleares.

No hay que creerle a Bush ni a Ahmadinejad, pero sí a organismos mundiales como la Agencia Internacional de Energía Atómica, reciente ganadora del Nóbel de la Paz, a la ONU y otras, sobre el peligro de un Irán con el átomo activado sin supervisión internacional.

Alguna tradición de la festividad de Purim, de origen desconocido, consiste en la preparación de unas galletas triangulares llamadas “Orejas de Hamán” para no olvidar quien intentó exterminar a los antiguos judíos persas en ese entonces. Es el momento de no taparse las orejas, en ninguna parte del mundo, ante las amenazas Ahmadinejad que lamentablemente eligió a Hamán y no a tantos personajes persas o islámicos tolerantes, como ejemplo a seguir.

¿Quién diría que alguna vez Purim ofrecería un consejo relevante y vigente no solo para Persia y el pueblo judío, sino, para la humanidad entera?

DATOS SOBRE LA FESTIVIDAD DE PURIM

El nombre «Purim.» Tiene su raíz en el singular de la palabra persa «Pur» suerte o azar, el plural «Purim»
Purim es una festividad judía que no están incluida en las siete fiestas levíticas ordenadas para su conmemoración en la Tora o Pentateuco. Se lee la Megilá o Rollo de Ester con la historia que ocurrió con la reina que ayudó a salvar al pueblo judío de un exterminio en la antigua Persia.

Se acostumbra, desde la Edad Media, a que los niños se disfracen, quizás por que la festividad suele caer en días cercanos a los carnavales que se celebraban en Europa. Se dan regalos, especialmente sacos de dulces y otros alimentos comestibles, y se comen pastelitos llamados «Orejas de Hamán”.

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